Para alguien que tiene marchando por las calles de la Ciudad de México la mayoría de las protestas de este siglo, y algunas de la década de los noventa de la centuria pasada, queda claro que la de este domingo 27 de noviembre ha sido la más numerosa de todas las marchas en la historia de México. Se calcula que asistieron más de 1 millón 200 mil personas, manifestación que quizás solamente pueda ser equiparada con aquella en contra del desafuero de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en 2005, cuando era jefe de Gobierno de la Ciudad de México, en la que, también, se calculó un aforo mayor a 1 millón de personas.
La diferencia de la marcha de 2005 con la de la Cuarta Transformación (4T) del domingo pasado es que la gente no sólo marchó del área del Auditorio Nacional a través de Avenida Reforma, para pasar frente al Palacio de Bellas Artes y luego inundar varias calles del Centro Histórico, principalmente Francisco I Madero, 16 de Septiembre y Cinco de Mayo, además de otras como Venustiano Carranza, Tacuba y Donceles para llegar hasta el Zócalo capitalino; en esta manifestación, a la máxima plaza pública del país, también llegaron decenas de miles de personas más, sin haber marchado desde El Ángel de la Independencia, quienes caminaron desde las estaciones del Metro Pino Suárez, Isabel La Católica, Merced, Guerrero, Lagunilla y otras más. También se presentó gente que llegó desde la noche anterior o muy de madrugada y dejó sus autos en las inmediaciones del Centro Histórico para festejar los cuatro años del gobierno de AMLO. Así es que la del domingo pasado es ya la madre de todas las marchas en la historia de México.
Esta fue la marcha de la alegría, la fraternidad y el humanismo, en la que el México verdadero: el multicolor y el multisocial mostró que acompaña al artífice de la transformación del país; al que es el presidente más querido y respetado en el pasado reciente de México y que, sin duda, lo seguirá siendo por muchos años más. El pueblo caminó a lado de AMLO, toda la ruta de la marcha hasta el Zócalo, en una caminata, “marea humana”, que convirtió un andar de una hora en una procesión de 6 horas, en las que AMLO varias veces rechazó la oferta de ser trasladado en auto al templete que lo esperaba en el Zócalo y prefirió abrazar, tocar, y convivir con la gente que lo quiere y lo admira, con las personas que le dan la fuerza y la entereza a sus 69 años para marchar como siempre lo ha hecho: incansablemente.
Pero, ¿qué son 6 horas de marcha o 6 horas de espera en el Zócalo para escuchar y ver a tu presidente, cuando eres parte de ese pueblo que viene luchando por la transformación del país desde hace décadas? No son nada si eres un adulto mayor que ha luchado desde que la Revolución Mexicana devino en el PRI (Partido Revolucionario Institucional) neoliberal, no son nada si eres un adulto que ha marchado contra el PRI que se alió con el PAN (Partido Acción Nacional) conservador, clasista y racista; ¿qué son 6 horas si eres un joven que se integró a la lucha durante la debacle priísta encabezada por Enrique Peña Nieto? Seis horas no son nada si se está luchando y festejando por ponerle fin a ese prianismo que aceleró la destrucción de México al interior y su entrega al exterior por medio de compañías transnacionales multimillonarias. Seis horas no son nada si acompañas al único hombre en México que ha reunido a más de un millón de personas en dos ocasiones; y ese es Andrés Manuel López Obrador, el origen y el fin de la madre de todas las marchas.
Sin embargo, 6 horas fueron suficientes para llenar el Zócalo más de ocho veces, pues en la plaza pública más grande del país caben aproximadamente 160 mil personas; entonces, a lo largo de la maratónica jornada de fiesta nacional, miles de personas se extendieron a las avenidas y calles aledañas, hasta tres o cuatro manzanas en dirección a los cuatro puntos cardinales, y desde ahí al amparo de las sombras de los edificios y mediante pantallas de gran formato siguieron atentos las palabras de nuestro presidente.
Quien ha marchado como militante y como ciudadano cuatrotransformacionista que abraza al Humanismo Mexicano de AMLO sabe que la gente se organiza en sus pueblos y comunidades, en sus barrios y en sus calles, en todos los estados de la República; y que hacen la “coperacha” para rentar un autobús o un microbús; quien ha hecho de las calles su espacio de protesta y festejo sabe que hay camaradas que viajan en autobús de línea pagando su pasaje desde los rincones más lejanos para poder manifestarse en la capital del país por la justicia social que estamos implementando; quien tiene convicción en la transformación de México y anhela que se destierre la corrupción del prianismo y se eliminen los privilegios de los “fifís” conservadores sabe que hay quienes se pagan su boleto de avión para viajar, incluso desde Estados Unidos, para apoyar y abrazar al mejor presidente que ha tenido México en el pasado reciente: Andrés Manuel López Obrador.
Quien participó en la madre de todas las marchas seguirá luchando por la transformación del país, porque la Cuarta Transformación siga a través de los años, y porque el Humanismo Mexicano de AMLO prevalezca y no regresen al poder los conservadores corruptos que tanto han dañado a México. Quienes marchamos junto a AMLO sabemos salir a las calles a mostrar lo que somos y lo que queremos, y lo volveremos a hacer por el puro gusto de festejar a la 4T o para luchar contra el conservadurismo “fifí” privilegiado, corrupto y corruptor. Mas de 1.2 millones de personas desbordaron Avenida Reforma y varias veces el Zócalo de la Ciudad de México; y sin embargo, sólo se necesita un hombre para hacer esto: Andrés Manuel López Obrador.
Roberto Galindo
*Escritor, maestro en Apreciación y Creación Literaria, maestro en Ciencias, licenciado en Arqueología, en Diseño Gráfico y en Letras Hispánicas
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