En México operaría una organización secreta de ultraderecha denominada El Yunque, que desde la década de 1950 se habría infiltrado en ámbitos educativos, sociales, económicos y políticos. Su misión es defender el reino de Dios de amenazas anticatólicas y sobre todo estaría ligada al Partido Acción Nacional. Ésta tendría sus propias universidades y asociaciones civiles; incluso algunos de sus miembros han ocupado cargos públicos en la cúpula presidencial, consideran investigadores consultados.
El nombre de la organización alude a una herramienta de herrería, la cual es un bloque macizo de un material lo suficientemente duro como para forjar otros componentes resistentes. Su fundación la habría efectuado un grupo de jóvenes universitarios de Puebla –apoyado por la Iglesia Católica– en el año 1953.
El nombre de esta entidad de ultraderecha se ha modificado con el paso del tiempo, explica en entrevista el doctor Mario Santiago Jiménez, profesor del Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora. Nació con el nombre de Vanguardia Integradora de la Nación; después, entre las décadas de 1970 y 1980 cambió a Organización Nacional de el El Yunque. También llegaron a reconocerse como La Orquesta. Y su mote de batalla es El Yunque.
La agrupación cuenta con varios membretes para evitar el rastreo de sus actividades. “Pueden llegar a tener hasta tres o cuatro nombres: cuando ves los expedientes de la Dirección Federal de Seguridad te das cuenta de que se hacen bolas: no saben si es una, si son cuatro; se confunden. Y ésa es la idea”, agrega el académico.
Las militancias católicas en México tienen una tradición que se extiende desde el Siglo XIX. A principios del Siglo XX se organizaron para confrontar las ideas liberales de la Revolución Mexicana; a finales de la década de 1920 para resistirse a la aplicación de la Ley de Tolerancia de Cultos, lo cual derivó en la Guerra Cristera. No obstante, tras La Cristiada continuaron sus operaciones, explica el doctor Mario Santiago Jiménez.
Uno de los grupos católicos más importantes que se formó luego de la Guerra Cristera es el de Los Tecos. Esta agrupación secreta surgió en Guadalajara, Jalisco, durante la década de 1930. Ellos, con la ayuda el arzobispo Octaviano Márquez y Toriz, fundaron El Yunque como una de sus sucursales en Puebla.
Ramón Plata Moreno y Manuel Díaz Cid fueron los iniciadores de El Yunque. En su comienzo, la organización operaba únicamente en las universidades: crearon grupos públicos como el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO) en la UNAM, y el Frente Universitario Anticomunista (FUA) en Puebla.
“En la academia lo que hemos hecho es darle una especie de orden a todo esto, para entender que es parte de una larga tradición; es decir, no surgió nada más en el contexto de la Guerra Fría y no nada más son una reacción: es una larga tradición de militancia. Y la particularidad de estos grupos, en específico de esta rama de Los Tecos, El Yunque, es que desde que se fundaron eran jóvenes que operaban en las universidades”, indica Santiago Jiménez.
La independización de El Yunque llegó tras el Concilio Vaticano II –proceso de adaptación del mundo católico a la modernidad, que se desarrolló entre 1962 y 1965–, detalla el investigador del Instituto Mora. Esta acción de El Vaticano provocó que Los Tecos desconocieran al Papa, porque la consideraban una traición a la Iglesia. Sin embargo, los yunqueros no respaldaron la decisión y optaron por separarse.
Al cierre del Siglo XIX, El Vaticano promovió en la sociedad civil un llamado para que asumieran los valores de la Iglesia Católica y los propagaran entre la población. Así surgieron las militancias de acción católica, explica a Contralínea el doctor Ricardo Pérez Montfort, investigador en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).
Asimismo, el historiador señala que no es rara la existencia de una agitación de la Iglesia Católica para defender, según ellos, la libertad de creencia, pues el aumento de las políticas laicas atentó contra su capacidad económica y sus ejercicios de proselitismo.
El doctor Pérez Montfort agrega que las organizaciones católicas del Siglo XIX nacieron entre los grupos jerárquicos de terratenientes y empresarios, los cuales pensaban que su forma de interpretar y ver al mundo era la única válida y, por lo tanto, la única posible. No obstante, también había organismos de derecha no vinculados a la Iglesia Católica.
“Son un peligro para el país porque son muy elitistas, corruptos, racistas, intolerantes. No tienen capacidad de ejercer los principios democráticos básicos: imponen y están decididos a plantarse frente a la sociedad como un grupo de gente intolerante. La Iglesia Católica no es tolerante, es muy intolerante con el libre pensamiento”, asevera el experto.
Organizaciones de la ultraderecha católica, como Los Tecos y El Yunque, asumen que la civilización mexicana está amenazada por factores anticristianos como el comunismo, el pueblo judío y la masonería. Su idea, en términos generales, es que la esencia de México es católica y por eso se debe defender.
