Era el día de Todos los Santos. Una capilla de castillo se preparaba para recibir a una multitud de fervorosos feligreses que la visitaban anualmente por ser el lugar donde se resguardaban valiosas reliquias sagradas, como pedazos del pañal del niño Jesús, pajas del pesebre, cabellos y gotas de la leche materna de la Virgen María y clavos de la crucifixión; en total amparaba cerca de 5 mil reliquias, entre ellas, 42 cuerpos enteros de santos. Pero hubo algo más que a los concurrentes les causó mayor curiosidad: un documento escrito en latín. Este documento que fue fijado en la capilla del castillo cambiaría el rumbo de la historia religiosa de Europa y posteriormente del mundo. En efecto, me refiero a las 95 tesis de Martín Lutero que fueron leídas por todos los feligreses que llegaron a Wittenberg el 31 de octubre de 1517.
En este 2018 se cumplen 501 años de la Reforma. Tal vez el número redondo del quinto centenario fue más atractivo para entusiasmar las celebraciones en las iglesias de origen reformado.
¿Cuándo inicia y finaliza la Reforma? El inicio es menos debatible al decir 1517. En este punto, todos coincidiríamos: el hecho público demarca el principio. Pero ¿en qué año se puede realizar el corte histórico del final de la Reforma? Aquí comienzan las diferencias. Normalmente se hace un corte temporal cuando consideramos que los objetivos del fenómeno histórico son cumplidos. Pero resulta complicado cuando tomamos en cuenta que Lutero, al principio, nunca pretendió causar una división religiosa o instaurar una segunda iglesia. Claramente, la Reforma sobrepasa a la figura de Martín Lutero. Y esta es una de las importantes observaciones historiográficas, porque se plantearía cuándo la Reforma dejó de ser únicamente luterana.
El historiador francés protestante Pierre Chaunu, en su libro Los tiempos de las Reformas publicado en 1975, considera que el final de este periodo se ubica en 1536, cuando Juan Calvino publica el libro La Institución de la Religión Cristiana. Esto es, el inicio de una corriente teológica conocida como Calvinismo, distinta a la de Martín Lutero. ¿Aquí termina el periodo de la Reforma? Otros consideran que simplemente fue una fase que terminó para dar paso a una segunda etapa de la era de Reforma. Sin embargo, el movimiento de Lutero había dejado de ser únicamente de él muchísimo antes. Huldrych Zwinglio estableció su propia reforma en Zurich y Tomas Munzer fue precursor del anabaptismo a mediados de la década de 1520. Aunque obviamente, la influencia de Martín Lutero no desapareció hasta su muerte.
Historiadores consideran que la Paz de Augsburgo de 1555 puede ser un buen corte de esta etapa, debido a que este fue el tratado, en el que el imperio romano germánico reconoció al sector evangélico. Empero, también se discute si fue paz o tregua.
Pero así como este fenómeno sobrepasó a Lutero, también lo hizo con Alemania, su lugar de origen. El historiador Geoffrey Elton, en el libro editado por él en 1990/2004, considera que la era termina en 1559 (1). Para él, la fase alemana sí finaliza con la Paz de Augsburgo, pero señala que hay que considerar también lo sucedido en Inglaterra, y que este período finaliza en 1559, cuando la Reina Elizabeth restaura el protestantismo. También otros hechos históricos ayudan a realizar el corte, como la muerte de los reyes escandinavos quienes establecieron la fe Luterana: Cristian III de Dinamarca y Gustavo I de Suecia, en 1559 y 1560 respectivamente. Asimismo, la muerte de Enrique II de Francia en 1559 marca el fin del periodo, al considerar que éste fue un acérrimo defensor del catolicismo, lo que su muerte desembocó en las conocidas Guerras de Religión (1562) dando lugar a la injerencia de los hugonotes.
Como pueden notar, este asunto es complejo al momento de demarcar los cortes históricos. Puesto que también tiene que tomarse en cuenta el movimiento de Contrarreforma (diciembre de 1545-marzo de 1547; mayo de 1551-abril de 1552; enero de 1562-diciembre de 1563), la cual también tiene su propia discusión historiográfica siempre vinculada estrechamente con este asunto. Posteriormente retomaré este punto.
