Las pérdidas de decenas de vidas humanas y miles de millones de pesos fueron el saldo del impacto de desastres de diversa índole en la realidad de Cuba en 2022, ante cuyos escenarios se impuso la solidaridad del pueblo.
Las banderas ondearon más de una vez a media asta en las plazas públicas y los corazones de los habitantes de la isla, para homenajear a las víctimas fatales de siniestros que se volvieron únicos en la historia reciente del país por los récords negativos que impusieron.
Entre las imágenes de tristeza y de dolor se alzó también la esperanza y la solidaridad de la mano de bomberos, rescatistas, amigos de otros países y miles de personas que acudieron de forma voluntaria a ayudar a resarcir los daños provocados.
El 6 de mayo de 2022 un fuerte estruendo rompió la cotidianidad en el centro histórico de La Habana Vieja. Mientras un camión cisterna descargaba gas en los bajos del Hotel Saratoga se produjo una explosión que destruyó esa instalación, gran cantidad de edificaciones en los alrededores y dejó un saldo de 46 fallecidos y un centenar de lesionados.
Durante casi una semana rescatistas laboraron en la búsqueda de quienes quedaron atrapados entre los escombros, bajo la mirada esperanzadora de un país que vio en cada sobreviviente salvado una victoria sobre la muerte.
Se extrajeron más de 90 mil toneladas de escombros como consecuencia del desastre, que cambió el paisaje de una concurrida esquina de la capital y la vida de los familiares y amigos de las víctimas.
Las pérdidas se valoraron en millones de dólares. El hotel, categoría cinco estrellas y en el que habían pernoctado estrellas de la música y el arte, aún se encuentra en recuperación, al igual que varios edificios de viviendas cuyos habitantes fueron trasladados a alojamientos temporales.
De acuerdo con historiadores, este fue uno de los desastres de origen humano más letales en las últimas décadas en Cuba.
Cuba es uno de los países donde más impactos de rayos se reportan, así como de muertes y accidentes asociados a ellos. Constituye una curiosidad, por las dimensiones de la isla, pero la noche del 5 de agosto de 2022 fue el comienzo de uno de las tragedias de origen natural más impresionantes del país.
Uno de los reservorios de combustible de la base de supertanqueros de la bahía de Matanzas, en el occidente de la nación, fue impactado por un rayo, lo que ocasionó un incendio que rápidamente se extendió a otros depósitos, provocando a su paso explosiones y ríos de fuego y ceniza. Como consecuencia del siniestro fallecieron 17 personas, la mayoría de ellos bomberos caídos en el cumplimiento del deber, y hubo más de un centenar de lesionados. El incendio arrasó con la infraestructura de una de las más modernas y grandes instalaciones para el almacenamiento de combustibles de la nación.
Durante cinco días se vertieron por tierra, aire y mar miles de millones de litros cúbicos de agua, mientras el cielo de la llamada Ciudad de los Puentes de Cuba se ennegrecía por los gases y la ceniza producidos por la combustión.
Expertos de México y Venezuela acudieron en apoyo a la labor de los bomberos y rescatistas cubanos, cuya acción, de acuerdo con especialistas, constituyó una proeza humana.
Los restos de los fallecidos fueron localizados, pero nunca identificados, debido a las altas temperaturas a las que se expusieron; ello no impidió que todo el pueblo les brindara un emotivo homenaje en la sede del primer museo dedicado a los bomberos en Cuba, en la ciudad matancera.
Con ayuda de Venezuela se recupera actualmente la base de supertanqueros de Matanzas, cuyo proyecto toma en cuenta las causas del suceso para mitigar el posible impacto de otro rayo, uno de los fenómenos naturales de mayor poder destructivo.
Los damnificados han recibido el apoyo gubernamental para recuperar viviendas y pertenencias, mientras que autoridades ambientales desarrollaron tres inspecciones cuyos resultados no reportaron daños en la bahía, tampoco en las aguas subterráneas ni en cultivos.
En 2022 los expertos vaticinaron para Cuba una temporada ciclónica activa, con una alta probabilidad de que un huracán de gran intensidad impactara con sus vientos, lluvias y penetraciones del mar en la geografía nacional.
El 27 de septiembre, los pronósticos se convirtieron en certeza y luego en tensión y angustia para los habitantes del occidente del país, incluyendo la capital, cuando el cono de trayectoria del huracán Ian, categoría tres en la escala Saffir-Simpson, confirmó su inminente impacto.
Los vientos de más de 185 kilómetros por hora, las lluvias torrenciales y la irrupción del mar hicieron estragos en la economía, la naturaleza y los proyectos de vida de millones de personas. La inestabilidad provocada en el sistema electroenergético nacional ocasionó que pasara a una situación excepcional y colapsara durante varios días.
Fuentes gubernamentales confirmaron el fallecimiento de tres personas, la afectación de más de 100 mil viviendas e importantes daños en la infraestructura eléctrica, de comunicaciones y la agricultura, en esta última fundamentalmente en el cultivo del tabaco, del cual Pinar del Río es referencia mundial.
La isla atraviesa una difícil situación económica por el recrudecimiento del bloqueo estadounidense y la crisis pos pandemia de Covid-19, por lo que la estrategia de recuperación tomó en cuenta el impulso a soluciones de desarrollo local.
Aunque las redes de electricidad, agua y comunicaciones ya se recuperaron, levantar las viviendas derrumbadas y recuperar la infraestructura productiva tomará un poco más de tiempo.
No obstante, nadie quedó abandonado y tras el huracán natural, otro humano ha llegado desde todos los rincones del país hasta las regiones más apartadas del occidente con donativos, recursos, presentaciones artísticas y manos dispuestas a limpiar, despejar, apoyar y construir.
A pesar de su diversidad, los siniestros acontecidos en Cuba en 2022 presentan varios elementos comunes.
La organización institucional del país y los servicios básicos desarrollados por la Revolución Cubana permitieron no solo enfrentar estas situaciones, sino además mitigarlas, recuperarse e incorporar las lecciones aprendidas.
En cada momento, desde los primeros minutos, las más altas autoridades del país se presentaron en el lugar de los hechos y dialogaron con la población y especialistas para tomar las medidas más cercanas a la realidad. En ese accionar fue decisiva también la solidaridad de la ciudadanía y de amigos que evidenciaron que Cuba no está sola.
En el extremo opuesto se situaron las distintas campañas de desinformación que se organizaron desde el exterior por los enemigos del proceso de transformaciones socioeconómicas de Cuba, sobre todo en las redes sociales, con el ánimo de difamar la gestión gubernamental y sembrar el caos.
Todos los intentos desestabilizadores fracasaron porque con la misma fuerza natural de las explosiones, tormentas eléctricas y huracanes que provocaron la destrucción, el país comenzó a recuperarse con lo aprendido, respondiendo a la adversidad con la solidaridad.
José Armando Fernández Salazar*/Prena Latina
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