La Habana, Cuba. La aprobación en la Cámara de Representantes de los paquetes de infraestructura y de gasto social podría ser la buena noticia que requería el presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, después de varios reveses en encuestas y derrotas electorales.
Ambas iniciativas, piezas principales de su agenda económica, recibieron el aval de la Cámara Baja después de agobiantes enfrentamientos internos entre los propios demócratas, que con su postura pusieron freno a ese plan.
La primera victoria se la anotaron los legisladores azules (color que identifica al Partido Demócrata) a última hora del 5 de noviembre al votar –228 a favor y 206 en contra– el proyecto de ley para obras de infraestructura valorado en 1 billón 200 mil millones de dólares.
Es un “paso monumental hacia adelante para la nación”, expresó Biden al referirse al escrutinio que sacó al Congreso del atasco legislativo y creó condiciones para abordar su más amplio plan de gasto social.
“Por fin, una semana de la infraestructura”, dijo sonriente el ocupante del Despacho Oval ante la prensa, en una muestra de alivio compartida con el Partido Demócrata, ante la alarma por desastroso desempeño en Virginia. En ese estado, un republicano novato, Glenn Youngkin, superó a Terry McAuliffe –un peso pesado de la política demócrata–, en la carrera por la gobernación.
Para los analistas, tanto ese resultado como el triunfo por un escaso margen en Nueva Jersey del demócrata Phil Murphy –reelecto para el puesto de gobernador–, supone un potencial (mal) presagio hacia los comicios de mitad de mandato de 2022.
Un asesor de Biden reconoció a CNN que la derrota de McAuliffe es una señal de advertencia para las posibilidades de los demócratas en esas elecciones, aunque opinó que no se deben sacar conclusiones apresuradas.
La derrota deja claro que no pueden limitarse a postularse contra Trump para ganarlas, indicó.
“También está claro que los votantes están descontentos con la inacción y esto impulsa el criterio de que los demócratas en el Congreso deben moverse rápidamente con nuestra agenda”, acotó.
El 19 de noviembre, la propia instancia del Congreso logró saldar sus diferencias (en apariencia) y aprobó el proyecto de ley de Biden para reforzar la red de seguridad social y luchar contra el cambio climático, valorado en 1 billón 750 mil millones de dólares.
La propuesta, ahora en el Senado, donde podría sufrir otras modificaciones, se votó 220-213 más tarde de lo previsto, debido a un retraso causado por el líder de la minoría de la Cámara Baja, Kevin McCarthy (republicano de California). El congresista tomó la palabra durante unas 8 horas la noche del 18 de noviembre con un discurso frenético e incoherente en protesta por la legislación que, a su juicio, llevará al país a una caída en picada de la economía.
La votación puso fin a meses de luchas internas entre demócratas liberales y moderados de la Cámara de Representantes, que discutieron sobre las dimensiones, el alcance y la estrategia del paquete multimillonario, comentó el diario The Hill.
El proyecto de ley de gasto social incluye una serie de políticas que los demócratas han peocurado durante años, incluso décadas.
La lista incluye subsidios para el cuidado de los niños, educación preescolar universal, licencia familiar pagada, incentivos fiscales para las energías renovables, extensiones del crédito fiscal ampliado para niños y subsidios mejorados del seguro de salud (ObamaCare).
También contiene esfuerzos para reducir los precios de los medicamentos recetados a personas mayores, un propósito que la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi (demócrata de California), trata de aprobar, sin éxito, desde 2007.
Según lo que se plantea, buena parte del costo de la iniciativa se cubrirá con una subida de los impuestos a los estadunidenses más ricos y a las grandes empresas. Biden agradeció a través de un comunicado la votación y elogió que “por segunda vez en sólo 2 semanas, la Cámara de Representantes ha avanzado en piezas críticas y consecuentes de mi agenda legislativa”.
Pero el gobernante tiene ante sí otros desafíos que se suman a las tensiones acumuladas durante sus aún escasos meses en el cargo.
En un discurso pronunciado tras la aprobación del proyecto de ley de infraestructura, sugirió que eso ayudaría a aliviar los cuellos de botella de la cadena de suministro, permitiendo a las empresas llevar los productos al mercado con mayor rapidez.
También afirmó que la población empezará a sentir los efectos de la ley “en los próximos 2 o 3 meses”, a medida que se contrate a más personal para trabajar en los nuevos proyectos que financia.
El secretario de Transporte, Pete Buttigieg, puntualizó que el proyecto de ley ayudaría a los puertos a operar con más eficiencia, pero también subrayó que acabar (sic) con la pandemia de Covid-19 sería clave.
Por su parte, la secretaria de Energía, Jennifer Granholm, expresó que los estadunidenses “verán aumentadas sus facturas de calefacción” en el invierno. La Administración de Información Energética (EIA) en su informe Winter Fuels Outlook indicó que los consumidores podrían pagar un 54 por ciento más que en el invierno pasado.
Mientras, Biden está considerando recurrir a la Reserva Estratégica de Petróleo de la nación para hacer frente al aumento de los precios de los combustibles.
Los más recientes sondeos sugieren que la mayoría de los estadunidenses creen que el país va por mal camino. Una encuesta de USA Today y la Universidad de Suffolk realizado antes de la aprobación del proyecto de ley de infraestructuras reveló que sólo el 38 por ciento de los votantes registrados considera positivo el desempeño de Biden como presidente y el 46 por ciento estima que ha actuado peor de lo que esperaban.
El jefe de gabinete de la Casa Blanca, Ron Klain, admitió que “ha sido un año duro y difícil” para el mandatario y atribuyó la caída en su aceptación a que lidió, entre otros, con los problemas heredados de la administración de su predecesor, Donald Trump.
En ese sentido, insistió durante una entrevista en el programa “Meet the Press”, de la NBC, que el actual gobierno hace un esfuerzo por salir de “los agujeros que nos dejaron”.
El funcionario admitió que los estadunidenses se sienten frustrados con el ritmo de la recuperación de la pandemia, aunque la creación de empleos repuntó bajo la actual administración en comparación con la de Trump.
“Entiendo que los votantes están cansados, los estadunidenses están cansados de lo mucho que se ha tardado en poner en marcha la economía, en controlar la Covid-19”, dijo Klain.
Los estrategas demócratas dicen que la Casa Blanca necesita dar un giro para convencer a los votantes de que toma medidas para resolverles, ciertamente, sus problemas.
“Es bastante sombrío”, enfatizó uno de ellos al diario The Hill: “No creo que la gente se dé cuenta de dónde estamos como partido ahora mismo”.
Deisy Francis Mexidor/Prensa Latina
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