Me fijo en las palmeras porque veo en ellas el México viejo. Los cascos y vestigios de haciendas, por lo regular, tienen palmas, ya sea de dátil o de la llamada “de taco”. Esos cascos o ruinas de haciendas fueron antiguos centros de población con historias que contar. Un pasado inmediato que no se acaba de ir y que en mucho explica el presente que vivimos.
En muchos casos, alrededor de las haciendas del México porfiriano y lo que quedó después de la Revolución de 1910 se formaron caseríos rancherías; algunos llegaron a ser centros de población o comunidades. En el caso de Baca no fue así, ya que este pueblo es prehispánico: de la nación de los sinaloas, lo que no obstó para que hubiera hombres con poderío económico, político y militar con una economía tipo hacienda. En Baca coexistió la visión del México mestizo de filiación hispana (de Castilla, dicen) con la forma de vida indígena, que aún persisten.
En Baca hay dos palmeras de dátil que coinciden con las moradas o casonas señoriales de las dos familias u hombres fuertes de su época. La casona de Heraclio Félix y la de Los Torres. La de estos últimos ya está muy deteriorada. Su último morador de los Torres fue Ramón Torres Navarro y esporádicamente llegaban dos de sus hermanas de edad avanzada a visitarlo y a quedarse por días en el pueblo. En Baca vivió también Pedro Torres (hermano de Ramón) y Diego Torres (hijo de Abraham, quien era primo hermano de Pedro y Ramón). De la familia de los Torres también había y hay en Agua Caliente de Baca y en La Higuerita. En lo tocante a la descendencia de los Félix, ya tampoco viven en Baca, su hijo Gilberto Félix Espinoza, de los últimos Félix que vivieron en la vieja casona, recientemente murió en ciudad Obregón, Sonora.
Tanto Heraclio Félix como los Torres eran hombres con poder económico, con bastante ganado, tierras y dinero, que incluso financiaban a campesinos y agricultores, no sólo en la región sino en los valles de Sonora, como Jesús Torres que vivía con Mariana Sarmiento en La Higuerita y donde tenía sus tierras, pero era del linaje de Los Torres de Baca de quienes era primo. Jesús muere en El Embarcadero.
La historia de la familia Torres en Baca se remonta a la segunda mitad del siglo XIX cuando Lorenzo Torres procedente de Mochicahui, El Fuerte llega a vivir a Baca; igualmente se menciona a su hermano el coronel Anastasio Torres padre de Hermolao Torres. Este último en su calidad de hombre fuerte y Síndico de Baca se vio implicado en las muertes de dos ciudadanos estadunidenses en la hacienda de Agua Caliente de Lamphar, generando a la postre un conflicto diplomático con el vecino país, causa por la cual muere desterrado de Baca. El General Lorenzo Torres combatió en la Reforma y fue un hombre clave en el mantenimiento del orden porfirista en Sonora, sobre todo en el valle del Yaqui y del Mayo. Llegó a ser gobernador de Sonora, pero él era un hombre de armas y de negocios con fuertes intereses en el Valle del Yaqui. Al triunfar la causa de la Revolución el general Lorenzo Torres abandona el país y se radica en Los Ángeles, California, donde muere el 12 de noviembre de 1912.
El otro hombre fuerte de Baca también fue Heraclio Félix, quien despunta con el inicio del siglo XX. Fue muy amigo del general revolucionario Roberto Cruz, quien recaló a su hacienda de La Guasa (Valle, sembradío, sementera en lengua mayo) allá por 1935 procedente de la ciudad de México y en sus visitas a Choix u otras partes pasaba a visitar a Heraclio Félix. Siendo el general Roberto Cruz uno de los primeros que tuvo carro en la región y fue él quien financió el primer pango para pasar su carro sobre el río Fuerte entre Baca y El Embarcadero, allá por los años cuarenta del siglo pasado. Todavía está la brecha-callejón hacia El Conicari rumbo a La Guasa por donde transitaban los vehículos en aquellos años. Se cuenta que cuando el gobierno federal persiguió al General Roberto Cruz éste se resguardó en una cueva a donde don Heraclio le llevaba lonche.
Una de las hijas de Heraclio Félix, doña Jesús se casó con Abraham Iza Ayub, hermano de Felipe y Celim, quienes eran de origen libanés, aunque por el rumbo les decían árabes; el líder de los hermanos era Felipe. La familia Iza en la segunda mitad del siglo pasado adquirió poder económico y político. Felipe se dedicaba a los trabajos de actividad minera, explotando una mina en El Zátaque y de ahí se trasladó a vivir a la cabecera de Choix, donde se dedicó al transporte, -primero con tranvías- y a otros menesteres. Un hijo de Abraham y doña Jesús, Ramón Iza Félix fue Presidente Municipal de Choix, lo mismo que su primo Juan Iza.
Hoy esas casonas siguen viendo pasar el tiempo. Sus palmeras siguen con vida, verdes, no así quienes las plantaron. En ambas familias miembros de ellas tuvieron muertes trágicas o violentas, como Enrique Félix Espinoza, Héctor “El Gato” Félix y Diego Torres Sarmiento. No escaparon al tiempo que les tocó vivir, un México también convulso y violento, pero no tanto como ahora, donde los barones y señores son otros. El narcotráfico campea y sienta sus reales.
Guadalupe Espinoza Sauceda*
*Abogado y maestro en desarrollo rural; integrante del Centro de Orientación y Asesoría a Pueblos Indígenas, AC
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