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El Ejército Azul: la organización terrorista del PAN

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Zósimo Camacho/ José Réyez

En 1970, el PAN organizó un grupo armado que, al menos hasta 1996, realizaba actos terroristas y combatía a los movimientos insurgentes mexicanos y latinoamericanos, revelan archivos secretos de inteligencia naval a los que Contralínea tuvo acceso. El llamado Ejército Azul contaba con entrenamiento de agencias de Estados Unidos, Alemania e Israel y estaba vinculado al narcotráfico. El régimen lo toleró y utilizó contra las guerrillas

Tercera parte. El Partido Acción Nacional (PAN) auspició –en la década de 1970– un grupo clandestino ultraderechista y violento que, al menos hasta 1996, seguía operando. Documentos secretos de inteligencia naval revelan por primera vez la existencia del Ejército Azul, una organización terrorista con vínculos con el narcotráfico, la estadunidense Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés) y entrenamiento en Miami y Los Ángeles, Estados Unidos; Berlín, Alemania, y Tel Aviv, Israel.

Los archivos de inteligencia naval sobre la Guerra Sucia, obtenidos por Contralínea, muestran que esta organización fue aliada informal del Estado mexicano. Los documentos señalan que el Ejército Azul tuvo una “participación para frenar el avance revolucionario en Latinoamérica”. Incluso colaboró, con dinero y combatientes, con la contrarrevolución de Nicaragua y en el entramado Irán-Contras.

En los legajos se consignan algunas características de este grupo armado, pero no hay foja alguna que revele que se le persiguió. De hecho, de todas la personas desaparecidas, ejecutadas extrajudicialmente, encarceladas y torturadas por el Estado mexicano durante la época de la Guerra Sucia y el Terrorismo de Estado, ninguna perteneció a las organizaciones clandestinas de la derecha.

El Ejército Azul –según los documentos de Inteligencia Naval– reclutó sus bases de organizaciones estudiantiles ultraderechistas como el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO), Los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), el Instituto Francés de la Laguna (Durango y Coahuila) y el Instituto Tecnológico de Chihuahua.

FOTO: 123RF

En los documentos no se habla de la existencia de El Yunque, pero se advierten las diferencias. La Organización Nacional del Yunque es una sociedad secreta armada que, además de realizar acciones violentas, busca colocar cuadros en el sistema político mexicano y alcanzar el poder penetrando las cúpulas. Mientras, el Ejército Azul buscaba formar columnas armadas con campesinos pobres y disputar comunidades agrarias e indígenas a las guerrillas. Su concepto es más parecido a los “paras” que aparecerían en Colombia para enfrentar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

En 1996 el Ejército Azul, con “preparación militar antiguerrilla”, todavía realizaba “prácticas de entrenamiento y supervivencia en la Sierra Tarahumara, en Los Ángeles y Miami”. Y seguía reclutando entre las “clases marginadas y de pobreza extrema” en Chihuahua.

Los documentos ubican como dirigente del Ejército a Azul a “Rodrigo Rivas”, un panista chihuahuense involucrado en el narcotráfico. La descripción que realizan de él los elementos de Inteligencia Naval que elaboraron las fichas raya en la admiración:

“Uno de los responsables a nivel nacional es Rodrigo Rivas, persona de la ciudad de Chihuahua, preparado en Israel, Alemania y Estados Unidos en contraguerrillas, es un gran tirador con todas las armas de fuego y tiene fuertes compromisos con narcotraficantes. Posee gran capacidad de convencimiento, es bien preparado y de trato agradable. Su personalidad ilegal la oculta tras la imagen de representante de empresas forestales, para de esa manera, poder actuar y dejarse ver en toda la Sierra de Durango y Oaxaca.” (sic)

Con todo, identifica al “señor Ballian de Chihuahua” como “quien manda realmente”. En el expediente, incompleto, no hay rastro alguno que permita identificar a este personaje ni al propio Rodrigo Rivas.

El Ejército Azul, a su vez, se dividía en Comandos. Los archivos de Inteligencia Naval nombran dos tipos: los Comandos de Acción Rápida (CAR) y el “Grupo ‘COMAS’” (sic). Tampoco se encuentra el desglose de esa sigla o acrónimo.

