Kuala Lumpur, Malasia. El mundo parece estar ahora más consciente de la probable devastación de la pandemia de Covid-19 si no se controla urgentemente. El 7 de octubre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció un plan de 8 mil millones de dólares para vacunar rápidamente a muchas más personas, con el objetivo de acelerar el fin de la pandemia.
Tal vez frustrado tras ser ignorado por los gobiernos de los países ricos y los principales productores de vacunas, el nuevo plan de la OMS es relativamente modesto, pero esperemos que sea más realizable.
Apoyada por el secretario general de la Organziación de las Naciones Unidasa (ONU), António Guterres, la nueva Estrategia de Vacunación pretende reducir el apartheid de las vacunas inoculando 40 por ciento en todos los países antes de que acabe el año, y 70 por ciento para mediados de 2022.
Había urgido a los gobiernos a vacunar al menos al 10 por ciento de su población para septiembre de 2021. Con casi 6 mil 500 millones de inoculaciones para entonces, casi un tercio de la población mundial estaba totalmente vacunada.
Como señaló al lanzar la estrategia el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, los países de renta alta y media-alta han utilizado 75 por ciento de todas las vacunas producidas hasta ahora.
La vacunación mundial también frenará la aparición de nuevas variantes. Pero menos de 0.5 por ciento de las dosis han ido a parar a los países de renta baja, y menos de 5 por ciento en África está totalmente vacunado. Así, más de 55 países, principalmente africanos, han quedado en gran medida al margen de este esfuerzo de vacunación de doble vía.
A nivel mundial, se producen unos 1 mil 500 millones de dosis de vacunas al mes. La estrategia de la OMS considera que esto es suficiente para alcanzar sus objetivos, siempre que se distribuyan de forma equitativa.
Aunque todavía se necesita más financiación, implica que es suficiente para adquirir la mayoría de las vacunas necesarias para los países más pobres a través del mecanismo Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19 (Covax, por su acrónomo en inglés), encabezado por la ONU, y el Fondo Africano para la Adquisición de Vacunas (Avat, por su acrónimo en inglés).
A pesar de las malas experiencias pasadas, Tedros confía en que la nueva estrategia puede tener éxito si los países y las empresas que suministran vacunas dan prioridad a la entrega y a las donaciones a Covax y Avat. También insta a compartir los conocimientos técnicos y las licencias no exclusivas para difundir una mayor capacidad de fabricación.
Los derechos de propiedad intelectual (DPI) están en la base de la división y brecha mundial de la pandemia en la actualidad. Sin duda, los que innovan deben ser recompensados por sus logros. Pero la legislación estadunidense no impide que los propietarios de derechos de propiedad intelectual suban los precios. Y lo que es peor, no existen adecuados incentivos para que los proveedores de vacunas comerciales erradiquen la enfermedad.
Como es lógico, la empresa farmacéutica Pfizer ya ha revisado su estrategia comercial para que su principal fuente de ingresos provenga de la venta de refuerzos y otras necesidades de la covid.
Las iniciativas de la OMS y otras organizaciones para fomentar el intercambio voluntario de tecnología y conocimientos no han llegado a ninguna parte, ya que las principales empresas se niegan a compartir sus conocimientos.
No obstante, la secuenciación del genoma en China a principios de enero de 2020 y el uso casi gratuito de técnicas cruciales para producir vacunas de ARNm (que enseñan a las células a producir proteínas inmunizadoras), como las patentes de los estadounidenses Institutos Nacionales de Salud y la tecnología molecular CRISPR (sigla en inglés de Peticiones Palindrómicas Cortas, Agrupadas y Regularmente Interespaciadas), han acelerado el desarrollo de estas vacunas.
Las anteriores afirmaciones de que los países en desarrollo no son capaces de producir las nuevas vacunas de ARNm ya no son creíbles. Sudáfrica y Brasil ya las han fabricado bajo licencia. Evaluaciones independientes sugieren que muchos más, incluyendo otros en África, pueden hacerlo.
La solicitud de exención temporal de los ADPIRC (Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio), presentada por Sudáfrica e India en octubre de 2020, va más allá de la aprobación de las flexibilidades de salud pública de la Organización Mundial de Comercio (OMC) de 2001.
Esto permite la producción mediante licencias obligatorias de patentes (CL) durante las emergencias de salud pública. Pero la exención ha sido bloqueada, principalmente por los gobiernos de la rica Europa.