“Lo voy a caricaturizar: así como cuando en el extranjero preguntan qué caracterizaría a un mexicano, pues que tomamos tequila, que comemos tacos, no sé, una serie de clichés. Para ellos la esencia de los mexicanos es el catolicismo: desde que existe México es católico y por lo tanto eso es lo que le da sentido. Por eso cuando dicen ‘México está amenazado’ o ‘hay algo ahí que está en contra de México’, se entiende que es contra la civilización cristiana o el catolicismo”, señala el doctor Mario Santiago Jiménez.
Estos grupos ubicaron a las mencionadas amenazas, por ejemplo, en la laicidad de la Constitución de 1917; en los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) del siglo pasado; en el comunismo de la Guerra Fría; e incluso en una supuesta conspiración encabezada por los judíos.
Los yunqueros consideran que el defender al catolicismo es una misión, apunta el historiador; por eso los primeros militantes, al terminar la universidad y ejercer como profesionistas, optan por continuar con su lucha. Entrar a la organización y defender a la civilización cristiana es una cuestión de vida y “hasta el último día perteneces a la organización y todo lo que haces es en función de la organización”.
En el Siglo XIX, la Iglesia Católica prohibió las militancias secretas porque era un acto asociado a la masonería. No obstante, algunos sectores católicos crearon las organizaciones reservadas para poder mantener sus operaciones bajo sigilo, indica el investigador del Instituto Mora. Dichas organizaciones reservadas son secretas para el público, pero en la jerarquía católica siempre hay alguien con conocimiento de cómo operan y qué hacen. En México existe una larga tradición de estas militancias católicas semisecretas.
“Siempre tiene que haber un miembro de la Iglesia que los esté vigilando, que los asesore; aunque es un eufemismo, realmente es que los vigile. Y es quien les va marcando la línea; es a quien deben consultar si van a hacer tal o cual acción; es quien les regaña si se pasan de la línea, etcétera. Si se parte de ese supuesto, la jerarquía católica en México siempre ha tenido conocimiento de estas organizaciones”, subraya Santiago Jiménez.
La figura de organizaciones reservadas no agrada a todos los clérigos, aclara el doctor en historia moderna y contemporánea. Por ello, El Yunque ha tenido aliados y enemigos al interior de la Iglesia; por ejemplo, cuando quieren fundar un núcleo en un estado o en una ciudad, el obispo local les niega el acceso.
Ingresar y ascender en El Yunque conlleva varios rituales y juramentos. La estructura de la organización es piramidal, por lo cual los miembros realizan compromisos y ceremonias en todos los niveles nuevos. Cada juramento es más fuerte que el anterior; sin embargo, se recompensa con información reservada sobre la agrupación.
“Se supone que el último juramento implica la muerte en caso de traición. Nadie lo ha podido documentar, nadie ha logrado identificar si realmente eso ha ocurrido, o sea, si alguien ha traicionado a la cúpula y lo han matado. No hay registro ni en el periodismo ni en la academia”, dice el doctor Mario Santiago Jiménez.
Las ceremonias efectuadas en cada nivel son similares. Se desarrollan en sitios cerrados, ya sea con luz u oscuros (alumbrados con velas); en el lugar reluce el logo de El Yunque y un crucifijo; y los miembros asistentes portan el uniforme de la organización. Estas ritualidades son características de las agrupaciones católicas, no una exclusividad de El Yunque.
“Tiene un sentido antropológico, es un rito de iniciación. Para nosotros no tiene sentido, puede ser hasta risible, pero para los que están en la organización es tremendo. Es como cuando estudiaste una carrera y harás el examen de titulación: piensas hasta en qué te vas a poner, o sea, es muy emociónate para ti y tu entorno, pero para el resto es indiferente. Lo mismo pasa acá, para los militantes es un momento de consumar una etapa de la vida”, explica el académico del Instituto Mora.
Conforme pasaron los años, los yunqueros se infiltraron en la política mexicana, principalmente a través del Partido Acción Nacional (PAN). Su auge político se dio durante el sexenio de Vicente Fox Quesada, no obstante, el declive de la derecha en el poder también afectó a la organización ultra derechista y católica.
Los fundadores de El Yunque buscaban incidir en sus áreas de desarrollo para reclutar gente que los apoyara en su resistencia civil contra las amenazas anticatólicas; llegar al poder fue una consecuencia de esto, mas no el fin inicial, indica el doctor Mario Santiago Jiménez. Por ello, el investigador consideró que la gestación de El Yunque más que un complot de ultraderecha es una tradición de militancia.
“Imagínate, jóvenes de 17 años que militan en cuestiones católicas y tienen confianza en el sacerdote, y éste les empieza a decir que hay una conspiración y tal; por ello fundan una organización para agarrase a trancazos con los comunistas en la universidad. Plantear que desde ese momento ya ellos están planeando llegar al poder en el año 2000 con el PAN, que es el argumento que sostiene la idea del complot de la ultraderecha, sería estirar demasiado la liga”.