De acuerdo con los archivos, la CIA avisó al gobierno mexicano de la conformación de grupos armados en el seno de la derecha mexicana. Ante el surgimiento de guerrillas revolucionarias, consigna el documento, el PAN decidió conformar también una organización armada con estructura de ejército “y a quienes brinda una preparación militar antiguerrilla”.

Señala que estos grupos “son asesorados por ex combatientes de Vietnam y realizan prácticas de entrenamiento y sobrevivencia en la Sierra Tarahumara de Chihuahua, en Los Ángeles y Miami” (sic). La propia CIA participaría en la capacitación de los líderes del Ejército Azul, por su filiación anticomunista.

Los documentos señalan incluso que militantes de este ejército clandestino de ultraderecha participaron “con dinero, equipo, jóvenes” en la lucha contra las guerrillas comunistas en varios países de América Latina “y en el problema IRAN-CONTRAS” (sic).

Como se recordará, el caso Irán-Contras tuvo lugar entre 1985 y 1986 e involucró al gobierno de Estados Unidos y grupos de la ultraderecha latinoamericana y mundial. Altos cargos del gobierno estadunidense, encabezado entonces por Ronald Reagan, operaron la venta clandestina de armas a Irán y se apoyaron en el narcotráfico para crear y financiar a la contrarrevolución nicaragüense.

Investigaciones de la prensa y del propio Senado estadunidense revelaron que la ilegal venta de armas a Irán redundó en más de 47 millones de dólares, dinero que fue utilizado, principalmente, para la financiación de la Contra que buscaba derrocar al gobierno nicaragüense surgido de la Revolución Sandinista.

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Documentos previamente desclasificados ya habían dado cuenta de la participación de integrantes de cárteles mexicanos en esta trama. Ahora se revela que un movimiento armado mexicano de ultraderecha también aportó combatientes y dinero para tratar de acabar con la Revolución nicaragüense.

Los informantes de Inteligencia Naval señalan que para 1996, el año en que se elaboró uno de los documentos, los panistas del Ejército Azul reclutaban jóvenes de los municipios donde se habían hecho con el poder estatal: Guanajuato, Baja California y Chihuahua. Especialmente de este último estado, los municipios de Parral, Cuauhtémoc, Chihuahua, Juárez y Camargo.

“[…] mandan a los mejores a especializarse en contraguerrillas a Israel y Alemania, con la apariencia de becados a las Universidades de esos países. Ante los últimos acontecimientos [se refiere el documento a las irrupciones del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en 1994, y del Ejército Popular Revolucionario, en 1996] han intensificado su preparación sobre todo en la Sierra de Chihuahua, como una forma de apoyar a las clases marginadas y de pobreza extrema, chocando indudablemente contra los políticos tradicionales y dogmáticos del PRI.” (sic)

El Ejército Azul no se quedó en el reclutamiento y en los entrenamientos. En los documentos se da cuenta de acciones armadas y terroristas que efectuó, sobre todo, en el estado de Chihuahua. Las acciones se efectuaron contra maestros rurales y activistas sociales. Destaca el documento las actividades de elementos reclutados de una escuela de educación básica secundaria.

En los documentos no queda claro el año de un atentado que se describe. Pudo haber sido en 1994 o 1996. La noche de un 28 de enero tres jóvenes, exalumnos de la Escuela Secundaria Técnica 5 asentada en Ciudad Cuauhtémoc, hicieron estallar explosivos en un edificio recién deshabitado pero que tenía valor simbólico por ser la casa del maestro.

“El joven Edgar Castillo Hernández, autor del atentado, participa como brigadista en el Ejército Azul del PAN”.

En los archivos se asienta que militares mexicanos lo interrogaron sin torturarlo. Se lee textualmente: “El joven Edgar Castillo, según peritaje del Ejército Nacional [sic], es un gran conocedor de manejo de armas y explosivos, encontrándose en su casa componentes y sustancias para elaborarlos [explosivos], así como libros y apuntes relacionados con ellos” (sic).