La exención no se refería principalmente a las vacunas.
Cuando se solicitó por primera vez, la única vacuna disponible era la rusa. La solicitud de exención para la suspensión temporal de los derechos de propiedad intelectual sólo durante la duración de la pandemia es para las pruebas, tratamientos, equipos, vacunas y otras necesidades de la Covid, sujetas a condiciones estrictas.
Ante una crisis mundial que exige una acción urgente, la posición de la Comisión Europea, incluso 1 año después, es que las licencias voluntarias (VL) de los ADPIRC son suficientes. Insiste en que la exención e incluso las CL no son necesarias a pesar de que tanto la VL como la CL requieren negociaciones y licencias país por país, patente por patente.
Dado que todavía se necesitan desesperadamente suministros asequibles de Covid, la escala y el alcance del desafío actual todavía necesitan la exención. Sin embargo, ningún país en desarrollo o, para el caso, ningún titular de una patente tiene ni los medios ni el tiempo para negociar para satisfacer todas las VL necesarias con urgencia.
Para el Centro de Políticas de Desarrollo Global de la estadunidense Universidad de Boston, abordar adecuadamente la equidad de las vacunas requiere aumentar la producción, que se considera necesaria para una respuesta más equitativa.
La propuesta de ese centro académico exige un enfoque simultáneo de tres vertientes para aumentar rápidamente el suministro de vacunas mediante:
-La exención de los ADPIRC para superar las limitaciones de la propiedad intelectual para una mayor producción;
-La exigencia a los desarrolladores de vacunas que compartan la tecnología y los conocimientos técnicos pertinentes;
-El financiamiento adecuado de los esfuerzos para producir y distribuir mucho más.
La exención de los ADPIC también eliminaría todas las barreras de PI para satisfacer otras necesidades relacionadas con la Covid-19.
Por el contrario, el CL seguiría requiriendo muchas negociaciones y licencias separadas, a menudo largas, para cada patente involucrada en la fabricación de los artículos necesarios.
El aumento masivo de las donaciones, especialmente de los países productores y acaparadores de vacunas, puede hacer llegar muchas más dosis a las poblaciones subvacunados. Los grandes países ricos del Grupo de los Siete (G7) están todavía muy lejos de alcanzar su propio y modesto objetivo de donación de 1 mil millones de dosis.
El mecanismo Covax, establecido aparentemente para un acceso más equitativo a las vacunas, ha logrado alrededor de 10 por ciento de su promesa, mucho menos que los 2 mil millones de dosis prometidos para finales de año. La moratoria propuesta por la OMS para las vacunas de refuerzo debe continuar hasta que se logre un acceso equitativo a las vacunas.
Las desigualdades socioeconómicas entre los países y dentro de ellos también han frustrado la contención de la pandemia. No es de extrañar que las desigualdades mundiales en materia de vacunas hayan exacerbado los efectos adversos. Lamentablemente, la comunidad internacional tiene los medios, pero no la voluntad política de hacer lo necesario.
Hace medio año, el presidente Joseph Biden anunció que Estados Unidos apoyaría una exención de patentes de vacunas. Su cumbre sobre las vacunas del 22 de septiembre, en el marco de la 76 Asamblea General de las Naciones Unidas fue prometedora, pero de nuevo no aportó gran cosa. Todavía puede marcar la diferencia, uniendo al mundo para derrotar la pandemia.
Sin el liderazgo de la Casa Blanca, no se compartirá la tecnología que se necesita urgentemente.
Dado que la empresa farmacéutica estadunidense Moderna recibió financiación del gobierno federal, el presidente Biden está legalmente facultado para aumentar su producción, al igual que sus secretarios (ministros), por ejemplo, sobre la base de un coste adicional. También podría conseguir que Moderna permitiera a otros fabricar rápidamente las vacunas necesarias.
Así, Washington puede asegurarse de que Moderna haga lo necesario. Si Biden quiere liderar el mundo, todavía tiene una pequeña ventana de oportunidad para liderar y ganar la guerra contra la Covid-19. No hacerlo significará millones de muertes evitables más. Sólo juntos podremos hacer frente al mayor desafío de nuestro tiempo.
Jomo Kwame Sundaram/Inter Press Service (IPS)*
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