Información de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) revela que el 90 por ciento de la potabilización en Durango, Hidalgo, Zacatecas, Coahuila, Baja California Sur, Guanajuato, Jalisco, Morelos y Chihuahua atiende la remoción de arsénico, uno de los elementos más cancerígenos para el ser humano. De la muestra se desprende que son 163 plantas las que se encuentran “en operación” y atienden el tema de descontaminación, mientras que otras 71 no funcionan.
También, algunas de ellas tratan otros componentes dañinos como: cloruros, fluoruros, sólidos disueltos totales, nitratos, sulfatos, coliformes fecales, plomo y mercurio; con efectos en piel, sangre, huesos y el aparato digestivo.
El organismo revisa las condiciones en las que se encuentran las más de 970 potabilizadoras que hay en el país, a raíz de la contaminación que se ha detectado en la región de la Comarca Lagunera. El avance de información sobre la situación del tratamiento en casos de agua contaminada por fluoruro y/o arsénico da cuenta de una infraestructura instalada de 249 potabilizadoras. No obstante, de éstas 163 se encuentran “en operación” (todas remueven el arsénico), 71 están “fuera de operación”, dos se encuentran en “obra no concluida”, seis más en “pruebas”, una en “construcción”, otra en “terminación” y cinco sin definir.
La base de datos indica que de las que se encuentran en funciones, el 65.4 por ciento de la muestra proporcionada se encuentra en: Durango, Hidalgo, Zacatecas, Coahuila, Baja California Sur, Guanajuato, Jalisco, Morelos y Chihuahua.
Ejemplo de ello es la potabilizadora Bermejillo, localizada en el municipio de Mapimí, Durango, región que forma parte de la Comarca Lagunera o La Laguna. En esa planta, se utiliza uno de los procesos más complejos para purificar el agua: coagulación-filtración, más ósmosis inversa, para remover arsénico.
Otros casos: la planta Matanzas, en la comunidad de Ojuelos, Jalisco, que remueve flúor. También la potabilizadora San José de Zaragoza, localizada en el municipio General Simón Bolívar, en Durango, y que trata arsénico, sulfatos, fluoruros, sólidos disueltos totales y coliformes fecales.
El 20 de agosto pasado, durante su conferencia matutina, el presidente Andrés Manuel López Obrador comentó a Contralínea que en la región de La Laguna “hay cáncer; no es posible, o sea, están perforando pozos para extraer agua a 2 mil metros de profundidad”. Por la gravedad de los casos de esta enfermedad mortal, añadió: “estoy viendo la posibilidad, analizando la posibilidad de que se considere como un asunto de Estado y de seguridad nacional, de derechos humanos”.
Adrián Pedrozo Acuña, director general del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), comenta que en el contexto global, la humanidad enfrenta diversos problemas hídricos. “Uno de ellos es, justamente, la contaminación del agua. Éste es un problema sintomático de otro más grande: el modelo de gestión que se ha utilizado para manejar el agua en el mundo está agotado”.
Agrega que la pandemia de Covid-19 demostró que la salud ambiental de los ecosistemas, ríos, acuíferos, bosques está “íntimamente relacionada” con la salud de los seres humanos. “Ésa es una señal de alerta muy clara que nos está diciendo que el modelo de gestión que tenía una visión de soluciones centralizadas de gran escala y que veía al agua como un recurso a ser dominado técnicamente y utilizado técnicamente por el ser humano está totalmente agotado”.
Pedrozo Acuña indica que las proyecciones internacionales señalan que para 2050 “la demanda de agua va a crecer hasta seis veces” a nivel global, mientras que la población crecerá en la misma proporción. Ello significa “una demanda exponencial”.
En este sentido, explica, desde la segunda parte del Siglo XX se ha registrado una degradación de los sistemas hídricos a nivel global: “una caída en la calidad del agua tremenda, justamente porque veíamos al agua como un recurso que estaba ahí de fácil acceso, inagotable porque es renovable, pero lo que estamos viendo es que la degradación con nuestras descargas de agua residual a los ríos y los cuerpos de agua que teníamos con cierta calidad, ha generado el deterioro y la generación de estos infiernos ambientales o estas zonas de gran contaminación que vemos hoy en todo el país”.
Con relación a la condición en las que se encuentran las plantas potabilizadoras contabilizadas oficialmente en México, el director general del IMTA refiere que si se observa un mapa nacional de cómo está la calidad de agua de los cuerpos superficiales y subterráneos se observa que hay algunas señales de alerta ya conocidas. Como ejemplo cita el caso en Hidalgo, La Laguna, el acuífero de Yucatán, con la contaminación de la industria porcina o por la falta de drenaje sanitario en esa zona. “Estamos descargando nuestras aguas residuales, aguas grises directamente a los acuíferos y eso está deteriorando necesariamente su calidad. Necesitamos trascender el modelo de gestión”.
