El próximo 30 de octubre, más de 156 millones de brasileños están convocados a las urnas en la segunda vuelta de los comicios para elegir al próximo presidente de Brasil. A Lula le faltaron en la primera vuelta, el 2 de octubre, 1.6 por ciento de los votos para ganar en la primera vuelta.
De los electores aptos a votar en Brasil, la abstención fue de 20.94 por ciento, o 32.7 millones de personas, nulos y en blanco 4.31 por ciento o sea 5,4 millones, lo que resultó en 125 millones de votos válidos. Manteniendo esos números gana la elección quién conquiste 63 millones de votos. Lula con 57 millones de votos necesita 6 millones para llegar a los 63 millones, mientras Bolsonaro, con 51 millones, requiere 12 millones.
Un sondeo electoral, divulgado el viernes 14, por el instituto consultor Quaest de Brasil, arroja que Lula, del Partido de los Trabajadores (PT), cuenta con el 49 por ciento de las intenciones de votos, mientras que el actual presidente Jair Bolsonaro obtuvo solo el 41 por ciento.
Estas elecciones presidenciales en Brasil, se han significado por la guerra sucia, el despliegue desproporcionado de propaganda negra. En los canales de televisión, Facebook, twitter y otras redes sociales como WhatsApp se intensifica una campaña de desinformación, ante un paralizado Tribunal Superior Electoral (TSE) que se muestra incapaz de imponer orden ante la avalancha de denuncias y cuyos fallos para retirar propaganda electoral irregular no se hacen efectivos.
Entre el 8 de agosto y el 9 de octubre, el TSE ha recibido 87 peticiones para suspender o retirar propaganda electoral, de las cuales 62 llegan desde el PT, que ha logrado que los tribunales le den la razón en la mitad de los casos presentados. La guerra sucia contra el PT ha sido muy diversa, desde que Lula persigue cristianos, a que fomenta el consumo de drogas entre los jóvenes, o pretende cerrar los medios de comunicación o colocar a antiguos aliados, hoy presos, en el poder. Por su parte, el presidente Bolsonaro se ha prodigado menos en esta cuestión de reclamar a la justicia electoral por la supuesta difusión de noticias falsas por parte de su rival en su contra. Solo siete veces ha pedido la intervención del TSE, que eso sí, ha fallado a su favor en cinco ocasiones según informa Europa Press el 14 de octubre.
Por su parte el expresidente Lula ha denunciado que “WhatsApp es la gran herramienta que usan para difundir mentiras y necesitamos saberlo”. Denunció el martes 18 de octubre al presidente, Jair Bolsonaro, por emplear las plataformas digitales para divulgar mentiras mientras enfatizó que “la verdad siempre ganará”. El candidato de ultraderecha señala Lula, “dice que voy a cerrar las iglesias, pero sabe que creé la ley de Libertad Religiosa, que fui presidente durante ocho años y nunca cerré una iglesia”. Al mismo tiempo, destacó que “estamos ante un ciudadano anormal. Eso hace de la mentira su forma de hacer política. Vi un video de él donde dice que es necesario mentir para ganar las elecciones. No hace campaña ni gobierna honestamente”. De igual forma, el exmandatario llamó al pueblo a tomarse un poco más de tiempo “para derrotar a su máquina mentirosa. Gastan mucho dinero en decir mentiras, pero la verdad siempre ganará” señala Telesur.
Lula de Silva, llegó al primer debate antes de la segunda vuelta con una ventaja de aproximadamente 5 puntos porcentuales, según la encuestadora Datafolha. Durante el mismo Lula acusó a Bolsonaro de que la mitad de las 680 mil muertes causadas por la pandemia de Covid-19 en Brasil podrían haberse evitado si no hubiese sido por los retrasos en la compra de vacunas por parte del gobierno de Bolsonaro, que desde un comienzo mantuvo un discurso negacionista minimizó la gravedad del virus y promovió curas no probadas, como el “Kit Covid”. Más de un año después del inicio de la pandemia en la nación sudamericana, Bolsonaro siguió respaldando el uso de medicamentos como la hidroxicloroquina y la ivermectina, a pesar de que varias investigaciones señalan que estos fármacos no son efectivos en el tratamiento de la Covid-19. Brasil sufrió el 10 por ciento de las muertes del mundo teniendo el 3 por ciento de la población global.
