Ilustraciones: Gemini IA
La humanidad está muy, muy cerca de cruzar el punto de no retorno del cambio climático del sistema AMOC –corriente de circulación oceánica que regula la temperatura y las lluvias de todo el mundo, y que mueve 50 veces más energía que el consumo mundial de energía global–, advierte la doctora Ornela de Gasperin Quintero. Y alerta: “todos los científicos tenemos miedo del nivel de calentamiento [planetario] al que estamos llegando”.
La investigadora en la red de Eco-etología, en el INECOL y experta en el estudio del cambio climático señala a Contralínea que “se está acelerando el calentamiento global a través de muchas décadas. Hasta 2013, cada década se estaba calentando el planeta .18 grados Celsius con relación a niveles preindustriales. Y de 2013 a 2024 se calentó el planeta .26 grados. Si se mantiene una trayectoria de aceleración, realmente vamos a perder estos sistemas mucho antes de lo que esperábamos”.
En los modelos científicos pasados, explica, no se predecía este nivel de aceleración, por lo que la comunidad científica todavía está tratando de entender por qué se ha acelerado tanto. “Parece ser –y es una parte muy preocupante– que estamos perdiendo la capacidad del planeta de ser resiliente”.
Para ejemplificar esa pérdida de resiliencia planetaria, la doctora De Gasperin Quintero apunta que alrededor de una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero que produce la humanidad estaban siendo capturadas por los océanos, y otra cuarta parte por los bosques y las selvas, “y cada vez estamos viendo más evidencia de que estos ecosistemas que solían ser nuestros amigos y aliados están perdiendo su capacidad de resistir. Básicamente les estamos metiendo más presión de la que pueden sostener”.
En el caso del Amazonas, explica que se está volviendo ya una fuente de dióxido de carbono, en vez de absorberlo y generar oxigeno. Lo mismo, indica, está ocurriendo con los mares. “Parece ser que están perdiendo la capacidad de absorber tanto calor. Entonces, estamos viendo un proceso de aceleración del cambio climático. Queremos que eso no se acelere aún más, porque no sabemos si en las siguientes décadas se va a mantener a ese .26 [grados Celsius] o se podría acelerar aún más”.
La integrante del Laboratorio Nacional Secihti de Biología del Cambio Climático en México, y de Scientist Rebellion y Rebelión Científica México, considera que, incluso si la humanidad hiciera todo para mantener la temperatura global como está ahora –lo que tendría que incluir ya no usar fuentes fósiles de energía, para dejar de emitir gases de efecto invernadero, no se ve manera científica en que no rebasemos 1.5 grados Celsius. Esa es una de las conclusiones que vimos ya este año”.
La esperanza del sector científico, añade, es que el planeta entre en estado de emergencia, como si fuera la Segunda Guerra Mundial: “que superemos 1.5 grados pero que los ecosistemas puedan reabsorber dióxido de carbono y otros contaminantes, y podamos –eventualmente durante el siglo– regresar a 1.5 [grados] y abajo. Esa es la esperanza. Pero para eso necesitamos realmente acciones coordinadas internacionales para limitar las emisiones de gases con efecto invernadero de manera urgente”.
Acerca de la pérdida de resiliencia del planeta y los impactos en la vida humana, Contralínea le consulta sobre la posibilidad de que aumenten las pandemias como la de Covid-19, o que se incrementen las enfermedades zoonóticas por la pérdida de hábitats de especies con las que la humanidad casi no tiene contacto. Al respecto, la científica expone que sí hay escenarios con enfermedades surgidas como resultado del cambio climático.
“Más allá de que se esté expandiendo la zona donde se distribuyen los mosquitos que causan malaria y otras enfermedades, por ejemplo, hablando del Permafrost Boreal, conforme se ha derretido han salido algunos patógenos, inclusive ántrax. Entonces, no nada más salen más gases con efecto invernadero, sino cosas que han estado ahí congeladas y que también son una amenaza para las personas y para otras formas de vida”.
