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Huelga estudiantil en la UNAM: lecciones a 23 años

Publicado por
Paola Martínez González

A 23 años de la huelga del CGH en la UNAM, la defensa de la educación pública y gratuita es un asunto de todos. Se debe revalorar un movimiento que puso en el centro la defensa de la gratuidad y que fue un semillero de cuadros políticos que hoy día, como militantes, colaboradores, simpatizantes siguen estando presentes en diferentes luchas de orientación comunista, zapatista, anarquista; luchas en defensa del territorio; de orientación feminista, barrial, comunitaria, sindical, entre otras

Este 20 de abril se cumplen 23 años de la huelga estudiantil protagonizada por el Consejo General de Huelga (CGH). Mucho se ha escrito sobre este movimiento, sin embargo, ni la derrota ni el heroísmo son el telón de fondo adecuado para dar cuenta de este movimiento estudiantil. Tampoco es acertada la fascinación por “analizar” los desaciertos de los ultras (como se llamó a los estudiantes considerados radicales), pues ha sido una forma mañosa y oportunista de negar, esconder o desvirtuar los logros y enseñanzas que brindó y sigue brindando esta lucha, no sólo al movimiento estudiantil en particular sino, de manera general, a la lucha política en nuestro país.

Por otro lado, reproducir la dicotomía ultrasmoderados, como suele hacerse, es simplificar una característica de todo movimiento político, como lo es, la presencia de diferentes posiciones ideológicas y de clase, algunas de ellas con la capacidad y fuerza para disputar la orientación del movimiento.  En el Comité de Huelga (CH) de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPS), por ejemplo, siempre hubo varios grupos políticos, ninguno de los dos grandes bloques, que se veían desde afuera, era homogéneo; eso explica por qué, de la gente que desconoció al CH, algunos continuaron en la huelga hasta el final, pero desde el Centro Cultural Universitario (CCU), mientras que otros, la abandonaron completamente y se dedicaron a desprestigiarla, difundiendo la versión de que habían sido expulsados.

A 2 décadas de distancia, está claro que las posiciones ligadas a los partidos políticos reconocidos por el Estado, con lo peor de las prácticas y métodos tradicionales de hacer política, fueron rebasadas y no lograron dirigir el movimiento estudiantil, con el que su posición de clase nunca les permitió identificarse, pero en el que encontraron un instrumento político para ocupar puestos de gobierno y/o plazas académicas.

Así, los objetivos de este breve texto son exponer a partir de preguntas básicas, algunas cuestiones generales del movimiento estudiantil y, de manera particular, recuperar dos aspectos importantes de resaltar en la práctica política del CGH: 1. Las formas y los mecanismos de información y difusión de la huelga 2. La construcción de alianzas con otros sectores. Dos aspectos que le sirvieron al CGH para tejer un amplio espectro de apoyo hacia la huelga y, a partir de eso, dotarla del carácter masivo, sin el cual no hubiera sido posible sostener ésta casi 10 meses, ni lograr mantener el carácter público y gratuito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

FOTO: CUARTOSCURO.COM

¿Por qué nace este movimiento de huelga?

En 1999, ya habían transcurrido casi 2 décadas de aplicación de políticas neoliberales que implicaron la privatización de decenas de empresas estatales, entre ellas, Telmex, los bancos y ferrocarriles. Se había realizado la reforma al artículo 27 constitucional que terminó con el reparto agrario y abrió de par en par las puertas del campo mexicano a la inversión extranjera; y ya se había firmado el Tratado Libre Comercio (TLC). Asimismo, habíamos presenciado el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y ya habíamos atravesado la dramática crisis económica de 1994. Ante este panorama, responder con una huelga a la pretensión de las autoridades universitarias de imponer cuotas en la UNAM, no fue una medida desproporcionada, voluntarista o nacida por generación espontánea: la huelga iniciada el 20 de abril de 1999 fue producto de la condensación de todos estos elementos.

Lo que hicieron los estudiantes en ese momento fue asumir su responsabilidad y capacidad de intervenir, para cambiar el rumbo de los acontecimientos, fue asumirse como sujetos históricos; un concepto que, en ese momento, tenía un asidero material, rompiendo con el estigma de ser llamados la Generación X y demostrando que los jóvenes son capaces de rebasar los principios que más reproduce la sociedad capitalista: la individualidad, la competitividad y la mezquindad.

