En la defensa del agua y el territorio, las mujeres yaquis luchan contra la edificación de megaproyectos en su territorio; también buscan la manera de participar en la toma de decisiones de las asambleas celebradas en la nación yaqui, explica a Contralínea Laura Hernández Urzúa.
Agrega que aunque siempre han estado presentes y se les consulta su opinión, a veces, cuando alguna de ellas tiene más presencia, sus voces no resuenan con intensidad durante el análisis de las situaciones puestas sobre la mesa por la comunidad.
La palabra de los mayores cuenta que en el territorio conformado por los ocho pueblos de la nación yaqui (Loma de Guamúchil, Loma de Bácum, Tórim, Vícam, Pótam, Ráhum, Hurivis y Belem) hubo mujeres que tomaron las armas y pelearon –al igual que sus compañeros varones– para defender las tierras donde habitan desde hace cuatro siglos a la orilla del río.
En esos mismos territorios, un grupo de ellas se ha organizado para manifestarse mediante comunicados en donde han hecho visibles las luchas. También han reclamado cuando se les dificulta convencer a la comunidad, a una autoridad o a los hombres para enfrentar alguna situación, apunta la mujer originaria de Vícam, Sonora. Las mujeres han buscado información y la comparten con las autoridades. “Obviamente, eso no les ha gustado a los compañeros pero igualmente lo hemos hecho”.
“Tenemos un poder de convocatoria fuerte. Podemos reclamar, seguir ahí y no dejarnos”, cuenta Hernández Urzúa. Agrega que quienes reclaman ser escuchadas son las que no tienen un cargo en la asamblea; las que sí lo tienen son las cantoras (que llevan a cabo las ceremonias religiosas) y las que presiden en cada pueblo la tropa yoreima (conformada por hombres y mujeres sin cargo de autoridad ni en la iglesia ni dentro de la estructura civil).
Ellas son las madres del pueblo, traduce al castellano Laura Hernández Urzúa, y tienen ese espacio ya ganado por muchos años, por lo que son reconocidas y tomadas en cuenta para tomar una decisión. Detrás de ellas están “las que no tenemos ese reconocimiento pero podemos opinar y pasarles lo que queremos expresar y ellas lo pueden decir porque son escuchadas. Hay veces en que lo podemos decir desde nuestro espacio cuando no están ellas o incluso cuando nos pregunten”.
Transmisoras de la cultura
Las mujeres de la tribu se encargan de transmitir el amor a la lengua y cultura mediante historias a los hijos, a los nietos.
“Nosotros tenemos esa obligación, ese compromiso de proteger todo lo que hay dentro del territorio”, asegura la mujer yaqui que desde hace casi 20 años es defensora. Para ellos, la tierra no es suya sino que son parte de ella. “Al dañar una parte del territorio nos hacemos daño a nosotros mismos también y ponemos en riesgo nuestra existencia como pueblo”. Además, en la sierra, en los valles están las almas de sus ancestros, quienes defendieron las tierras con su vida desde el siglo XIX cuando iniciaron medidas para deslindar su territorio y venderlo.
Por desgracia, siempre ha habido impactos muy fuertes con las construcciones de las presas, dice la maestra Laura Hernández. “El río prácticamente está seco desde que se empezaron a construir las primeras presas, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas. Y a su vez Cárdenas decretó la restitución de una parte del territorio, no todo lo que era tribu pero sí una parte del territorio y una parte del agua”. Éste dice que el 50 por ciento del agua, más los escurrimientos y las aguas no controladas, serían de la tribu.
Pero en los siguientes 20 años se construyeron otras dos presas que terminaron de captar todo el líquido vital de la tribu. A lo largo de los años ha habido títulos de propiedad se les ha dado sobre una parte del territorio a ejidos, gente que no es de la tribu. Se invalidó una parte del territorio que estaba dentro del decreto de Cárdenas. Ahora se encuentra en conflicto.