Un segundo eje de discusión es la demarcación del inicio de la modernidad europea. Se dice que el inicio de la Reforma dio lugar al mundo moderno. Pero esta cuestión no es tan simple.
Cuando pensamos en la Reforma nos conduce a los orígenes de la idea de libertad religiosa y de libertad de conciencia. Claramente, Martín propuso que la intermediación entre el hombre y Dios sea suprimida de la vida cristiana. Para el monje agustino, no era necesaria la estructura clerical, porque la salvación depende de la fe y de la relación directa entre el humano y la divinidad. Desde estas nociones básicas de libertad religiosa, se ha hablado de la génesis de la necesaria tolerancia a la diversidad religiosa. Y esto fue un asunto que estaba en constante tensión en el nivel político; sobre todo, en las discusiones de las Dietas de Espira en 1526 y 1529. El resumen de esta primera Dieta podría resumirse con la siguiente frase: cuius regio, eius religio (según tu reino es tu religión); en otras palabras significa que según la creencia del rey esa sea la religión de su respectivo territorio. Pero esto es algo que, precisamente, sólo pudo concretarse políticamente con la Paz de Augsburgo. Entre 1521 y 1526, las ideas luteranas ya se habían expandido, por lo cual, la conformación de las Dietas ya no eran monolíticas, estaban divididas entre una minoría de príncipes protestantes y una mayoría de católicos. Por lo tanto, en esta primera asamblea se suavizó la represión contra la herejía luterana establecida en el edicto de la Dieta de Worms del 25 de mayo de 1521.
En la segunda Dieta de Espira se rescinde este acuerdo para decir que en los territorios protestantes debe imperar la tolerancia hacia los católicos y no así con los protestantes en territorios católicos. Evidentemente este acuerdo fue algo muy desbalanceado, lo que llevó a que cinco príncipes y 14 ciudades se manifestaran diciendo que protestaban y testificaban públicamente ante Dios que no podían consentir nada contrario a su Palabra. Esta declaración fue tergiversada poniendo mayor énfasis en la primera palabra (“protestamos”) que en la segunda (“testificamos”), por lo que, el termino protestante viene a ser un término acuñado por la oposición religiosa. Y por lo mismo, es necesario repensar si es adecuado o pertinente continuar con el uso de esta palabra en el ámbito académico.
Podríamos continuar con este asunto. Pero me interesa más presentar las ideas que plantean que los rasgos modernos de la Reforma fueron más tardíos que tempranos. Inclusive, el historiador emérito estadunidense Mark Edwards Jr considera que Martin Lutero no fue un hombre moderno, sino un hombre medieval, tal vez el último medieval pero no el primer moderno. En un artículo titulado “Las últimas batallas de Lutero” (Luther’s Last Battles) de 1984, explica que Lutero pensaba que realmente estaba atacando al diablo mismo durante este proceso conflictivo con el clero. El lenguaje de Lutero “puede atribuirse” a su “visión bíblica de la lucha”. Esta era la visión del mundo de un hombre medieval, en la que la concepción del mundo todavía estaba determinada por las creencias religiosas sobrenaturales.
Esta concepción del mundo se relaciona de manera cercana con la noción de libertad. Recordemos el acontecimiento bélico de los campesinos en 1525, movimiento inspirado por las ideas de Lutero, difundidas a finales de 1520 por medio de un folleto intitulado La Libertad del Cristiano. No obstante, Martín tenía una idea distinta de libertad cristiana de la que proclamaban los campesinos de Suabia. Fue claro cuando lo expresó en un texto publicado en mayo de 1525 (5):
“¿Qué significa esto? Significa hacer carnal la libertad cristiana. […] Lea lo que San Pablo enseña sobre los siervos, que entonces serán todos siervos”.
“El derecho cristiano no es para combatir la injusticia, no impugnar la espada, no defenderse y no vengarse, […] Nunca he impugnado una espada, ni he deseado la venganza, jamás me he puesto del lado de las facciones o la sedición, pero cooperaré siempre con el mantenimiento de la autoridad temporal en su poder y en su consideración…”
Al final del texto hace una invitación: “Así, las autoridades procedan de buen ánimo y golpeen con buena conciencia hasta que les quede un hilo de la vida”.