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¿Quiénes sostuvieron la huelga?

No sólo quienes estuvieron en los planteles hasta el final; hasta la entrada de la Policía Federal Preventiva (PFP). Ningún movimiento se sostiene aislado o por sí mismo; si la huelga se mantuvo casi 10 meses y fue necesario acabar por la fuerza con ella, justo esto se corresponde con uno de sus aciertos: su capacidad para involucrar a amplios sectores sociales en la defensa de la educación pública y gratuita.

La huelga fue un movimiento masivo, que tuvo la fuerza para poner un dique, temporal, al avance de las políticas neoliberales en el país; es decir, echó abajo la pretensión de imponer cuotas en la UNAM, y la irradiación del movimiento hacia otras discusiones de la agenda política nacional frenó, momentáneamente, el avance de las políticas antipopulares que lograron imponerse años más tarde (Reforma a la Ley del ISSSTE en 2007, desaparición de Luz y Fuerza del Centro en el 2009; Reforma laboral del 2012; Reforma educativa 2012-2013 y la Reforma energética de 2013; por mencionar algunas).

Miles de personas participaron de la huelga junto al CGH reconociendo así, la legitimidad de sus demandas y de su forma organizativa: en las marchas, en los mítines, en las consultas organizadas por el CGH, en las verbenas populares y, claro, en los boteos. Fue el pueblo quien financió la huelga y a quien, en gran medida, se debe el haber podido mantener la independencia del movimiento. Cientos de historias se pueden contar de cómo se recibió este apoyo al salir a las calles o de cómo este llegaba a las propias escuelas.

Entre estos amplios sectores se debe incluir a estudiantes de otras escuelas de todo el país, a las organizaciones políticas y sindicales, a los trabajadores de cada plantel, a los padres de familia y, por supuesto, también a los estudiantes que no podían quedarse en los planteles, pero que llegaban unas horas o el fin de semana o a alguna actividad en particular, según les permitiera su trabajo o su vida familiar.

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¿Cómo logró el CGH el apoyo popular?

Haciendo política real; es decir, en el contacto directo con la gente. Cada movimiento es producto de condiciones históricas dadas, las cuales trata de aprovechar al máximo así que, sin las redes sociales que hay ahora, a los estudiantes les tocó salir a las calles a explicarle a la gente por qué estaban en huelga, cuáles eran las demandas y por qué debían apoyarlos; salieron a compartir de viva voz los argumentos en que sostenían cada uno de los puntos del pliego petitorio[2].

El CGH fue capaz de construir sus propias redes sociales y una política de alianzas efectiva al tener claro, desde un inicio, en qué contexto nacional y global se enmarcaba la huelga y de qué políticas neoliberales se desprendía la problemática a que se pretendía dar solución. La política de alianzas del CGH no sólo buscaba el apoyo a la huelga, sino impulsar un movimiento nacional en defensa de la educación; un objetivo que, independientemente de los alcances que tuvo, contribuyó a crear una coyuntura en que las aguas se agitaron de manera inconveniente para los tiempos prelectorales.

Durante 9 meses, los estudiantes en huelga, procedentes de distintas facultades, escuelas, preparatorias y colegios de ciencias y humanidades se lanzaron a las calles, parques, metros, camiones, mercados, plazas, etcétera; no sólo en la Ciudad de México, sino también en otros estados del país. Salir a brigadear y botear se volvió un hábito; informar directamente a la población sobre las razones de la huelga en la UNAM y el pliego petitorio, fue un asunto prioritario y permanente ante la campaña de difamación orquestada desde diversos medios de comunicación masiva. Igualmente importante fue involucrar a la comunidad universitaria y a la población en general en la defensa de la gratuidad de la UNAM y, en términos generales, en exigir que la educación pública y gratuita siguiera siendo responsabilidad del Estado; así la huelga se convirtió en un asunto de todos o, por lo menos, no sólo del CGH.

Un mecanismo para ello fue la realización, por parte del movimiento estudiantil, de cuatro consultas en total, dirigidas a la comunidad universitaria y al pueblo en general. Una de ellas, incluso, antes de iniciar la huelga.