Bolsonaro repitió sus acusaciones de corrupción contra Lula, que lo llevaron injustamente a la cárcel 580 días, siendo completamente inocente y quien además fue absuelto por la Corte Suprema de Brasil que anuló la condena. Está clara la falsedad de los señalamientos, pero el presidente sigue insistiendo.
A pesar de que el expresidente fue absuelto en todas las causas y se exhibió el montaje judicial impulsado por Sergio Moro, las consecuencias del lawfare tuvieron efecto en mucha gente y alimentó la propaganda de desinformación. “Calumnia … que algo queda …” dice el conocido refrán. Y resulta que Moro fue el senador más votado en el estado de Paraná, y de igual manera fue electo diputado su principal compinche del Lava Jato, el exprocurador Delton Dalagnoll.
En Río de Janeiro el diputado más votado fue el general retirado Eduardo Pazuello, el exministro de Salud de Bolsonaro que se negaba a repartir vacunas, y como senadora por Brasilia una pastora evangelica Damares Alves, recordada por su petición de que “los niños se vistan de azul y las niñas de rosa”.
Así que el gran rechazo del gobierno del fascistoide Bolsonaro que predecían las encuestas y ya festejaban algunos no ocurrió, pues lamentablemente le resultó la demagogia de pregonar “Dios, patria y familia” para mover emociones que le ha dado un respaldo muy firme por todo el país e independientemente del resultado que obtenga en la segunda vuelta el bolsonarismo permanecerá con fuerza. Es siniestro que el capitán del ejercito retirado, que ha apoyado a los militares golpistas y usa la fe evangélica para su promoción haya penetrado tanto en el ánimo de muchos brasileños.
Recordemos que los candidatos de Bolsonaro tuvieron los mejores resultados en todo el país con victorias importantes en São Paulo y Río de Janeiro. En este panorama político en el que se consolidan muchas posiciones de la derecha y la ultraderecha le traerá a Lula muchas dificultades de gobernabilidad en caso ganar la presidencia de Brasil. Bolsonaro conservó su amplia ventaja en las áreas del oeste y el noroeste del país y además prosperó en sureste, un bastión tradicional de política conservadora y en el noreste, de los 27 estados, sólo tres quedaron para el PT y otros 11 para fuerzas de derecha. El resto irá a segunda vuelta.
A pesar del gran desempeño del PT con el 48.4 por ciento de los votos (casi 20 puntos más que en la primera vuelta de 2018), pareció quedar en foco el medio vaso vacío, el de la desilusión por no haber evitado el balotaje, por el impensado 43,2% de Bolsonaro —muy por encima de lo esperado— y por el amplio éxito bolsonarista en las gobernaciones y en el Congreso. En el Senado, que renovó un tercio de sus asientos, el partido de Bolsonaro consiguió colocar ocho legisladores más de los que tenía y tendrá la mayor bancada. También será primera minoría en la Cámara de Diputados, con 96 escaños, por encima del PT y aliados que llegarán a 79. El Congreso seguirá siendo mayoritariamente masculino, blanco y conservador. Lo mismo la jefatura de las gobernaciones: de los 27 estados, sólo tres quedaron para el PT y otros 11 para fuerzas de derecha.
Así que resultó que el Partido Liberal (PL), el partido bajo cuyas siglas compitió Jair Bolsonaro, en estas elecciones se ha convertido en la primera minoría electa del Congreso. En este escenario, la izquierda, con los partidos Socialista Brasileño (14), Democrático Trabalhista (17), Socialismo y Libertad y Red de Sustentabilidad (14), reunirá 124 diputados.