En el legajo se hace referencia a otro atentado ocurrido 3 años antes, cuando otro joven egresado de esa misma secundaria técnica fue sorprendido colocando una bomba en las instalaciones de la Policía Judicial en Ciudad Cuauhtémoc.

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Y se remonta 6 años atrás, cuando “un grupo de jóvenes plenamente identificados como hijos de reconocidos militantes del PAN colocaron bombas en la casa y vehículos de funcionarios de la presidencia municipal de Cd. Cuauhtémoc, Chih., así como en la casa del agente de Seguridad Nacional” (sic).

En el apartado “Observaciones” se explica sobre las causas y los fines de esos atentados. Se señala que están dirigidos contra los profesores Enrique Saucedo Rodríguez y Ramón Montana Ferro. El primero, director, y el segundo, subdirector, de la Escuela Secundaria Técnica 5. Ambos eran entonces dirigentes locales del partido socialista Comité de Defensa Popular y fundadores de la colonia Lucha Campesina.

Los atentados habrían sido ordenados por otro profesor, éste diputado local por el PAN, de nombre Bernardo Torres, y cobijado por un “diputado federal” también panista identificado en el documento sólo como “Barba Barba”. A este último se le señala como exdirigente de Los Tecos.

Se consigna que tanto los profesores del Comité de Defensa Popular como Bernardo Torres son “distinguidos y reconocidos luchadores sociales en la región noroeste del Edo. Chihuahua”. Los primeros de izquierda; el segundo, de ultraderecha.

El archivo, incompleto, refiere que el Ejército Azul mantiene intenso trabajo de reclutamiento de jóvenes en Ciudad Cuauhtémoc que son trasladados a Ciudad Juárez para integrarlos a los “COMAS” y a los CAR. Son utilizados “para reprimir manifestaciones en todo el estado; estos grupos fueron los que actuaron en la represión contra el Prof. Enrique Saucedo y un grupo de campesinos cuando efectuaban un mitin el pasado 30 de junio de 1993” (sic).

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Traición al pueblo mexicano, la característica de la ultraderecha en todas sus vertientes: Pablo Moctezuma

 

Un rasgo de la derecha mexicana, en toda su historia y todas sus vertientes, es su desprecio al pueblo de México y su proclividad a defender intereses extranjeros, destaca el doctor Pablo Moctezuma Barragán, historiador y estudioso del panismo.

 

“Hay que ubicar los intereses de la derecha. Se caracterizan por la defensa de los grandes propietarios frente a los pueblos.”

 

Explica que su programa puede reducirse a la defensa de la propiedad privada. Incluso otras características de su ideología en cuanto a temas como los derechos de las mujeres, de la comunidad de la diversidad sexual, el aborto y los derechos de los migrantes se derivan de lo que considera “transmisión de la propiedad, el despojo y sometimiento de los pueblos”.

 

La derecha siempre ha defendido a los intereses de las grandes corporaciones, considera. “Desde la Colonia, servían al rey y a la Iglesia. Los intereses de la derecha siempre han estado ligados con la propiedad. Para sostener eso tienen que ser autoritarios; y esa ha sido la característica del PAN”, actúe abiertamente o en sus expresiones secretas.

 

Advierte que la clandestinidad no es una condición extraña en la derecha. De hecho, es muy común. En el Siglo XX tuvo que replegarse frente al triunfo de la Revolución Mexicana. El pensamiento derechista sufrió una contundente derrota ante las ideas progresistas y de justicia social. Entonces florecieron sus organizaciones clandestinas y sociedades secretas.

 

La situación cambió a principios del Siglo XXI. “La derecha ya no necesitó hacer este trabajo clandestino, porque a través de [Vicente] Fox y [Felipe] Calderón defendió abiertamente los intereses a los que ellos son proclives. Desde el inicio el PAN busco la privatización; esa fue la doctrina de Gómez Morín. Fox y Calderón lo hicieron. Efectuaron la violencia del Estado” y buscaron la integración con Estados Unidos en materia energética y de seguridad.

 

“Emplean la violencia siempre. Si no están en el poder, su violencia es soterrada. Estando en el poder, ya es de manera abierta. Otra característica de la derecha es el racismo, el clasismo, su subordinación al extranjero. En la Colonia fue a España y en el neocolonialismo que vivimos hoy es a Estados Unidos.”