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La primera fue realizada por la Asamblea Estudiantil Universitaria, el 15 de abril de 1999. Las preguntas de esta primera consulta fueron:

“1.- ¿Estás de acuerdo en que el Reglamento General de Pagos es ilegítimo por la forma antidemocrática de su aprobación?

“2.- ¿Estás de acuerdo en que la educación pública media superior y superior debe ser gratuita y, por lo tanto, el Reglamento General de Pagos deberá abrogarse?

“3.- ¿Estás de acuerdo en exigir al Estado mexicano mayor presupuesto para financiar la educación pública hasta alcanzar 8 por ciento del PIB y una asignación extraordinaria de recursos para la UNAM en 1999?

“4.- ¿Estás de acuerdo en que tanto el manejo como los criterios de asignación del presupuesto de la UNAM sean transparentes y democráticos?

“5.- ¿Estás de acuerdo en que debe democratizarse la toma de decisiones de la estructura de gobierno de la UNAM?

“6. ¿Estás de acuerdo en que debe haber un diálogo público y directo entre las autoridades universitarias y el movimiento estudiantil universitario con garantías de solución al pliego petitorio?”.[3]

En los resultados, la gran mayoría de los votantes se pronunciaron a favor de la abrogación del Reglamento General de Pagos (RGP), de la obligatoriedad del Estado mexicano de otorgar educación pública, a favor de la democratización de la estructura de gobierno de la UNAM y del diálogo público como vía de solución al conflicto estudiantil. Aproximadamente 109 mil estudiantes fueron consultados y se instalaron 255 mesas de votación.

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Una segunda consulta, en la que participaron casi 700 mil personas, se realizó el 27 de mayo de 1999, ésta ya organizada por el CGH. En la llamada “Consulta Metropolitana por la Educación” se distribuyeron 35 mil boletas y se instalaron 1948 casillas,[4] de las cuales sólo tres se ubicaron al interior de Ciudad Universitaria; las demás se instalaron en estaciones del metro, en colonias populares, plazas, parques, entre otros espacios. Seis preguntas fueron diseñadas:

“1.- ¿Estás de acuerdo en que el gobierno federal debe garantizar la educación pública y gratuita desde preescolar hasta la universidad?

“2.- ¿Estás de acuerdo en que el gobierno federal debe cumplir con el compromiso que tienen todos los países de otorgar a la educación por lo menos el 8 por ciento del Producto Interno Bruto?

“3.- ¿Estás de acuerdo en que la UNAM, como toda institución de educación pública, debe fijar sus propios mecanismos de evaluación, eliminando así el examen único de ingreso al bachillerato y de egreso de licenciatura?

“4.- ¿Estás de acuerdo en que las demandas del movimiento estudiantil son justas porque defienden el derecho a la educación pública y gratuita?

“5.- ¿Estás de acuerdo en que la solución al conflicto de la UNAM debe darse por la vía del diálogo público, abierto y resolutivo, de cara a la nación?

“6.- ¿Estás de acuerdo en rechazar la iniciativa de ley sobre Patrimonio Cultural de la Nación del Senado que pretende la desaparición de las escuelas Nacionales de Antropología e Historia y la de Restauración, además de pretender privatizar el patrimonio cultural de la nación?”.[5]

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La tercera consulta del CGH se realizó el 26 de octubre, en ella participaron casi 400 mil personas, de las cuales más de 90 mil eran universitarios. Las preguntas fueron:

“¿Consideras que Francisco Barnés debe renunciar a su cargo en la UNAM por su responsabilidad en el origen y el alargamiento de la huelga, y para facilitar la solución del conflicto?

“¿Consideras que las autoridades de la UNAM deben acudir inmediatamente al diálogo público con el CGH para resolver las 6 demandas y evitar que usen la represión?

“¿Estás de acuerdo en que la transformación de la UNAM debe ser discutida y decidida por toda la comunidad universitaria en un Congreso Democrático y Resolutivo?

“¿Consideras que para garantizar la educación pública y gratuita el gobierno federal debe aumentar el presupuesto a la educación hasta alcanzar el 12% del PIB (Producto Interno Bruto)?

“¿Consideras que el gobierno federal debe poner fin a las privatizaciones y así evitar la venta de la educación, la industria eléctrica y el patrimonio cultural?”.

