En el juego de palabras gobierno y cavernícola, Ricardo Salinas Pliego encontró el término compuesto de “gobiernícola”, para referirse a los políticos actuales. Implicó a quienes lideran a la Cuarta Transformación (4T), pero sin referirse directamente al presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Se entiende que “gobiernícola” tiene un sentido peyorativo. Al comparar a un político con un cavernícola, se le quita el raciocinio alcanzado por la especie humana hasta nuestros días. Y, al contrario, le otorga características inherentes a los hombres de las cavernas, las cuales pueden ir desde comportamientos animalescos como habitar en cuevas, tener una dieta basada en la recolección, la caza y la pesca y hasta en el consumo de carroña y el salvajismo.
Y por la carroña y el salvajismo podemos comenzar a comparar a los políticos con los cavernícolas. Entre aquellos incipientes humanos, sin duda hubo carroñeros, como los hay en los especímenes políticos más destacados en la actualidad, y no precisamente por sus virtudes, sino por su salvajismo.
La jefascista de la delegación Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, es el mejor ejemplo del primitivismo gobiernícola y acciones cavernarias. La delegada ha cometido muchas. Basta señalar la brutal golpiza que, bajo sus órdenes y en su presencia, sus policías de las cavernas –o de las cuevas– le propinaron a Roberto Noricumbo.
En los videos que han circulado sobre este salvaje crimen, se ve a Cuevas señalar a un indefenso ciudadano que paseaba por avenida Reforma. Inmediatamente, sus polipitecus lo golpearan al más puro estilo cromañón.
Y éste no es el único acto violento de la alcaldesa. Es así que, de la especie político gobiernícola, es la mejor neolítica por el salvajismo que la caracteriza. Además, ha realizado otros actos chuecos, autoritarios, fascistas y perniciosos a la sociedad desde que ostenta el cargo de delegada.
Xóchitl Gálvez es la gobiernícola promedio y mediocre, como ha sido su carrera política. Si Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no la hubiese “corcholateo”, su nombre se habría olvidado entre otros tantos. Hoy, sigue siendo mediocre, sin embargo, es más popular. Esto gracias a la proyección mediática, de la cual ha gozado desde que la oposición –empresarial, política y contraria a la 4T– la adoptó como su candidata.
Y quizás Gálvez no sea tan de la cueva o cavernaria, al menos no se la ve mandando madrear a ciudadanos, pero es mentirosa. Además, tiene tal cantidad de trapacerías, actos corruptos, abuso de autoridad y de poder en su trayectoria que es igual de perniciosa para la sociedad como Cuevas, pues es en la práctica deshonesta de la política cuando se desata el salvajismo gobiernícola.
Gobiernícolas hay muchos y en todos los partidos, no sólo del PRIAN. Por ejemplo, en el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) tenemos al mentor, al formador de Cuevas, al que le dio a la delegada de la Cuauhtémoc el garrote político: Ricardo Monreal, el del lento hablar, el constitucionalista, el de las transas con los libros en el Senado, el de las traiciones a la 4T.
Y no es que Monreal sea un golpeador, pero sí es un taimado. Por ejemplo, está el intento de engañar a la periodista Daniela Barragán y al público en la más burda treta de esconder “la bolita frente a cámaras”. En este caso, sustraer documentos cuando indicaba que se los entregaba a Barragán, tal como se aprecia en el minuto 37 del siguiente video (https://www.youtube.com/watch?v=gmLvOtCrVGw).
También, tenemos al máximo exponente del Partido Verde Ecologista de México (PVEM): Manuel Velasco. Cuando era gobernador cacheteó a un ciudadano (https://www.youtube.com/watch?v=mpom-y4n_SQ). Si eso hace en un evento público… ¡Qué no hará en privado!
A los del PVEM hay que hacerlos memorizar: no robar, no mentir, no traicionar y no cachetear; además, no podemos enlistarlos a todos. Sin embargo, políticos perniciosos –en activo y retirados– que cometen –o cometían– ataques reiterativos a México abundan:
Manlio Fabio Beltrones, Lily Téllez, Germán Martínez, Vicente Fox, Felipe Calderón, Rosario Robles, Alejandro Moreno, Marko Cortés; en fin, usted puede completar la lista de los gobiernícolas de abolengo.
Asimismo, y con el mismo sentido descalificador a la persona que ejerce la profesión aludida, la palabra “cavernícola” se puede mezclar con otros términos, no sólo “gobernante” o “gobierno”. Por ejemplo, “cavernícola” y “periodista” nos daría “periodistícola”.
Y, en esta categoría, entran los “periodistas” que mienten, difaman, atacan sin pruebas y especulan para causar daño –lo del chayote y otras corruptelas lo dejamos para otra reflexión–:
Carlos Loret de Mola, famoso por sus montajes televisivos; Joaquín López Dóriga, exhibido frecuentemente en la mañanera en la sección “Quién es quién en las mentiras de la semana”; Brozo, el embustero más vulgar de todos; Azucena Uresti, la que maliciosamente especuló con su salida de Milenio; Raymundo Riva Palacio, para quien la verdad ya no importa, o Carlos Alasraki, ferviente adorador de Goebbels y su máxima de que una mentira repetida mil veces se vuelve verdad (https://www.capital21.cdmx.gob.mx/noticias/?p=30742).
Lamentablemente, el garrote sesgador ha sido blandido por Carmen Aristegui y Anabel Hernández entre casas grises, chocolates y narcoficción chismográfica. Y la lista, otra vez, se volvería larguísima; usted lector ajústela o compleméntela de acuerdo a su apreciación sobre nuestros periodistícolas.
En sociedad, los empresarios tienen un papel fundamental: abonar al desarrollo económico del país. Por su liderazgo, influyen más allá de la esfera económica. Es así que, por su relevancia, se vuelve insoslayable combinar la palabra cavernícola con aquellos hombres de negocios que resultan dañinos a la sociedad.
“Empresario” mezclado con “cavernícola” nos da “empresarícola”. En esta categoría, se identifica en primer lugar a Claudio X González, por sus maniobras en la política, además de ser quien dirige al PRIAN rumbo a las elecciones de 2024. González azuzó a sus colegas para continuar la represión contra el magisterio en 2016. Y no debemos olvidar que llamó a los maestros “pinches delincuentes” (https://www.sinembargo.mx/15-05-2023/4360013).
¿Quién puede decir que organizar las más brutales represiones contra el magisterio no es un acto cavernícola? Tenemos así que “empresarícola” es aquel neandertal de negocios que daña el ambiente; que contrata personal mediante el “outsourcing”, y que niega los derechos laborales que corresponden.
Es quien se enriquece al amparo del poder político mediante la usurpación de bienes de la nación; que no paga los impuestos que debe a la Hacienda; que acapara y revenda medicamentos, y que vende productos al gobierno a sobreprecio.
En general, los empresarícolas son aquellos que entorpecen el desarrollo de México en cualquier área, dañan los bienes nacionales y a los mexicanos. Aquí, estimado lector, seleccione a sus empresarícolas favoritos y arme su lista.
Es así que la combinación de la palabra cavernícola que Ricardo Salinas Pliego determinó para referirse a los políticos perniciosos a la sociedad, puede aplicarse a cualquier profesión u oficio, en el cual el aludido sea contrario al bienestar de la sociedad en estos tiempos de social-salvajismo político, económico y mediático.
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