En noviembre pasado, Islandia designó el posible colapso del sistema AMOC como una preocupación de seguridad nacional y una amenaza existencial para ese país. Esta categorización le permitirá al gobierno islandés elaborar estrategias para las peores situaciones humanitarias que se deriven de ello. Consultada sobre esta decisión y sobre por qué el resto de naciones no toman acciones similares, la doctora Ornela de Gasperin recuerda que Islandia tomó esas acciones como respuesta a un comunicado de 60 científicos y científicas que estudian el AMOC, dirigido a los ministros de los países nórdicos, en la que advierten que estamos cada vez más cerca de cruzar el punto de no retorno de ese sistema.
Los científicos advirtieron a esas naciones que a pesar de que se estimaba que el AMOC se podía colapsar a partir de un calentamiento global de 3° Celsius –porque eso fue lo que el IPCC publicó en su sexto reporte, entre 2021 y 2023–, a partir de entonces se ha tenido muchísima evidencia que apunta a que es sumamente posible que el AMOC cruce su punto de inflexión abajo de 2° C, y el planeta ya está muy cerca de alcanzar esa temperatura.
La advertencia a los países nórdicos, agrega la doctora en biología, es que “incluso con una probabilidad media de que ocurra, el resultado sería catastrófico y afectaría a todo el mundo durante siglos. [Por ello] se debe hacer mucho más para minimizar ese riesgo. Entonces, inclusive si la probabilidad fuera media, debemos hacer todo para prevenir que el AMOC colapse, que crucemos el punto de inflexión”.
De Gasperin Quintero explica que, si se llegara a cruzar el punto de inflexión de ese sistema, esa corriente de circulación oceánica se frenaría totalmente, hasta dejar de circular. Ello haría que los inviernos en muchas partes de Europa sean de entre -10 grados y -20 grados de las temperaturas que registran actualmente; por lo cual, algunos lugares –como Noruega y Escocia– llegarían a estar abajo de 40 grados, por lo que sus poblaciones humanas y animales ya no podrían adaptarse a ese nivel de frío.
Ese no sería el único impacto. Los veranos serían más calientes de lo que son ahora, y en general habría temperaturas más extremas, por lo que una gran parte de la población europea tendría que migrar. Y “dado que el AMOC está llevando agua cálida hacia estas zonas de Europa, el agua cálida es más fácil que se evapore, entonces lleva también humedad y lluvias. Entonces se volvería una zona mucho más seca y, por ejemplo, el Reino Unido ya no podría cultivar comida y dependería completamente de importaciones. Y Londres tendría inviernos más o menos de -20°”.
Todo ello, indica la doctora Ornela de Gasperin, fue narrado por los científicos en su comunicado, de 2024, dirigido a los ministros de los países nórdicos. Por ello, la bióloga alerta que ahí sólo se enfocaron en afectaciones para Europa, pero la pérdida del AMOC afectaría a toda la humanidad.
Al respecto, expone que las zonas que en la actualidad presentan más lluvias cambiarían: “las zonas tropicales se volverían secas, y esas lluvias serían para el sur geográfico. Entonces, sería una catástrofe a nivel internacional. Se estima que más de la mitad del territorio mundial donde se crece maíz y trigo, ya no podría crecer maíz y trigo. Entonces estaríamos hablando de situaciones de estrés alimentario para todas las personas”.
La corriente de circulación oceánica AMOC, reitera, es la que regula la temperatura y las lluvias de todo el mundo: “básicamente es agua cálida que va desde los trópicos hacia el sur de Groenlandia y, de ahí, esa misma agua se hunde 2 mil o 3 mil metros por debajo de la superficie marina y regresa como agua fría hacia los trópicos. Entonces está constantemente moviendo muchísima energía, muchísimo calor y le está llevando tanto humedad como calor al norte de Europa”.
Respecto de su punto de inflexión, agrega que también está relacionado con otros sistemas: “con suficiente derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia, el agua ya no se puede hundir. El agua salada es la que se está hundiendo en el norte geográfico. Y entre más agua fresca entra al AMOC, más difícil es que se hunda. Sabemos que está ahora 15 por ciento más lento que en 1950, y está en su peor punto”.