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En los hechos, las consultas fueron un vínculo permanente con la comunidad universitaria y con la población. Es importante revisar, también, las preguntas plateadas en las consultas, pues en ellas se pueden ver las pretensiones y los esfuerzos que hizo el movimiento estudiantil por contextualizar el conflicto en la UNAM dentro de una problemática más amplia, que vinculara la huelga con otros sectores e involucrara al pueblo en general en la defensa de uno de sus derechos básicos, así como la intención de tratar de mantener informados al resto de estudiantes y comunidad universitaria sobre el desarrollo de la huelga, del cumplimiento o no de sus demandas y de la posibilidad latente de que el movimiento fuera reprimido, tal y como sucedería el 6 de febrero del 2000. Estas cuestiones pueden verse claramente en las tres preguntas que el CGH planteó en su última consulta, en la que participaron casi 700 mil personas (120 mil eran universitarios), realizada el 18 y 19 de enero del 2000:

“¿Estás de acuerdo en que el pliego petitorio del CGH, que defiende y garantiza la gratuidad, la autonomía y la transformación democrática de la UNAM, debe resolverse ya para levantar la huelga?

“¿Estás de acuerdo en que la rectoría y el CGH deben regresar al diálogo para construir la solución al conflicto?

“¿Estás de acuerdo en que la propuesta impulsada por el gobierno y la rectoría busca confrontar a los universitarios e imponer una salida de fuerza al conflicto?”.

Otro mecanismo que tuvo el CGH para involucrar a la comunidad universitaria y a otros sectores sociales en la discusión sobre el tipo de Universidad y de educación que necesitaba el país, fue la realización de un Precongreso de tres días (19, 20 y 21 de julio), que tuvo siete mesas de discusión (Ley orgánica, Congreso, Reforma Académica, Formas de gobierno, Financiamiento y presupuesto, Reforma administrativa, UNAM y sociedad), en donde se presentaron casi 100 ponencias,[6] y que contó con la participación de organizaciones sociales.

Desde el inicio de la huelga, las actividades culturales y artísticas, impulsadas en cada escuela por los comités de huelga y como CGH, fueron otra herramienta útil para mantener los vínculos externos del movimiento estudiantil. A un mes de estallada la huelga, el 20 de mayo, se realizó un concierto en el estadio olímpico de Ciudad Universitaria con el objetivo de juntar recursos económicos, al que asistieron más de 30,000 personas. Asimismo, el día del niño se realizó un festival en las “Islas” de Ciudad Universitaria con diversos talleres; el 15 de septiembre se organizó una verbena popular que contó con la participación de una delegación zapatista; se colocaron ofrendas por el día de muertos, entre muchas otras actividades.

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¿Cómo construyó el CGH su política de alianzas?

De manera temprana, el CGH comenzó a estrechar relaciones con estudiantes de otras universidades. A tan sólo 4 días de iniciada la huelga, el 24 de abril, realizó un “Primer Encuentro en Defensa de la Educación Pública” en la Facultad de Química, al que asistieron estudiantes de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Instituto Politécnico Nacional (IPN), Universidad Autónoma Chihuahua (Uach), del Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep), Universidad de Sonora (Unison), Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG) y de la Universidad Autónoma de Zacatecas, entre otras.[7]

La alianza con trabajadores de diferentes sectores y organizaciones sociales también fue inmediata. El 1 de mayo se participó en la marcha conmemorativa del Día Internacional del Trabajo, junto a sindicatos como el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), uno de los principales apoyos externos con los que contó el CGH.

También en mayo se realizó un Segundo Encuentro Nacional de Estudiantes en el auditorio Che Guevara de la Facultad de Filosofía y Letras, al que se sumaron otras universidades de Oaxaca, San Luis Potosí, Chiapas, Tabasco, Querétaro, Nuevo León y Baja California. En total, estudiantes de 25 universidades del país manifestaron así su apoyo a la huelga en la UNAM y se comprometían a impulsar una jornada nacional en solidaridad con la huelga y el CGH. Se planteó, además, la necesidad de integrar un pliego petitorio conjunto que incluyera la defensa de la gratuidad de la educación, exigir que se asignara el 8 por ciento del producto interno bruto (PIB) a la educación, así como la anulación de los vínculos de instituciones educativas con el Ceneval.[8] Estos encuentros desembocarían en la creación de una Coordinadora Nacional de Estudiantes integrada por alumnos de 33 escuelas, universidades e institutos del país.[9]