Lo cierto, añade, es que los problemas de saneamiento y de potabilización se tienen que atender de manera local. “No podemos llegar con soluciones mágicas o únicas a atender este problema”. Por ello el IMTA está por publicar un Atlas de Calidad de Agua, donde, además de evidenciar las problemáticas, se harán sugerencias para atender las condiciones que presenta cada caso.
Una planta potabilizadora, indica la Conagua, “es un complejo que se encarga de someter el agua superficial o subterránea de un río, o de cualquier otro embalse, a varios procesos con la finalidad de garantizar que sea apta para su consumo y uso en las actividades diarias de la población”.
Datos de la Subdirección General de Agua Potable, Drenaje y Saneamiento de la Conagua exponen que hay 979 plantas potabilizadoras en México. Los procesos que se llevan a cabo son: en 374, ósmosis inversa; en 233, clarificación convencional; en 159 plantas, clarificación de patente; en 113, filtración directa; en 33, filtro de carbón activado; en 17, ablandamiento; en 15, remoción de fierro y manganeso; en ocho, filtros lentos; en cuatro; adsorción [adhesión de átomos, iones o moléculas de un gas, líquido o sólido disuelto a una superficie], y en tres, desaladoras.
El organismo da cuenta de que los cinco estados donde hay más plantas potabilizadoras son: Sinaloa, 148; Coahuila, 135; Zacatecas, 116; Durango y Tamaulipas, 57 cada una. En tanto, hay tres entidades en donde no hay ninguna: Nayarit, Quintana Roo y Yucatán.
Fermín Reygadas Robles Gil, cofundador y director ejecutivo de Cántaro Azul, explica que en la Conagua y parte del sector hídrico en México se distinguen dos procesos que suceden antes del agua entubada: uno de ellos es la potabilización; el otro, desinfección. De este último, su objetivo es eliminar o inactivar a los organismos patógenos para evitar la propagación de enfermedades gastrointestinales, y eso normalmente sucede con la cloración del vital líquido. En tanto, la potabilización tiende a enfocarse a eliminar o reducir la concentración de otros contaminantes, principalmente, físico-químicos. Algunos procesos que se utilizan, explica, para reducir la salinidad, es el de osmosis inversa.
Hay distintas maneras de hacer la potabilización, aunque destaca que en el país, “las acciones de potabilización y desinfección son muy limitadas, son completamente insuficientes e inadecuadas”, indica.
Doctorado del Grupo de Energía y Recursos de la Universidad de Berkeley, California, el experto en la materia indica que la problemática que hay en el país responde a que “constantemente se han invisibilizado o escondido los contaminantes que hay en el agua. Entonces, si somos una población o una sociedad que no tiene esta información, no está en la agenda pública y las instituciones no lo priorizan y lo dejan pasar”.
El experto considera que un elemento importante que deja ver la contaminación del agua en México es que desde hace varias administraciones se ha dejado de “priorizar el bienestar y la salud de la población por parte de las autoridades. A los primeros a los que les cae esa responsabilidad es a los presidentes municipales. Le siguen entidades como las comisiones estatales de agua y centrales de agua. El propio equipo que gobierna un estado y, después la federación, a través de la Comisión Nacional del Agua, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Secretaría de Salud”.
La potabilización y la desinfección, añade, son procesos que se tienen que llevar a cabo día a día y “la política pública de agua en nuestro país de los últimos 30 años ha sido solamente la inversión en infraestructura. Esto está muy relacionado con el decir quiénes son los actores que apoyan en las campañas, las constructoras sabiendo que después se van a repartir recursos económicos de inversión”, expone.
Entre las plantas que no se encuentran en operación están: la de Pozo Progreso, ubicada en el municipio de Atotonilco de Tula, Hidalgo, que también debía eliminar arsénico. El Pozo 75 Senderos, en Torreón, Coahuila. Tampoco funciona la planta Benito Juárez que se encuentra en San Juan de Guadalupe, Durango. Ni la potabilizadora La Rioja, en Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco.
El documento que prepara el organismo, a cargo de Germán Martínez Santoyo, indica que de las plantas que no están funcionando, el 70 por ciento deberían remover el elemento cancerígeno. El resto de las potabilizadoras sin operar deberían remover: fluoruros, aluminio, fierro, manganeso, dureza total, sólidos disueltos totales y elementos bacteriológicos.