Consultada sobre la correlación de los 16 puntos de no retorno del cambio climático, y del riesgo de que al cruzar uno o varios de ellos se arrastraría a los otros sistemas a la catástrofe, la doctora De Gasperin Quintero detalla que se trata de los “efectos dominó, en donde desencadenar o romper un punto de inflexión puede llevar a que muchos otros puedan colapsar eventualmente”.
Y subraya que “el AMOC es probablemente el más central. Yo creo que es el más importante, el que podría desestabilizar más los sistemas que tienen puntos de inflexión a nivel global. Ahora, tenemos certeza científica de que ya cruzamos o de que ya no hay manera de no cruzar el punto de inflexión de los arrecifes de coral [de baja latitud]; eso quiere decir que nuestro planeta ya es otro planeta. Nuestro planeta ya no puede sostener ecosistemas de arrecifes de coral y no importa qué hagamos en las siguientes décadas máximo, todos los arrecifes de coral de baja latitud van a desaparecer”.
La científica –experta en el estudio del cambio climático– indica que “ahora no tenemos certeza todavía de haber cruzado los puntos de inflexión de Groenlandia o del oeste de la Antártida, pero estamos en zona de riesgo. Por el nivel de calentamiento en el que estamos, es posible que ya hayamos cruzado esos puntos de inflexión. Y si se cruza el punto de inflexión de Groenlandia, eventualmente los niveles del mar subirán 7 metros; y si se cruza el punto de inflexión del oeste de la Antártida, van a subir otros 3 metros eventualmente. Ahora, el AMOC es de los más preocupantes porque aparte de que conecta muchos otros sistemas, como el de la selva amazónica, también reacciona muy rápido; digamos, puede colapsar en cuestión de años. Entonces, a partir de que se cruce su punto de inflexión, podría detenerse totalmente inclusive en 10 años. Entonces, es un riesgo realmente que no podemos tomar. Y sí se puede dar un efecto dominó”.
Por ello, advierte que el punto de inflexión de Groenlandia desestabiliza al AMOC; a su vez, el AMOC desestabiliza la capa de hielo del oeste de la Antártida y la selva amazónica, que desestabiliza a otros, como el Permafrost Boreal, “que es una capa de hielo que cubre la tierra o el suelo de muchísimos bosques del norte geográfico que hoy en día se mantienen congelados, pero que pueden empezar a autodestruirse”.
En el caso del punto de no retorno del Permafrost Boreal, la bióloga alerta que ese proceso de auto derretimiento sería “sumamente terrorífico, porque liberaría más metano, [y produciría] más calentamiento [global]. Entonces, podemos llegar en un punto en donde simplemente perdemos al planeta, y deja de ser un planeta que pueda permitir la estabilidad de nuestras sociedades, básicamente. Si todos estos sistemas empiezan a colapsar y retroalimentarse entre sí, entramos en estos circuitos de auto-calentamiento, auto-derretimiento, auto-caos, por así decirlo”.
Ante la falta de acción de los gobiernos de todo el mundo para frenar la catástrofe planetaria, la doctora Ornela de Gasperin destaca que, tras décadas que la comunidad científica lleva sonando la alarma, es que Islandia acaba de declararse en estado de emergencia, porque el posible colapso del AMOC es una amenaza para su propia existencia, “pero es el único país que lo ha hecho”.
Critica que el Reino Unido, que perdería toda su soberanía alimentaria, no ha declarado ningún tipo de estado de emergencia. “Lo único que han dicho es que van a dar más dinero para la investigación sobre en qué situación está el AMOC, y qué tan probable es cruzar el punto de inflexión del AMOC en las siguientes décadas; pero no está tomando realmente acciones concretas para limitar el calentamiento global. Y, de hecho, el 27 de noviembre de este año, hubo una reunión de emergencia en Reino Unido en donde 10 o 12 científicos dieron pláticas a 1 mil 250 personas políticas y empresariales y las citas realmente son impresionantes:
“Hugh Montgomery, de la University College of London, dijo: ‘tengo miedo por mi propia vida y mi futuro y estoy absolutamente aterrorizado por la de mi hijo, y ustedes también deberían estarlo”; Mike Berners-Lee, de la Universidad de Lancaster, les dijo a todos estos empresarios y políticos: ‘pedimos un liderazgo al nivel de la Segunda Guerra Mundial’. Es decir, un liderazgo como si la supervivencia de nuestra sociedad dependiera de ello, porque así es”.