Lutero hablaba de una libertad espiritual, del alma, no una económica o política. Claramente, esta fue una reinterpretación de las ideas luteranas por parte de Tomás Munzer. La Reforma, repito, ya no le pertenecía solamente a Martín. Pero decir que Lutero engendró la modernidad sería muy aventurado.
Con este punto, podemos pasar a las ideas vertidas por el historiador y teólogo protestante Ernst Troeltsch en su libro El protestantismo y el mundo moderno, publicado originalmente en 1911. Este texto ofrece matices reveladores sobre la relación entre estos dos. El autor inicia su obra, caracterizando la cultura moderna o la modernidad en oposición a la medieval.
La primera característica es la lucha contra la cultura eclesiástica, pues ésta es la que desemboca en el individualismo. También considera que la modernidad posee el carácter científico-racionalista, sustituyendo la revelación por la ciencia y la autoridad eclesiástica por nuevos métodos, conduciendo al relativismo.
Otro rasgo de la modernidad, es la intramundanidad, en cuanto se derrumba la autoridad absoluta entre lo divino y lo humano. El monacato deja de ser la vía predilecta para alcanzar lo divino. Por último, los caracteres de este mundo moderno llegan a ser el optimismo en el progreso, ya no más el “pesimismo cristiano del pecado original” será el que guíe la vida de la sociedad.
La idea central de Troeltsch es que el mundo moderno se ha originado independientemente del protestantismo, en el que el mismo protestantismo es en parte “una simple continuación de los desarrollos de la baja edad media”. (6) Para entender dicha afirmación, debemos precisar que para Troeltsch, existe un protestantismo viejo y otro nuevo. (7)
“[…] el viejo y genuino protestantismo del luteranismo y del calvinismo representa, como manifestación total, y a pesar de su doctrina de salvación anticatólica, una cultura eclesiástica en el sentido de la Edad Media y trata de ordenar el estado y la sociedad, la educación y la ciencia, la economía y el derecho según los criterios sobrenaturales de la revelación y, lo mismo que la Edad Media incorpora la Lex naturae como idéntica, originalmente, con la ley de Dios.
Según el teólogo, el protestantismo moderno aparece hasta fines del siglo XVII. Este corte es importante, porque esto se coloca muy posterior a la Paz de Augsburgo (1555) y después del año considerado por Elton como el fin de la era de Reforma (1559).
Pero a ¿qué se refiere por cultura eclesiástica del luteranismo y calvinismo? Esto es, que la autoridad directa y absoluta sigue basándose en la revelación. La Biblia pasa a ser la fuente de la jerarquía absoluta, porque se mantiene la idea del “instituto salvador autoritario puramente divino” desde las nociones de predestinación y justificación como la única certeza de salvación y que sólo es únicamente posible a través de la doctrina luterana y calvinista. Por tanto, el individualismo tiene un papel mermado. Y todo aquel que atentara con la doctrina calvinista o luterana sería perseguido o denostado.
Esta cultura eclesiástica que procura ser autoridad en varios aspectos de la vida social mantuvo la continuidad del corpus christianum. Dicho concepto medieval hace referencia a la unidad de iglesia-estado y/o del dominio espiritual-secular; Troeltsch dice que tanto el luteranismo y el calvinismo no conciben a estos dos ámbitos “como tampoco el catolicismo, [como] organizaciones separadas, sino únicamente dos funciones diferentes dentro de un mismo cuerpo indivisible” (1951: 42). Y en este escenario surge la descalificación jurídica de los considerados incrédulos y herejes. Tal vez podamos aludir a la ejecución del español Miguel Servet en la Ginebra calvinista.
El ascetismo tampoco desaparece completamente, se impone con mayor efectividad ya que refuerza la noción agustiniana (9) del “pecado original” y por ende la corrupción de las fuerzas naturales. En gran parte, esta idea de Troeltsch la retoma de su profesor Max Weber, quien plantea en su obra famosa La ética protestante y el espíritu del capitalismo, el ascetismo intramundano como un rasgo de la ética protestante. Desde mi punto de vista, una de las afirmaciones más contundente de Troeltsch es la siguiente:
“[…] el protestantismo –y especialmente su punto de arranque, la reforma que hizo Lutero de la Iglesia–, considerado desde el punto de vista de la historia eclesiástica y dogmática, no es más que una transformación del catolicismo, una prolongación de planteamientos católicos a los que se ofrece una nueva respuesta”. (10)
Entre estos planteamientos, se encuentra la necesidad de la certeza de la salvación asegurada desde el ideal de la cultura eclesiástica. A partir de estas ideas, puede resumirse que la participación del protestantismo en el mundo moderno fue indirecta, no consciente, no deliberada y tardía. Si usted lector, quiere conocer a mayor detalle los argumentos de Ernst Troeltsch, le invito a adentrarse a sus páginas.