A 2 meses de estallada la huelga, se fundó el Frente Universitario en Defensa de la Educación Pública y Gratuita, que pretendía agrupar a profesores, trabajadores, padres de familia e integrantes del CGH y de la Coordinadora Nacional Estudiantil. Este Frente logró aglutinar a 33 escuelas, universidades e institutos del país. Aunque no se convirtió en una organización fuerte y permanente, sí fue, durante los primeros meses de huelga, un referente importante para difundir y apoyar la lucha del CGH, tanto en el área metropolitana como en el interior de la república. Y es que tejer un movimiento estudiantil nacional era un objetivo que el CGH se empeñó en concretar.

Aunque no fue mayoritario el apoyo del sector académico, los profesores que decididamente apoyaron la huelga se mantuvieron organizados, principalmente, a través de la Asamblea Universitaria Académica y de la Magna Asamblea Académica, a pesar de las presiones y los acuerdos de la AAPAUNAM (Asociación Autónoma del Personal Académico de la Universidad Nacional Autónoma de México) con las autoridades universitarias, que en congruencia con lo que es, un sindicato charro, pretendía obligar a los profesores a impartir clases extramuros.[10]

No se puede dejar de señalar que las relaciones políticas del CGH se extendieron hasta las comunidades indígenas zapatistas: el EZLN fue uno de sus principales referentes de lucha y de autoridad moral. Al Segundo Encuentro entre la Sociedad Civil y el EZLN,[11] realizado del 7 al 9 de mayo de 1999, asistieron varios estudiantes, y ésta no sería la única vez que se encontrarían huelguistas y zapatistas a lo largo del conflicto en la UNAM. La dirigencia zapatista emitió varios comunicados en solidaridad con el movimiento, incluso, como ya mencionamos, una delegación zapatista estuvo presente en Ciudad Universitaria en el grito y fiesta popular de Independencia, que organizó el CGH el 15 de septiembre de 1999.[12]

La política de alianzas del CGH no se dirigió solamente a recibir apoyo; la organización estudiantil también procuró ser solidaria con otros sectores y organizaciones. Un ejemplo de esto fue la represión que sufrieron los maestros de la CNTE el 24 de mayo de 1999 durante una movilización hacia el Palacio Legislativo de San Lázaro; un hecho ante el cual el CGH manifestó inmediatamente su apoyo a la Coordinadora denunciando la actuación de las autoridades capitalinas.[13] Asimismo el CGH se movilizó, en junio de 1999, afuera de las embajadas de Argentina, Nicaragua, Chile, Ecuador, El Salvador y Perú en apoyo a los estudiantes movilizados en estos países. Otro momento en que el CGH pudo devolver un poco del apoyo recibido fue en septiembre de 1999, cuando se incendiaron más de 800 viviendas del predio El Molino, pertenecientes al Frente Popular Francisco Villa en Iztapalapa, ante lo cual inmediatamente se formaron brigadas de estudiantes que asistieron para apoyar a las familias.

Durante el conflicto otros sectores se movilizaron de manera solidaria y/o por demandas propias,[14] incluyendo además la exigencia, tanto a las autoridades universitarias como al gobierno federal priista, de solucionar la huelga de manera cabal y mediante el diálogo, sin dejar de mencionar el apoyo económico que otorgaron sindicatos como el SITUAM (Sindicato Independiente de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana), el STAUACh (Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad Autónoma Chapingo), el SME y trabajadores de base del STUNAM (Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México).

En el contexto de la huelga en la UNAM, otros movimientos tuvieron lugar en diferentes latitudes en respuesta a las directrices que dictaban organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), encaminadas a la privatización de la educación. Así, podríamos referir el movimiento magisterial mexicano de la CNTE, las movilizaciones y la huelga de profesores universitarios en Argentina (que contó con el apoyo de la Confederación de Trabajadores de la Educación), las movilizaciones de más de 150 mil estudiantes franceses en contra de las políticas educativas neoliberales y las masivas protestas en Seattle.

