Las consecuencias del cambio climático no llegarán en 100 años: ocurren hoy, pero sus impactos adversos ya están normalizados porque suceden todo el tiempo, expone a Contralínea el doctor Marcelo Olivera Villarroel, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Se trata de las constantes lluvias e inundaciones, prolongadas sequías y ondas de calor, huracanes y tormentas fuera de temporada, deshielo de los polos y aumento de la marea, pérdida de biodiversidad y creciente calentamiento global, de origen humano y no natural.
“El cambio climático y sus efectos no sucederán en el futuro, ya los vemos en el aumento de la frecuencia y de la intensidad de los fenómenos naturales”, coincide la doctora Ruth Cerezo-Mota –autora líder del Capítulo 8 “Cambios en el Ciclo del Agua”, de la primera entrega del Sexto informe de evaluación (AR6, por su sigla en inglés) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Entrevistada por separado, ejemplifica con el paso del huracán Grace por México, el cual tocó tierra veracruzana el pasado 21 de agosto: “no es anómalo que un huracán del Atlántico se vaya al Pacífico, hecho sucedido en la trayectoria de Grace; lo nunca antes visto es que un huracán, al tocar tierra, se mantuviera por un lapso prolongado como categoría tres”.
Cerezo-Mota explica que los huracanes viven del calor del océano y, por ello, al tocar tierra se degradan. Pero Grace rompió la norma debido a que el mar está tan caliente que pudo acumular la energía suficiente para mantenerse como categoría tres aun habiendo tocado tierra. Ninguno de los modelos de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por su sigla en inglés) lo pudo prevenir, subraya la climatóloga.
Advierte que “si no hacemos algo esto va a ser la norma [fenómenos que no ocurrían antes]. La norma va a ser que las ciudades de pronto se incendien; tener migrantes huyendo del cambio climático, y en algún momento ya no habrá para donde correr, porque todas las regiones están siendo afectadas; la norma van a ser las inundaciones que vemos este verano; las temporadas de huracanes con 28 sistemas activos; las ondas de calor que duren tres meses. Esa va a ser la norma”.
Para el doctor José Alberto Gallardo Cruz, investigador del Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad (Centrus) de la Universidad Iberoamericana, los impactos del cambio climático no se dan únicamente a nivel de más lluvias, más calor o más sequías, sino que se manifiestan de igual forma en el sistema social, económico y productivo.
El pasado 9 de agosto, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU publicó la primera entrega AR6, el cual subraya que muchas de las variaciones actuales en el clima no cuentan con antecedentes en cientos de miles de años. Y advierte que sólo se podrán revertir con una reducción sustancial y sostenida de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), pero con resultados observables hasta dentro de varios siglos o milenios.
Agrega que las principales causas del cambio climático son las emisiones antropógenas: gases emitidos por actividades humanas; y en éstas destacan todas las que utilizan combustibles fósiles (carbón, gas, petróleo), como el trabajo en petroleras y fábricas; el empleo de automóviles, barcos y motocicletas; o el uso de electricidad proveniente de energías sucias.
Dichas actividades humanas generan los GEI, que potencian la capacidad de la atmósfera de impedir que la radiación escape (de ahí el nombre “efecto invernadero”, pues simula lo ocurrido en estos recintos ocupados para mantener la temperatura en un lugar específico), lo cual deriva en el incremento del calentamiento global. El dióxido de carbono (CO2), el óxido nitroso (N2O), el metano (CH4) y el ozono (O3) son los GEI más sobresalientes.
Para el doctor Marcelo Olivera Villarroel, el principal reto para atender el cambio climático es que las sociedades entiendan su significado, así como del calentamiento global y la emisión de gases de efecto invernadero. “Debemos encarar y asumir los costos. El cambio climático nos da la oportunidad de repensarnos como humanidad: dejemos de invertir en generar dinero, mejor tratemos de invertir nuestro dinero en generar bienes y condiciones de vida estables para todos. Sin embargo, ¿cómo hacemos eso sin que los que tienen el dinero se enojen?”
El cambio climático es el resultado de muchas acciones realizadas por los seres humanos, que se sumó a otras crisis ya existentes, explica a Contralínea la doctora María Amparo Martínez Arroyo, directora general del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC). No obstante, indica que las personas no dimensionan la magnitud, la velocidad y los impactos que puede tener, y lo ven todavía como un problema lejano. Y puesto que sus raíces son socioeconómicas, para solucionarlo se debe “replantear la manera en que vivimos”.