Por otro lado, la maestra Hernández Urzúa comparte la importancia de las mujeres en las fiestas tradicionales de la tribu: siempre están participando como parte de la mitad de las aproximadamente 74 personas organizadoras; son las encargadas de ordenar, reunir y llevar el alimento.
Amenazas contra sus cuerpos
La violencia en la comunidad yoeme ha aumentado con la llegada de los megaproyectos, opina Hernández Urzúa. Com la introducción del Acueducto Independencia y la entrada del gasoducto –con el que no hubo consulta conforme a ley–. Violencia que ha ido desde secuestros de defensoras y defensores, agresiones físicas y amenazas por continuar en la lucha. [https://contralinea.com.mx/acueducto-independencia-fuera-de-la-ley/]
Para la defensora yaqui no es casualidad que con la entrada de un megaproyecto se introduzcan drogas a mayor escala, se incrementen los problemas con grupos de mercenarios o sicarios y que los mismos compañeros de lucha hayan sido amenazados por mensajes anónimos advirtiendo: “si seguimos en las mismas vayamos a sufrir las consecuencias con ellos”. Las consecuencias las pagó el defensor Tomás Rojo [https://contralinea.com.mx/cndh-condena-homicidio-del-defensor-yaqui-tomas-rojo-valencia/], asesinado a mediados del 2021.
El crimen organizado, dice, desgraciadamente se ha ido introduciendo poco a poco también en las comunidades por la distribución de droga. “Han habido desapariciones y muertes, han encontrado compañeros, personas de la comunidad, cuerpos en el monte”.
Hernández Urzúa recuenta las agresiones y amenazas contra las defensoras del territorio opositoras al gasoducto por parte de un grupo opositor al movimiento yaqui. Hace aproximadamente 4 años un disparo entró a su casa justamente por la ventana de su recámara, por la cocina y fue a dar a la habitación de mis hijos. Laura agradece que la bala no le haya “tocado a nadie”. Sobre este evento, cuenta, se pretendió justificar con un supuesto asalto a una persona afuera de su casa.
Esa agresión se dio luego del secuestro de una de sus compañeras, de Anabella junto con su marido. A ella la dejaron ir sola, pero a su esposo se lo llevaron como 14 días, y lo dejaron en libertad. Luego sucedió un disparo a otra compañera y después a mí. “Era prácticamente el querer desaparecernos”.
Añade a estas violencias las amenazas de agresiones sexuales: fueron directas a “nuestra persona, un tanto a nuestros cuerpos, pero no pasó de ahí, de amenazas. No sucedieron”.
Expectativas altas con el Plan de Justicia
Las expectativas de restitución del 50 por ciento del agua de la cuenca del río Sonora con el Plan de Justicia son “altas” para la tribu yaqui. Con el acuerdo firmado por el presidente Andres Manuel López Obrador –el pasado 28 de septiembre– el pueblo espera que esa parte del territorio vuelva a ellos. No obstante, “mientras está en proceso y mientras sea así, para nosotros no está entregado todavía”, advierte la defensora del territorio, Laura Hernández Urzúa. [https://contralinea.com.mx/plan-de-justicia-yaqui-inversion-de-10-mil-millones-amlo/]
Para ella y para más miembros de la comunidad, siempre ha habido muchos pretextos para hacer entrega del agua que les corresponde, “pero, aquí estamos exigiendo y pidiendo lo mismo”. Ahora, con las negociaciones de la administración de la Cuarta Transformación se intenta restituir no sólo lo decretado por el expresidente Lázaro Cárdenas sino lo reclamado por sus ancestros: “algo más amplio”. Entonces, al parecer si hay buena disposición y una parte del territorio que no está en manos de nadie y que están fuera del decreto que se va a asignar a la tribu”.
Aunque en territorio yaqui hay muchos problemas por la resistencia de quienes no son de la tribu (denigración, comentarios racistas, discriminatorios y misóginos), los yaquis continuarán con el proceso de legalizar el territorio y el agua. Luchar es “algo de lo que nunca vamos a quitar el dedo del renglón. Si no podemos concluir nosotros, van a seguir otros detrás de nosotros también”
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