Nada de esto pasó desapercibido para el CGH, sino por el contrario el análisis de lo que acontecía a nivel internacional trataba de ser utilizado para reforzar los argumentos de los estudiantes en huelga. Además, saber que la huelga universitaria no era una lucha aislada, sino que representaba sólo un esfuerzo dentro de una lucha más amplia en defensa de la educación y contra el capitalismo, sin duda era un aliciente. Como también lo fueron los paros de labores en solidaridad con la huelga, mismos que se realizaron en diversas instituciones de educación superior, como la Universidad Autónoma de Chapingo, la Universidad Autónoma Metropolitana, la Escuela Nacional de Antropología e Historia y el Instituto Politécnico Nacional, entre otras.

A partir de la huelga estudiantil, se creó una coyuntura política que estuvo atravesada transversalmente por demandas de otros sectores movilizados[15] que, en todo momento, incluyeron en sus demandas el apoyo al CGH.[16] Revisando los múltiples movimientos sectoriales y gremiales que acontecieron en aquellos meses, podemos encontrar que la defensa de la educación pública y gratuita, así como la obligatoriedad del Estado para garantizar este derecho, era una demanda enarbolada junto con otras, como la defensa de la industria eléctrica, el cumplimiento a los acuerdos de San Andrés, el derecho a una vivienda digna, la defensa del patrimonio cultural, etcétera. En este sentido, la huelga se convirtió en un abierto desafío al Estado mexicano.

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¿Por qué fue un movimiento masivo?

El 12 de mayo se realizó la primera de varias movilizaciones convocadas por el CGH, del Casco de Santo Tomás a la Plaza de las Tres culturas en Tlatelolco. Asistieron cerca de 90 mil personas que apoyaban, de manera entusiasta, la defensa de la educación pública y gratuita. Otra cantidad similar de personas participó en la marcha conmemorativa del 10 de junio, para la que se pegaron miles de carteles y se repartieron miles de volantes. Un mes después, el CGH estaba nuevamente en las calles, marchando del Museo de Antropología al Zócalo, acompañado de organizaciones sociales y sindicatos.

Sin embargo, estas movilizaciones fueron producto del trabajo hormiga que diariamente realizaban los huelguistas y demás personas solidarias con el movimiento. El apoyo masivo a la huelga, que podía verse materializado en estas movilizaciones, se construyó con cada brigada, mitin, boteo, marcha barrial o por zona, encuentro, conferencia y reunión con otras organizaciones, impulsados en lo individual, a través de los respectivos Comités de Huelga y a través de la máxima instancia de representación, el Consejo General de Huelga.

El trabajo de información y difusión de las razones de la huelga, así como el permanente esfuerzo del CGH por corresponder al apoyo recibido y, al mismo tiempo, por mostrar la determinación y fuerza del movimiento, sin duda fueron pilares que sostuvieron la huelga universitaria y al CGH movilizado, realizando hazañas, como la inédita y multitudinaria marcha conmemorativa del 2 de octubre de Ciudad Universitaria a Tlatelolco, que recorrió casi 20 kilómetros.

Lejos de lo que afirman los detractores de la huelga, ésta se pudo sostener tanto tiempo no por la cerrazón y terquedad de los huelguistas sino, principalmente, gracias al apoyo y solidaridad externa que el movimiento fue capaz de construir en derredor suyo, a partir de asumir la tarea titánica de informar por sus propios medios a la población y de construir sus propias redes sociales. Así, miles de volantes se repartieron, miles de carteles se diseñaron y se pegaron por toda el área metropolitana, numerosos documentos de análisis y comunicados emitieron los Comités de Huelga y el CGH.

Los estudiantes huelguistas aprendieron a debatir y defender sus posiciones políticas; aprendieron a hablar a voz en cuello para hacer un mitin espontáneo, lo mismo en el Zócalo que en un camión. Aprendieron a discutir con los policías que decían que no estaba permitido pegar carteles o hacer mítines en el metro. Aprendizajes y habilidades que tuvieron que desarrollar, teniendo encima la vigilancia de los servicios de inteligencia de la Secretaría de Gobernación.[17]

El CGH tuvo que enfrentar a los monopolios de la comunicación para revertir las ofensivas de la rectoría, cuando ésta quiso extender la idea de que ya se había modificado el Reglamento General de Pagos y solucionado las demandas del CGH; logró denunciar los actos de represión, los secuestros y, además, crear su propia radio, la Ke Huelga.