Los yunqueros fundadores aprendieron y crecieron sobre la marcha, agrega. Éstos al salir de la universidad, ya como profesionistas, continuaron la misión en sus nuevos ámbitos de vida. Así comenzaron con el reclutamiento de personas en sus lugares de trabajo, además de su infiltración en organizaciones políticas, como el PAN.
También iniciaron con la creación de organismos públicos como la Unión Nacional de Padres de Familia, el Comité Nacional Provida, la Asociación Nacional Cívica Femenina (Ancifem) y el Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana (DHIAC).
“Cuando dicen ‘hay que implantar el reino de Cristo en México’, es más un eslogan de jovencitos de 20 años en la universidad que algo que realmente quieren hacer. Cuando ya son otras generaciones, las de las décadas de 1980 o 1990, que ya tienen más peso político, que ya creció la organización, que tienen recursos, que ya infiltraron al PAN, entonces sí tiene sentido decir ‘vamos por el poder político’”, señala Santiago Jiménez.
De igual manera, el doctor Ricardo Pérez Montfort estima que las organizaciones de ultraderecha, más que un complot, son parte de la complejidad de una sociedad como la mexicana, la cual posee una serie de dinámicas donde constantemente hay tensión entre lo tradicional, lo jerárquico y lo impositivo frente a la tolerancia, el pensamiento abierto y la lucha contra la desigualdad.
El investigador del CIESAS agrega que las agrupaciones con objetivos como la reivindicación de la educación católica tienen más peso civil que político, pues más del 90 por ciento de la población de México profesa este tipo de religión.
En sus primeras décadas de vida, la organización de El Yunque no tenía buena relación con el PAN, porque consideraba a los panistas como un grupo vendido al PRI, cuenta el doctor Mario Santiago Jiménez. No obstante, bajo la idea de unificar a todos los católicos en una sola línea, para las décadas de 1970 y 1980 comenzaron a infiltrarse en el partido.
Asimismo, añadió que miembros de El Yunque participaron con el PAN, por ejemplo, en las elecciones de Chihuahua de 1986, en la candidatura presidencial de Manuel Clouthier de 1988 y en el gabinete del expresidente Vicente Fox. Este último hecho marcó un nuevo camino hacia el objetivo de los yunqueros: conseguir el poder político para defender al catolicismo.
“Cuando logran llegar al Poder Ejecutivo, con Fox, ahí es donde dicen: ‘esta era la estrategia. Eso es lo que teníamos que hacer’. Por eso no se han salido del PAN, incluso se metieron a otros. Andaban en el PRD, algunos se fueron al PRI. Por ahí se dice, no lo he documentado, que hay en Morena, de distintos estados, metidos integrantes de El Yunque”.
En las últimas dos décadas, abunda el historiador, al interior de El Yunque han existido problemas entre las viejas y las nuevas generaciones, pues los miembros más longevos acusan a los recién ingresados de buscar sólo el poder político y de no defender los ideales con los cuales se fundó la organización.
Por su parte, Édgar González Ruiz, investigador de la UNAM y especialista en la derecha mexicana, dice a Contralínea que El Yunque adquirió mucho poder durante los periodos panistas de Fox y Felipe Calderón, sin embargo, no es la organización de ultraderecha católica más importante.
Detalla, además, que hay muchos otros grupos de ultraderecha católica, los cuales poseen otras características en su forma de operar, pero su ideología es la misma: la imposición de la moral católica en la sociedad mexicana.
“A lo largo de la historia de la extrema derecha sucede que unos grupos aparecen y desaparecen otros. Igual El Yunque ya está decayendo… Bueno, su poder decayó desde que salió el PAN del poder y desde que murió Juan Pablo II. Pero generalmente surgen grupos o coaliciones que los sustituyen”, explica González Ruiz.
Entre las décadas de 1950 y 1970, las operaciones de los yunqueros, y la amenaza que pudieran significar, se limitaban a las universidades. Después, en la década de 1980, cuando se infiltran en el PAN y crean sus primeras organizaciones, inicia su peso político. El sexenio de Vicente Fox fue el cenit de su influencia política; sin embargo, tras culminar, El Yunque tuvo un declive.
En la actualidad su injerencia se centra en cargos públicos locales y, principalmente, en el ámbito sociocultural. Los yunqueros cuentan con estructuras escolares y con organizaciones que forman jóvenes con pensamientos proyectados en una idea de familia conservadora: provida y homofóbica. En ello ronda el peligro del Yunque, porque moldean creencias y principios, subraya el doctor Mario Santiago Jiménez, investigador del Instituto Mora.
El Yunque también tiene la tradición, que data desde la década de 1970, de participar en cursos para empresas, donde abordan temas de moral y responsabilidad social, por ejemplo. Éstos los realizan a través de sus organizaciones.
“No es una amenaza política, sino más bien una amenaza sociocultural. Ahí es donde tienen su peso. Están en esas estructuras donde hay mucha resistencia en contra del aborto y de los matrimonios entre personas del mismo sexo, por ejemplo. Ahí está el verdadero peso, porque ese trasciende, no se acaba en un sexenio, ese sigue”, enfatiza Mario Santiago Jiménez.
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