No obstante, las ideas de Troeltsch ya esbozadas, sobre todo la noción de corpus christianum, nos conducen a la línea historiográfica que basa su interpretación en el concepto de “confesionalización”, algunos autores le llaman paradigma.
Para comprender este paradigma historiográfico, lo primero que debemos retomar es la dicotomía cronológica que hace el historiador alemán e hijo de pastor luterano Leopold Von Ranke en su libro la Historia de la Reforma en Alemania (History of the Reformation in Germany) publicado originalmente –todos sus seis volúmenes– en 1847: primera mitad del siglo XVI como el periodo de Reforma y segunda mitad del mismo siglo como el periodo de Contra-Reforma.
En este espacio no entraré a detalle sobre este talante. Sin embargo, la creación del término Contra-Reforma tiene sus ideas de fondo, ya que esto indicaría que el clero católico fue reactivo; además de que el movimiento protestante sería el único concebido como tal, como una Reforma religiosa. Desde esta óptica, el historiador católico Hubert Jedin propuso el término Reforma Católica. A mediados del siglo XX (1958), otro historiador de origen católico Ernst Walter Zeeden modificó esta perspectiva señalando que para la segunda mitad del XVI, el Catolicismo, Luteranismo y Calvinismo ya había conformado iglesias confesionales (11) (parcialmente relacionado a las Confesiones de Fe). (12).
Esta discusión sirvió como antecedente para que los historiadores Wolfgang Reinhard y Heinz Schilling, uno de familia católica y el otro proveniente de familia protestante, propusieran de manera independiente, a principios de 1980, el término confesionalización. Reinhard creyó necesario otro concepto distinto a Contra-Reforma y el segundo por sus investigaciones realizadas sobre la relación entre calvinismo y luteranismo con el Estado del noroeste de Alemania. (13).
Este concepto viene a reconocer lo que Troeltsch ya había dicho sobre la permanencia del corpus christinianum, pero entendido como un proceso vinculado a la formación del Estado moderno. Como punto de partida de este periodo, se establece la Paz de Augsburgo con la formula cuius regio, eius religio, ya mencionada antes. Y una de las consecuencias sociales de este trascurso es lo que Schilling llama “disciplina social”. (14) Desde este marco interpretativo, Schilling asegura que el proceso de la Reforma no fue aquella la que trajo los cambios hacia la modernidad, sino que fue el periodo denominado como “confesionalizacion”, es decir, el episodio decisivo que llevó a Europa a la era moderna. Este paradigma creó otro periodo histórico que va desde la paz de Augsburgo (1555) hasta la firma de la Paz de Westfalia (1648), la paz que finalizó con la conocida Guerra de Treinta Años (1618-1648).
El sociólogo estadunidense Philip S Gorski, es el que ha analizado el gobierno calvinista (15) desde este esquema de la disciplina social, usando conceptos de Foucault, y entendiendo que la idea de disciplina en el calvinismo no fue y no es únicamente una cuestión teológica, sino práctica. (16) Retomando las proposiciones del libro del francés Michel Foucault, Vigilar y castigar, analiza el estado calvinista desde la microfísica del poder; es decir, analiza cómo el calvinismo creó múltiples relaciones de autoridad situadas a distintos niveles. Los magistrados de Ginebra y los miembros del consistorio fueron el dúo organizacional calvinista que funcionaba como vigilante de la sociedad. Según Gorski, todas las estrategias del poder y sus instituciones, planteadas por Foucault (vigilancia, compartimentación del espacio, etcétera) fueron inspiradas por este proceso de disciplina calvinista.