Israel Labastida Núñez, doctor del departamento de Energía de la Universidad Autónoma Metropolitana (plantel Azcapotzalco), explica que los tratamientos en las plantas potabilizadoras van a depender de la región en la que se encuentren, “no es lo mismo el agua que abastece a la Ciudad de México que en una zona que esté cerca de yacimientos minerales, áridas y semiáridas”.
En el país, dice, hay zonas con minerales y diferentes climas, lo que aporta diferentes propiedades en los suelos y propiedades en el agua. Evidentemente, “tenemos industrias que se desarrollan cerca, por ejemplo, de los yacimientos minerales que también aportan su lado de contaminación y que se da de manera natural. En este tipo de casos, a veces podemos tener agua subterránea que va a estar concentrada con algunos elementos tóxicos como podría ser arsénico y flúor.
“Evidentemente, esa agua abastece a las poblaciones y, muchas de las veces, las plantas potabilizadoras únicamente se instalan en algunas regiones. Hay otras donde el agua sale del pozo y le agregan únicamente clorito para que llegue con desinfección; es así como se pueden tener otro tipo de contaminantes”, explica.
Otra de las problemáticas que comenta el doctor en ciencias de la tierra es que en muchos lugares, “los pozos de agua se concesionan a las industrias; entonces, lo que hacen es sobreexplotar los mantos acuíferos, empieza a haber desabastecimiento de agua para la población y muchos contaminantes se empiezan a desconcentrar por la reducción del volumen del agua que hay en el subsuelo, se empiezan a concentrar los contaminantes”. Esto, dice, responde a que no hay un marco regulatorio para que existan concesiones y, a que también se favorecía a las industrias.
Luz María del Razo Jiménez, investigadora titular del departamento de toxicología del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, campus Zacatenco, indica que el arsénico es el elemento más nocivo para la salud humana.
La experta, con una estancia posdoctoral en la Agencia de Protección del Ambiente de Estados Unidos y en la Universidad de Carolina del Norte, explica que la contaminación del agua se debe a fuentes antropogénicas; es decir, el ser humano genera esa contaminación a nivel industrial, agrícola, incluso en nuestros hogares.
La doctora en Ciencias en Toxicología explica que la contaminación del agua está compuesta por elementos orgánicos e inorgánicos y, lamenta, “hay una gran y desafortunada mezcla de compuestos; entre los que se encuentran los conocidos como emergentes y, particularmente de contaminación de agua por componentes inorgánicos”.
Además, dice, las instituciones deben poner atención a los elementos orgánicos, como la de hidrocarburos, “con el gran problema que hay de huachicoleo, hay muchas regiones que han impactadas por concentraciones muy altas de estos componentes, derivados del petróleo”.
De los elementos inorgánicos de “gran preocupación”, expresa la experta en toxicología, se encuentran: el arsénico y el fluoruro “porque son los principales compuestos inorgánicos, solubles en agua que en nuestro país”.
Ejemplifica que en el caso de La Laguna “conocemos que es una comarca ganadera que tiene la explotación o el abastecimiento de agua para la industria lechera, que requiere abundante agua”.
Anteriormente, dice, se pensaba que el fluoruro únicamente podía afectar a los huesos y dientes. Se manifestaba una mancha en la dentadura, característico en regiones de Guanajuato, Durango, Guadalajara, Zacatecas, pero hace falta analizar el impacto que deja en los órganos internos, como el corazón, riñones, y el efecto que tiene, “notablemente” en la tiroides.
Plantas potabilizadoras por entidad federativa
Estado | Unidades |
Sinaloa | 148 |
Coahuila | 135 |
Zacatecas | 116 |
Durango | 57 |
Tamaulipas | 57 |
Colima | 55 |
Guanajuato | 55 |
Ciudad de México | 49 |
Jalisco | 48 |
Baja California | 44 |
Tabasco | 43 |
Baja California Sur | 20 |
Sonora | 20 |
Veracruz | 17 |
Guerrero | 16 |
Hidalgo | 16 |
México | 15 |
Nuevo León | 12 |
San Luis Potosí | 10 |
Tlaxcala | 9 |
Chiapas | 6 |
Chihuahua | 6 |
Puebla | 5 |
Querétaro | 5 |
Michoacán de Ocampo | 4 |
Morelos | 4 |
Oaxaca | 4 |
Aguascalientes | 2 |
Campeche | 1 |
Nayarit | 0 |
Quintana Roo | 0 |
Yucatán | 0 |
Fuente: Subdirección General de Agua Potable, Drenaje y Saneamiento de la Conagua
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