 

—¿Hubo una alianza de estos grupos con el Estado para combatir a la izquierda del país?

 

—Sí, desde luego. El Estado ha jugado con la mano izquierda y derecha. Utiliza a grupos como Los Tecos, el Muro, al Frente Anticomunista [Universitario] para provocar, golpear movimientos no sólo armados sino campesinos, estudiantiles, populares. Claro, de la mano del Estado. Tenemos el caso del gobierno de [Luis] Echeverría, que sabemos que él era agente de la CIA, su clave era Litempo 8. Él usó al Frente Universitario Anticomunista de Puebla para asesinar a Joel Arriaga, un intelectual muy comprometido que estuvo preso por el movimiento del 68. Fue asesinado por este movimiento Anticomunista y por Echeverría.

 

—¿Subsisten estos grupos armados de ultraderecha en el país?

 

—En México se enfrentan grandes intereses. Hay intereses de las grandes corporaciones, las cuales, desde luego, hacen uso de la violencia. La derecha se ha vuelto más pragmática y usa mucho al crimen organizado y criminales clandestinos para dar golpes que necesitan. Lo vemos claro con las mineras. Los luchadores que se han enfrentado a las mineras canadienses como Mariano Abarca, Bernardo Vázquez, Oscar Ontiveros, han sido asesinados por grupos al servicio de estas mineras. Políticos panistas están aliados a estos intereses. Tenemos el caso del asesinato de los yaquis Tomás Rojo y Luis Urbano, que estaban luchando por el agua. Vemos cómo detrás de estos grandes intereses están estos grupos criminales que ya son más pragmáticos. No actúan bajo ideales, pero sí son usados por políticos, no sólo del PAN, para esos golpes. Hay casos más claros, como el asesinato de la periodista Miroslava Breach, en el que el autor intelectual fue el presidente municipal de Chihuahua [Hugo Schultz], panista.

 

“Por otro lado, en el mundo se polarizan las cosas. En Ucrania son los fascistas pronazis quienes están en guerra con Rusia, y están en el gobierno. A nivel internacional hay organizaciones de ultraderecha en varios países, en España, en Francia. Desde luego que sí hay de manera muy disimulada, poco pública, pero sí se organizan estos grupos que hacen uso de la violencia. También son comunes las provocaciones, bombazos, incendios, que son operados por los grupos de derecha clandestinos.”

 

FOTO: CUARTOSCURO.COM

En Jalisco, la izquierda a dos fuegos durante Guerra Sucia

 

Durante el periodo del Terrorismo de Estado, organizaciones de izquierda enfrentaron en Jalisco un doble enemigo hasta su extinción: los aparatos de represión del estado y de la Federación, y la temible pandilla de Los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG).

 

Los Tecos son considerados como una agrupación de corte nazi y opera desde la UAG. Incluso se les ha vinculado con el Ku Klux Klan. Entre sus simpatizantes y seguidores se encuentran destacados panistas, como Francisco Ramírez Acuña, exgobernador de Jalisco y exsecretario de Gobernación durante el gobierno de Felipe Calderón.

 

La historia de Los Tecos de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG) y su ideología fascista han trascendido las fronteras de Jalisco. En Baja California, por ejemplo, fueron cooptando parte de la estructura del Partido Acción Nacional (PAN) y de los distintos gobiernos en su poder.

 

En el Estado de México, Óscar Sánchez Juárez fue elegido y luego rechazado en 2013 como dirigente del PAN. Este político ultraderechista se declaró públicamente simpatizante de Hitler, de quien admira, dijo, su “liderazgo” para que miles de personas estuvieran dispuestas a “dar la vida” por él.

 

El movimiento anticomunista en Jalisco fue una de las expresiones públicas más organizadas y de mayor envergadura que los grupos de derecha de la entidad y de México tuvieron en la década de los setenta en contra de toda manifestación de izquierda.