En términos generales, los modos en cómo se ha entendido la Reforma no es simple. Las perspectivas históricas dirigen a una constante evaluación de la periodización, con el fin de comprender que el movimiento protestante o evangélico no sólo tuvo repercusiones religiosas, sino también políticas, modificando e innovando los mecanismos de gobernanza.
Notas
(1) Elton, Geoffrey (Ed.) (2004). The New Cambridge Modern History. The Reformation, 1520-1559. Vol. 2. 2ª edición. Cambridge: Cambridge University Press.
(2) La dieta imperial era una asamblea presidida por el emperador en turno y se conformaba comúnmente por los denominados electores, príncipes y representantes de las ciudades del imperio. Entre los miembros se encontraban eclesiásticos en la categoría de electores y príncipes. El nombre de “las Dietas” hace referencia al lugar donde se sostuvieron dichas reuniones.
(3) Brady Jr., Thomas A. (2009). German Histories in the Age of Reformations, 1400-1650. Cambridge: Cambridge University Press, p. 216.
(4) Edwards, Mark U. (1984). “Luther’s Last Battles” en Concordia Theological Quarterly, vol. 48, núm. 2-3, pp. 125-140 (p. 131-132).
(5) Exhortación a la paz: respuesta a los doce artículos de los campesinos de la Suabia [ABRIL, 1525] 2) Adendo: Contra las hordas salteadoras y asesinas de los campesinos [MAYO 1525].
(6) Troeltsch, Ernst (1979). El protestantismo y el mundo moderno. México: Fondo de Cultura Económica, p. 28.
(7) Luteranismo, 1517 (1530, confesión), Anabaptistas (mediados de la década de 1520), Calvinismo (1541), Presbiterianismo (1560), Anglicanismo (1549-1580), Menonitas (finales de 1530), Bautistas (1609), Congregacionalista (1645), Cuáqueros (1647), Pietismo (1675), Metodismo (1738).
(8) Troeltsch, Ernst (1979). El protestantismo y el mundo moderno. México: Fondo de Cultura Económica, p. 30-31.
(9) La formulación del pecado original basado en las epístolas de Pablo a los Romanos. El pecado de Adán y Eva lo cargamos todos incluyendo la muerte que es la paga del pecado. Pero también esto lo vinculó con el acto sexual, es decir una transmisión biológica.
(10) Troeltsch, Ernst (1979). El protestantismo y el mundo moderno. México: Fondo de Cultura Económica, p. 38.
(11) Lotz-Heumann, Ute (2001). “The concept of “Confessionalization”: a historiographical paradigm in dispute” en Memoria y Civilización, vol. 4, pp. 93-114; Lotz-Heumann, Ute y Matthias Pohling (2007). “Confessionalization and literature in the Empire, 1555-1700” en Central European History, vol. 40, núm. 1, pp. 35-61.
(12) Confesión de Augsburgo (1530), Confesión Escocesa (1560), 39 artículo de la iglesia Anglicana (1562), Confesión de Heidelberg (1563), Confesión de Fe de Westminster (1647).
(13) Reinhard, Wolfgang (1989) “Reformation, Counter-Reformation, and the Early Modern State. A Reassessment”, en Catholic Historical Review, núm. 75, pp. 383-404; Schilling, Heinz (1992). “Confessionalization in the Empire. Religious and societal change in Germany between 1555 and 1620” en Religion, Political, Culture and the Emergence of Early Modern Society. Essays in German and Dutch History. New York, Brill, pp. 205-245.
(14) “Poder absoluto, durante la época moderna, fue básicamente poder incontrolado, poder no sometido a límites jurídicos institucionalizados”. Precisamente, las guerras religiosas fueron una de las causas que llevaron a este absolutismo. Schilling, Heinz (1992).
(15) El movimiento de Reforma en Ginebra comienza con Guillermo Farel en 1535, y Calvino lo apoya desde 1537 ya habiendo publicado 1 año antes su libro La Institución de la religión cristiana. En 1541, después de tensiones políticas en Ginebra, Calvino llega de nueva a dicha ciudad con una teología más estructurada.
(16) Gorski, Philip S. (2003). The Disciplinary Revolution. Calvinism and the Rise of the State in Early Modern Europe. Chicago: The University of Chicago Press.
Ezer R May May*
*Antropólogo social e historiador de la religión
[ANÁLISIS][HISTÓRICO][SEMANA]
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