Brigadas de información, guardias en las barricadas, rondines de seguridad en el campus universitario, participación en la limpieza, preparación de comida, horas y horas de discusión; concentraciones afuera de la COPARMEX, Televisa, Bolsa Mexicana de Valores, Secretaría de Gobernación, Los Pinos, Cámara de Diputados, Embajada de Estados Unidos, oficinas del Gobierno del Distrito Federal, TV Azteca, consultas y movilizaciones masivas, fueron parte de la cotidianidad. Tratando, desde los hechos, de llevar la universidad al pueblo y el pueblo a la universidad, también se formaron brigadas multidisciplinarias (llevando servicios de veterinaria, odontología, medicina, química) que llegaron a zonas populares de la ciudad y de otros estados.

El carácter masivo del movimiento podría sintetizarse en las protestas espontáneas y las movilizaciones masivas que siguieron para exigir la liberación de los más de 900 estudiantes detenidos tras la entrada de la PFP a Ciudad Universitaria y demás escuelas, el 6 de febrero del 2000.

¿Qué aspectos hay que rescatar de la huelga?

Además de todo lo ya expuesto, es importante mencionar que la huelga protagonizada por el CGH es un movimiento que sigue siendo odiado, porque de fondo hay un desprecio de clase. No toleran que los estudiantes, hijos de asalariados, provenientes de sectores populares mayoritariamente, hayan protagonizado un movimiento de tales proporciones. Que hayan entendido y explicado a otros que la educación no es un privilegio sino un derecho que hay que exigir y defender.

Que, a 23 años de distancia, la UNAM mantenga su carácter público, gratuito y popular no es cosa menor. Recientemente, el rector Enrique Graue reconoció que “7 de cada 10 alumnos son la primera generación de su familia que accede a la educación superior”.[18] Sin embargo, es fundamental rescatar también las demandas que la huelga no logró y que no sólo son vigentes, sino urgentes de resolver. Por ejemplo, el gobierno federal y las autoridades universitarias no pudieron avanzar en cuanto a la implementación de cuotas, pero en estos años se ha ido avanzando en los cobros ilegales por diversos cursos y servicios. La estructura de gobierno autoritaria de la UNAM sigue intacta; los vínculos de la Universidad con el CENEVAL también se mantienen, ni qué decir del aparato policiaco de la UNAM que encubre y es cómplice de la violencia, de todo tipo, que existe en los planteles actualmente.

Hay que decir, también, que la huelga fue un semillero de cuadros políticos que hoy día, como militantes, colaboradores, simpatizantes –organizados o no–, siguen estando presentes en diferentes luchas de orientación comunista, zapatista, anarquista; luchas en defensa del territorio; de orientación feminista, barrial, comunitaria, sindical, entre otras más.

Rescatar las enseñanzas de este movimiento estudiantil es una prioridad, para reconocer que en cada en cada lucha estudiantil, social o política no se parte de cero, pues se puede echar mano de las herramientas que se han construido en otras luchas. Se puede identificar, también, los recursos que fueron efectivos para defender derechos que pretendían ser arrebatados. A 23 años de distancia, habría que asimilar de esta experiencia todo lo necesario para librar, de manera más acertada, las batallas que toca dar hoy día.

Paola Martínez[1]

[1] Socióloga y maestra en Estudios Latinoamericanos; hace 23 años: estudiante de sociología e integrante del Comité de Huelga de la FCPS.

[2] 1. Abrogación del Reglamento General de Pagos y anulación de todo tipo de cobros por inscripción, trámites, servicios, equipo y materiales.

  1. Derogación de las reformas aprobadas por el Consejo Universitario en junio de 1997. Esto significa recuperar el pase automático, eliminar los nuevos límites de permanencia a los estudiantes de la UNAM y respetar la elección de carrera dando prioridad al bachillerato de la UNAM.
  2. Congreso democrático y resolutivo, en el que toda la comunidad discuta y decida sobre los problemas que enfrenta la universidad y cuyas decisiones tengan carácter de mandato para toda la comunidad universitaria y sean acatadas por las autoridades.
  3. Desmantelamiento del aparato represivo y de espionaje montado por las autoridades y anulación de todo tipo de actas y sanciones en contra de maestros estudiantes y trabajadores que participaron en el movimiento.
  4. Corrimiento del calendario escolar tantos días como los días efectivos de clase suspendidos por el conflicto, con la correspondiente anulación de las clases extramuros.
  5. Rompimiento total y definitivo de los vínculos de la UNAM con el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior A.C. (CENEVAL) y, en consecuencia, la anulación del examen único de ingreso al bachillerato de las universidades y escuelas públicas, así como del Examen Único de Egreso.