 

Anticomunismo, lógica internacional

 

El surgimiento del anticomunismo en Jalisco respondió a una lógica internacional más que nacional o local, y en Guadalajara se desarrolló a través del grupo Los Tecos, integrado por activistas fascistas que dirigen no sólo el movimiento social sino a la UAG, constituye la cortina que cubre sus actividades subversivas e ilegítimas, refiere la investigadora María Guadalupe Moreno González.

 

Afirma que el grupo de Los Tecos se identificó por el trabajo secreto que realizó en la década de 1970 a través de la Brigada Anticomunista de la Universidad Autónoma de Guadalajara (BADUAG), cuyas prácticas de las sectas clandestinas relacionadas a un trabajo político contemplaban actividades como “defensa personal, organización de grupos secretos con sus rituales definidos, vigilancia e instrucción militar”.

 

En su análisis El movimiento anticomunista en Jalisco durante los años setenta, Moreno González, investigadora del Departamento de Estudios sobre Movimientos Sociales de la Universidad de Guadalajara, explica el surgimiento, formas de manifestación e implicaciones que el movimiento anticomunista tuvo en la vida política y social de Jalisco.

 

Señala que la formación de militantes más comprometidos en las actividades subversivas incluyó también la preparación militar cuyo propósito sería no sólo responder por la seguridad y el orden del propio movimiento, sino el de penetrar la ofensiva antimarxista.

 

“Dado que conciben que el marxismo es terrorista, le oponen un contra-terror antimarxista que se instrumentaría por los grupos de choque. Los integrantes de dichos grupos son entrenados por el Pentatlón, aunque también reciben armas, doctrina e instrucción en terrorismo por la organización Alpha 66”, apunta.

 

El anticomunismo realizó un trabajo continuo desde dos posiciones definidas: la ideológica, a través de campañas de desinformación, de desprestigio y del miedo e incertidumbre a lo que representaban el comunismo y la izquierda, y los hechos prácticos de persecución, de espionaje y de infiltración, hasta lograr la desaparición e invisibilidad de toda expresión comunista en la vida sociopolítica de Jalisco.

 

Por ello, las principales acciones que el movimiento anticomunista desarrolló se hicieron en vinculación directa con los sectores más importantes de la derecha en la entidad, algunos grupos empresariales, así como con la Dirección Federal de Seguridad (DFS) y la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales (DIPS).

 

Así, la UAG se constituyó como el principal centro de operaciones del anticomunismo a nivel regional, nacional e internacional, y se vincularía directamente con la Liga Mundial Anticomunista (LMA), cuyo centro de operaciones estuvo en Taiwán.

 

“La trascendencia de este movimiento radica, entre otras cosas, en que su sede constituida en Guadalajara, capital del estado, se convirtió en el centro de operación más importante para América Latina”, indica la catedrática.

 

El anticomunismo se solventó con la justificación de “proteger” a la sociedad de la “amenaza comunista” llamada “ola roja” ante la posibilidad latente de que se llevara a la práctica sociopolítica la ideología comunista en México y en América Latina.

 

Después de la represión de 1968, varios grupos de izquierda universitaria iniciaron un proceso de organización que dio pie, en 1970, a la creación del Frente Estudiantil Revolucionario (FER). Su primera acción fue tomar la Casa del Estudiante, que había sido el local de reunión y operación de la entonces extinta Federación de Estudiantes de Occidente (FESO).

 

El FER fue conformado por diversos grupos universitarios y estudiantiles de izquierda, entre ellos los Vikingos de San Andrés y las Juventudes Comunistas (JC); la mayoría de sus integrantes eran pequeñas agrupaciones, se convirtió en el principal grupo antagónico de la FEG.

 

El enfrentamiento entre el FER y la FEG se extendió durante 1971 y provocó muertes de ambas partes y decenas de detenidos (curiosamente todos del FER). Además, en su seno había agentes del servicio secreto que se habían hecho pasar por estudiantes, y ello en cierta forma incidió en su desaparición. Para 1973, nace la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S), y con ella se desencadenaría la guerrilla urbana en Jalisco.

 

El gobierno federal respondió al enfrentamiento entre la FER y la FEG respaldando a esta última, gozaba del apoyo estatal y el Estado le entregaba armas, les brindaba legitimidad, apoyo político e impunidad.

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