“El cambio climático es un problema sistémico. Esto quiere decir que abarca todas las áreas de actividad porque tiene que ver con cómo producimos, cómo nos transportamos, cómo vivimos, cómo nos vestimos. Entonces abarca todas las actividades humanas”, asegura la directora del INECC.
El AR6 de la ONU indica que el cambio climático desempeña un papel relevante en la intensificación de determinados fenómenos meteorológicos y climáticos, como las lluvias intensas y las olas de calor extremas.
Un ejemplo de los impactos del cambio climático, detalla el informe de la ONU, es la acentuación del ciclo hidrológico. Esto conlleva lluvias más fuertes e inundaciones asociadas, además de una intensificación de las sequías. De igual forma afecta los patrones de precipitación: en las latitudes altas es probable que las lluvias aumenten, mientras que se prevé una disminución en gran parte de las regiones subtropicales.
Otro estrago del cambio climático es el crecimiento continuo del nivel del mar a lo largo del Siglo XXI. Esto contribuirá a la erosión costera y al incremento en la gravedad y frecuencia de las inundaciones en las zonas bajas. Los fenómenos relacionados con el nivel del mar extremo que antes se producían una vez cada 100 años podrían registrarse anualmente a finales del actual siglo, asevera el reporte del IPCC.
Respecto a las consecuencias del calentamiento global (también impacto del cambio climático) el AR6 advierte que de no mitigarse se amplificará el deshielo del permafrost (suelo congelado de regiones muy frías), el derretimiento de los glaciares y la pérdida del hielo marino del Ártico en verano.
En el caso particular de las ciudades, el efecto del cambio climático se acentuará en el calor, porque las zonas urbanas suelen ser más cálidas que sus alrededores; y las inundaciones, debido a los episodios de lluvias intensas.
La investigadora Ruth Cerezo-Mota subraya que el AR6 no es un augurio del fin de la humanidad, pues la especie tiende a adaptarse. Sin embargo, no todos lo conseguirán. El mensaje del IPCC es severo, dice, aunque no fatalista: pues si se toman acciones globales se puede evitar que la situación se ponga peor.
“No estamos hablando de la desaparición de la humanidad, estamos hablando de nuestro modo de vida. ¿Cómo te vas a adaptar a estas temporadas, a estos cambios, a estas inundaciones y a estos incendios? Qué clase de futuro para nosotros mismos estamos dispuestos a tener y, obviamente, dejarle a las otras generaciones”, advierte.
En México hay varios impactos del cambio climático debido a la heterogeneidad biológica del país, explica el doctor Gallardo Cruz, investigador del Centrus. Agrega que la variación ecológica mexicana va desde ambientes extremadamente secos en el norte hasta ambientes extremadamente húmedos en el sur, además de los climas templados del centro y la parte oceánica.
Por ello, detalla el académico, los estragos del cambio climático son casi de todo tipo: habrá zonas áridas que serán más secas y áreas húmedas que estarán más empapadas, por ejemplo.
“Vamos a enfocarnos en el sureste mexicano. En la zona en donde están las selvas tropicales húmedas lo que se tiene modelado es que va a incrementar muchísimo la cantidad de lluvia y la temperatura promedio. ¿Eso qué conlleva?, pues que habrá más agua. Por sí solo este efecto no puede ser tan negativo, pero cuando ya involucras a la población, porque el impacto es en los ecosistemas y en la población, entonces la probabilidad de que haya más inundaciones incrementa, y sobre todo en zonas donde hay mayores índices de marginación”, advierte el investigador del Centrus.
Agrega que la severidad de la problemática es la misma en cualquier parte del planeta, aunque en algunas zonas se nota más que en otras. Por ejemplo en el Polo Norte y en los desiertos: un desprendimiento de la capa de hielo visualmente es más impactante que una sequía en zonas desérticas; no obstante, las variaciones de líquido en un sistema de por sí sin agua es igual de peligroso a un deshielo.
Para México, las acciones de adaptación deben comenzar de inmediato, apunta la doctora Amparo Martínez. La mitigación es importante, agrega, pero la adaptación al cambio climático también, porque hay impactos que no se podrán evitar. La idea es aumentar la capacidad de resistir a los estragos y reducir la vulnerabilidad a los eventos climáticos.