[3] Sotelo, Adrián, Neoliberalismo y educación. La huelga en la UNAM a finales de siglo, México, El caballito, 2000, pág. 72.

[4] González, José Enrique, Diario de la huelga rebelde, México, ¡Uníos!- FP, pág. 40.

[5] Idem.

[6] Al respecto puede consultarse el libro “Hacia el Congreso Democrático y Resolutivo”, editado por Rebeldía en el año 2000, en donde se hace una recopilación de las ponencias que fueron presentadas.

[7] En el encuentro también se acordó, para el 29 del mismo mes, una Jornada Nacional en defensa de la gratuidad educativa, así como considerar la posibilidad de un paro de 24 horas y el cierre de carreteras. Disponible en

http://www.camacho.com.mx/cgh_huelga/domingo25.html (consultado el 1 de julio de 2019).

[8] Nota informativa “Alumnos de 25 universidades apoyan el paro en la UNAM”. Disponible en http://www.camacho.com.mx/cgh_huelga/jueves06.html (consultado el 1 de julio de 2019).

[9] González, op. cit., p. 42.

[10] Una marcha muy numerosa de profesores e investigadores se realizó en mayo de 1999 del monumento a Álvaro Obregón hacia las oficinas alternas del rector.

[11] El encuentro tenía como objetivo analizar y evaluar los resultados de la consulta por el reconocimiento de los Derechos de los pueblos indios y por el fin de la guerra de exterminio.

[12] El CGH no sólo contó con la solidaridad del EZLN, sino que también recibió mensajes públicos de apoyo por parte del Ejército Popular Revolucionario (EPR), situación que fue hábilmente aprovechada por las autoridades universitarias y el gobierno federal para difundir el rumor de que “los ultras” del Comité de Huelga de la Facultad de Ciencias Políticas estaban armados.

[13] El CGH fue reprimido con saña en varias ocasiones por el gobierno capitalino en manos del Partido de la Revolución Democrática (PRD); que respondía, por un lado, a las órdenes del gobierno federal y, por otro, a sus vínculos con estudiantes perredistas que, pese a sus variados esfuerzos, no lograron dirigir el movimiento y sumamente frustrados recurrían al PRD a quejarse de los “ultras” del CGH.

[14] Estudiantes de la Universidad Autónoma de Guerrero, junto con maestros de la CETEG (Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero) también se movilizaron en apoyo a la huelga, en defensa de la educación pública y por un incremento salarial para los profesores.

[15] Durante los primeros meses de huelga, los trabajadores del Colegio de Bachilleres dieron una ardua lucha, realizando paro de labores en 20 planteles, logrando mejores condiciones en su Contrato Colectivo de Trabajo.

[16] Como fue el caso de las múltiples movilizaciones de la CNTE, fuertemente reprimidas por el gobierno capitalino del PRD. Podemos mencionar también la Convención del Sureste realizada en Tuxtla Gutiérrez, en donde se reunieron varias organizaciones sociales que se pronunciaron en apoyo a la huelga y convocaron, además, a un mitin en la Plaza de Santo Domingo, en donde se reunieron miles de personas.

 

[17] En el 2014, ya se podía acceder a algunos documentos desclasificados elaborados por el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) sobre el conflicto en la UNAM. Por ejemplo, se podía consultar una cronología sobre la huelga estudiantil en el siguiente enlace:

http://www.cisen.gob.mx/pdfs/doc_desclasificados/60-2003_CRONOLOGIA_CONFLICTO_UNAM.pdf

Sin embargo, ahora el enlace direcciona al portal del Centro Nacional de Inteligencia del Gobierno Federal (consultado el 1 de julio de 2019).

[18] “UNAM: 70% de alumnos, primeros en su familia en ir a la universidad”. Nota publicada en el diario La razón. Disponible en https://www.razon.com.mx/mexico/unam-rector-enrique-graue-wiechers-investigacion-estudiantes-estadisticas-educacion-superior-universidades/ (consultado el 2 de julio de 2019).

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