El bolsonarista PL se coloca como la principal fuerza con 99 de los 513 escaños disponibles del próximo legislativo. Junto con los partidos que formaron la coalición Brasil de la Esperanza, el de los Trabajadores (PT), del cual el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva es su abanderado en las urnas, quedó en segundo lugar, con 79 escaños de parlamentarios federales.
Por otro lado, y para bien, la izquierda logró la elección de las primeras diputadas indígenas, Sonia Guajajara y Celia Xakriaba , de seis dirigentes del Movimiento Sin Tierra como legisladores. Además, Guillherme Boulos, referente del Movimiento Sin Techo,de las primeras diputadas trans, Erika Hilton y Robeyoncé Lima.
Aún así como el sistema político brasilero es presidencialista, y con la gran experiencia que ha acumulado Lula, podrá hacer avanzar al país y enfrentar el contrapeso que le haga el parlamento.
La situación se presentará difícil, pero Lula esta convencido de su triunfo, su tenacidad es impresionante, antes de ganar la elección el 27 de octubre de 2002 en segunda vuelta tuvo que enfrentar tres dolorosas derrotas.
Lula articuló mostrando gran flexibilidad una amplia alianza que une a diez partidos con extensión nacional, que van desde el Partido Comunista do Brasil (PCdoB el Partido Verde (PV) hasta), el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) hasta el Partido Verde (PV). Es apoyado a su vez por los principales movimientos sociales organizados del país, como el Movimento Sem Terra (MST), el Movimento dos Trabalhadores Sem-Teto (MTST), el Movimento de Trabalhadores por Direitos (MTD) y el Levante Popular da Juventude, entre muchos otros. También lo apoyan las más importantes centrales sindicales del país.
Lula lleva en alianza a Geraldo Alckmin (PSB) como candidato a vicepresidente. Alckmin es uno de los fundadores, junto con el expresidente Fernando Henrique Cardoso, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), de gran tradición, y ha sido uno de los garantes de la gobernabilidad del país. Llevó a la presidencia a Fernando Henrique Cardoso, aunque no repitió un triunfo presidencial pero sí en alcaldías, legislaturas y el congreso. Lo que le ha permitido ser un partido “bizagra”. Lleva el PSDB una gran mancha en su historia puer fue uno de los actores claves del impeachment en 2016 y luego sostuvo al gobierno del golpista Michel Temer (MDB).
Es muy importante el triunfo de Lula, por lo pronto Simone Tebet respalda a Lula para segunda vuelta electoral “Aunque mantenga las críticas que hice al candidato (…) depositaré en él mi voto, porque reconozco su compromiso con la democracia y la Constitución, que desconozco en el actual presidente”, declaró la senadora de centro-derecha. La senadora tuvo 4.9 millones de votos en la primera vuelta (el 4.16 por ciento del total) .
Es importante que a menos de dos semanas de la votación los estudiantes brasileños han salido a las calles, en casi todo el país, en contra de los recortes planeados por Bolsonaro. Las marchas de los jóvenes se han realizado en 21 estados y el Distrito Federal en un acto nacional convocado por la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) y la Asociación Nacional de Graduados. La manifestación demanda que se revierta al recorte de 460 millones de dólares que el Ministerio de Educación quiere aplicar al sector educativo. A su vez, la presidenta de la UNE, Bruna Brelaz, ha asegurado que es “inaceptable que las instituciones vivan sobre constantes recortes, sin un proyecto del Ministerio y del Gobierno (del presidente Jair Bolsonaro) para que las entiendan como estratégicas para el desarrollo del país” según la agencia EFE.
El resultado de esta elección es fundamental para el futuro de Brasil y la correlación de fuerzas en Latinoamérica, también tendrá efectos a nivel mundial porque su economía es la 12 más importante del planeta y la más grande de Latinoamérica seguida por México. Además, revertiría la situación creada tras el golpe de estado “blando” que derrocó a Dilma Rousseff en 2016 y sería una gran victoria ante la apabullante campaña mediática que no ha cesado con grandes campañas de mentiras y propaganda basura. De cualquier forma más temprano que tarde la ruta brasileña lleva a la democracia.
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