Semana

Neoliberalismo y corrupción: influencia del poder económico en lo público*

Publicado por
Nancy Flores

“Hacer sudar el dinero” y especular son dos de las formas más clásicas de cómo se incrementa el capital en el neoliberalismo. En un hecho casi increíble, de esos que nos hacen pensar que cosas así sólo pasan en México, el pasado 17 de septiembre esta Tesorería de la Federación denunció que algunas instituciones financieras se quedaban con recursos que estaban recaudando para el Estado. Es decir que estos impuestos, en vez de ingresar a la Hacienda Pública, estaban sirviendo ilegalmente para generarles intereses. Estaban haciendo sudar el dinero de las arcas públicas. En los peores casos, ni siquiera enteraron esos impuestos a la Tesorería.

Este ejemplo sencillo del que ustedes han sido testigos nos sirve para comprender que así es el gran capital: siempre busca resquicios en la ley o grietas en las estructuras para aumentar la ganancia. No hay ética, no hay la famosa empresa socialmente responsable. Eso, en el neoliberalismo, no existe.

Y es que el modelo económico neoliberal es en esencia un modelo corrupto: se basa en la acumulación de la riqueza en pocas manos, lo que significa que este sistema no sólo propicia la desigualdad social –es decir, genera hordas de miserables y apenas un puñado de súper ricos–, sino que lo hace mediante la explotación irracional, tanto de la mano de obra como de la propia naturaleza.

El informe La ley del más rico –de la organización Oxfam– advierte que el 1 por ciento más rico de la población mundial posee más riqueza que el 95 por ciento de los seres humanos. Publicado en enero pasado, el documento señala que la influencia de los multimillonarios “se ha disparado”: “el 1 por ciento más rico posee el 43 por ciento de todos los activos financieros globales y dos multinacionales son propietarias del 40 por ciento del mercado mundial de semillas”. La “hiperconcentración de poder y riqueza”, agrega, alimenta la desigualdad entre personas y territorios.

En el marco de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, el director de Oxfam, Franc Coartada, acusó el 23 de septiembre pasado que mientras la ONU pierde capacidad de acción, los ultrarricos y las megacorporacionesdictan las reglas del juego a nivel mundial. Utilizansu enorme influencia para frenar esfuerzos que han buscado resolver los principales problemas del planeta, como la lucha contra la evasión y la elusión fiscal, asegurar que las vacunas contra la Covid-19 sean accesibles para todas las personas, o cancelar las deudas insostenibles de los países del Sur Global”. [1].

El tamaño de la influencia que tiene el poder económico en lo público lo hemos vivido en carne propia en México: en los procesos electorales presidenciales de 2006, 2012, 2018 y 2024, los más ricos del país financiaron acciones contra la democracia –como las campañas del “peligro para México”, o “narco presidente”– para evitar la llegada al poder político de un modelo distinto al neoliberal. Incluso, se llegó al descaro y al cinismo  de que uno de sus representantes –el empresario Claudio X González Guajardo, accionista de Kimberly Clark– asumió el liderazgo de los partidos de oposición (el PRIAN).

El modelo neoliberal no sólo implica explotar a las masas con trabajos precarios, salarios de hambre, pensiones de muerte: el sistema también se basa en la incesante búsqueda de acabar con los derechos humanos y los derechos sociales, así como en el saqueo de los bienes nacionales por parte de las grandes corporaciones, la contaminación asesina de la industria criminal, la diseminación de enfermedades a través de productos alimentarios tóxicos, la ausencia de investigación para la cura de enfermedades al priorizar el negocio de las medicinas paliativas, e incluso llega a la apropiación del dinero público de forma ilegal o ilegítima –por ejemplo, con el rechazo sistemático a pagar impuestos, la evasión fiscal mediante fundaciones y asociaciones civiles (creadas no para realizar labores altruistas sino para eludir al fisco mediante la “deducción de impuestos”), o los contratos amañados que acaban costando el doble o el triple–.

Para ello, los ultrarricos necesitan controlar [de preferencia, imponer] a las autoridades en los tres niveles de gobierno, así como al Congreso y al Poder Judicial. Sólo así garantizan los mayores rendimientos para su riqueza, y lo hacen desde el cinismo y la falta de humanidad, porque ellos sólo reconocen intereses.

Ejemplo de ello es el caso del empresario Carlos Slim, uno de los hombres más ricos de México y el mundo y quien amasó su fortuna con base en el saqueo de los bienes de la nación. No hay que olvidar que entre, otras centenas de empresas públicas, el gobierno neoliberal del priísta Carlos Salinas de Gortari privatizó Telmex, y que a partir de entonces Slim se convirtió en magnate. Pues esta persona que forma parte del 1 por ciento de los más ricos del planeta declaró el pasado 19 de septiembre que para eliminar la pobreza ya no se hable de igualdad y desigualdad, y criticó las pensiones a adultos mayores porque reciben, desde su punto de vista mucho dinero: 3 mil pesos mensuales.

Pero Carlos Slim no es el único magnate que se enriqueció a costa de los mexicanos, con esquemas abusivos no sólo en lo laboral, sino en el costo de los servicios que provee. A la lista se suman Germán Larrea, los Claudios X, el DiabloFernández, etcétera. Siempre con negocios al amparo del poder político.

Este modelo de súper explotación ha sido exitoso no sólo porque ellos mantenían en sus bolsillos a las autoridades –en casos como los organismos autónomos los siguen teniendo–, sino también porque controlan las narrativas: imponen desde el pensamiento que ese es el modelo ideal, con fraudes como la supuesta “cultura del esfuerzo” como medio para superar la pobreza y la estigmatización de la misma, con ideas de que eres “pobre porque quieres”, cuando la realidad es que el sistema te condena desde el nacimiento.

Sus aparatos ideológicos para gobernarnos desde lo intelectual son muchos y empiezan con las corporaciones mediáticas pero también abarcan la intelectualidad –con la academia derechizada–, que acompañan los procesos de despojo en el amplio sentido del concepto. Despojo basado en corrupción.

Referencias

[1] “El 1% más rico de la población mundial posee más riqueza que el 95%, según Oxfam Intermón”, RTVE, 23 de septiembre https://www.rtve.es/noticias/20240923/poblacion-mundial-riqueza-oxfam-intermon/16258543.shtml

[2] “Carlos Slim critica sistema de pensiones en México: ‘se están dando muchos ingresos a jubilados’”, El Financiero, 19 de septiembre de 2024 https://www.elfinanciero.com.mx/empresas/2024/09/19/carlos-slim-critica-sistema-de-pensiones-en-mexico-se-estan-dando-muchos-ingresos-a-jubilados/

*Reflexión compartida el 25 de septiembre de 2024, como parte de la “Jornada de reflexión ética en el servicio público: la separación del poder político del poder económico”, que organizó el Comité de Ética de la Tesorería de la Federación.

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