“México tiene acciones importantes de adaptación y mitigación que todavía no permean lo suficiente para hacer el cambio estructural que se necesita. Sin embargo, están ahí y hay que cuidarlas”, asegura la titular del INECC.
De acuerdo con el AR6, el calentamiento global actual asciende a 1.1°C respecto a lo registrado en la segunda mitad del Siglo XIX, y se prevé que en los próximos 20 años la temperatura mundial promedio alcanzará o superará los 1.5°C. Al igual que en el cambio climático, las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de las actividades humanas son las responsables.
En los humanos el subir o bajar la temperatura corporal 1°C es un indicador de gravedad, y lo mismo pasa con el planeta. Por ello, el IPCC alerta en su informe que de no reducir inmediatamente y a gran escala las emisiones de GEI, limitar el calentamiento global a 1.5ºC o incluso a 2ºC será un objetivo inalcanzable.
Con un calentamiento global de 1.5°C se producirá un incremento de las olas de calor, se alargarán las estaciones cálidas y se acortarán las estaciones frías; en tanto que, con una temperatura planetaria de 2°C, los episodios de calor extremo alcanzarían con mayor frecuencia umbrales de tolerancia críticos para la agricultura y la salud.
Todos los escenarios estimados en el AR6, aun el más optimista, indican que para 2030 el calentamiento global llegará a los 1.5°C, señala la doctora Ruth Cerezo-Mota. La única solución para esto, enfatiza, es dejar se usar combustibles fósiles. Sin embargo, esto no se hace porque hay intereses políticos y económicos de por medio.
“Sabiendo que la solución para que no lleguemos a los 1.5°C es dejar de usar combustibles fósiles, se continúa pensado: ‘¿qué tal si sigo usando petróleo, pero planto cuatro árboles más?’ Plantar cuatro árboles más sí funciona, plantar una hectárea de árboles funciona, pero aun así tienes que dejar de usar el petróleo”, dice la investigadora.
Al respecto, el doctor Marcelo Olivera Villarroel considera que creer en la limitación del calentamiento global es ser poco realista, pues ya casi se rebasa los 2°C, “porque estamos más preocupados por mantener el statu quo que por descarbonizar la economía”.
El académico sentencia que no se va a parar el calentamiento global porque “el planeta tiene distraída gran parte de sus recursos y de sus capacidades en otras áreas. Y no estoy hablando de la Covid, ni del hambre, ni la pobreza, ni la guerra: están distraídos en mantener sus economías funcionando y en mantener como están los niveles de vida de cada país en lo individual”.
Para la doctora María Amparo Martínez Arroyo, el cambio climático no es un problema de variabilidad natural, sino de voluntad política y de acción inmediata. La actitud individual es importante, pero por la gravedad del conflicto se tiene que trabajar en conjunto como sociedad.
Asimismo, la doctora en ecología y titular del INECC detalla que el principal reto para atender el cambio climático ha sido asumirlo como colectividad y no como un asunto científico o de gobierno. Para resolverlo se requiere modificaciones de infraestructura, de tecnología y de formas de organización social. “Y no solamente tenemos que trabajar en cuestiones tecnológicas y sociales, sino también en la educación. La educación es fundamental para entender que hay otras formas de vivir, las cuales pueden ser mucho más sanas”.
El doctor José Alberto Gallardo Cruz coincide en que la mitigación del cambio climático ya no es posible mediante el camino de las acciones individuales, debido a que se cuenta con poco tiempo para lograr una reducción en el uso de los combustibles fósiles. El modo de vida actual es completamente insustentable, enfatiza, y el reto para contener la problemática ambiental es de unas dimensiones que poca gente entiende.
“Si tú tienes poco tiempo, pocos recursos y te das cuenta de la magnitud del problema que estás enfrentando, cuando los políticos nos vienen con soluciones de: ‘híjole, ya no hay que usar el auto y súbete a tu bicicleta’, lo que dices es: ‘no vengas con payasadas’. Lo que quiere decir es que no entiendes la magnitud del problema en el que estamos metidos. Si lo entendieras no vendrías con soluciones que lo único que hacen es parecer que haces algo cuando en el fondo no haces nada”, asevera el investigador de la Ibero.
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