De Gasperin considera que, ante el consenso científico tan fuerte sobre el cambio climático y la emergencia relacionada con los puntos de inflexión y la inacción tan grande de los gobiernos, sólo puede haber una explicación: “los poderes económicos del mundo están totalmente infiltrados en los gobiernos; sobre todo en gobiernos como el de Estados Unidos, en donde básicamente los empresarios y los gobernantes ya no hay diferencia entre ellos. Y creo que hay una parte muy importante de la presión económica de los empresarios sobre los políticos, y están ganando realmente [la batalla]. Finalmente, no estamos tomando decisiones a nivel sociedad como deberíamos”.
La científica agrega que una parte importante por la cual no se ha logrado forzar a los gobernantes a que hagan su parte para detener el cambio climático “es por la presión económica de los empresarios sobre los políticos, y también por toda esta indoctrinación que hemos tenido a través de los medios de comunicación, en donde las políticas que serían climáticas van contra cierta ideología como el crecimiento económico infinito”.
Al consultarle su opinión sobre los resultados de la COP30, recién concluida, la doctora De Gasperin dice: “yo no veo luz de esperanza que pueda venir de este tipo de reuniones. Esa es una opinión muy personal. La conferencia de las partes fue la treintava, van exactamente 30 años donde se celebran anualmente y no se ha logrado conseguir básicamente nada. Lo más cercano fue el Acuerdo de París, que fue un acuerdo no vinculante. Lo único vinculante del Acuerdo de París era dar nuestras contribuciones nacionales determinadas, que es cuánto vamos a reducir nuestra contaminación en cada país, pero más allá de decir lo que vamos a hacer, no estamos legalmente obligados a hacerlo. Y los países no lo están haciendo, no están manteniéndose dentro de esos lineamientos”.
Añade que la COP30, celebrada en noviembre en Brasil, “tuvo más de 1 mil 600 lobistas de la industria fósil. Entonces llegaron –como ha pasado año tras año, de hecho, entre 2021 y 2024 hubo más de 5 mil lobistas que han estado en estas reuniones– miembros de Shell, Exxon, British Petroleum, de todas estas empresas llegan a estas reuniones. Y de hecho han estado usando estas reuniones para hacer negocios. Y la conferencia de las partes 30 no fue distinta”.
La doctora en biología apunta que en esta edición, además, hubo un nuevo grupo de lobistas identificados con el “tecno optimismo”, que propone puras soluciones falsas a la crisis climática. Como ejemplo, cita que están planteando “capturar dióxido de carbono y meterlo a la tierra”. Al respecto, detalla que la tecnología más famosa es la BECCS (bioenergy with carbon capture and storage), que se basa en la siembra de monocultivos que luego se talan, se vuelven pellets, se queman y se captura ese dióxido de carbono en chimeneas y eso se inyecta a la tierra.
La científica califica ese proceso como una pseudo solución, pues esa tecnología existe desde hace décadas y no ha funcionado. “La infraestructura más grande que captura dióxido de carbono hoy en día en el mundo, que está en Illinois, en Estados Unidos, captura, si no me equivoco, 1 millón de toneladas de dióxido de carbono. Eso es menos de lo que contamina Carlos Slim en dos meses, digamos. Entonces no se puede escalar eso a un nivel necesario, no se ha logrado”.
Finalmente, la doctora Ornela de Gasperin observa que el planeta no necesita tecnologías que no funcionan para riesgos existenciales, como es cruzar el punto de inflexión del AMOC. “Lo que deberíamos de hacer es prohibir cosas como los vuelos privados: a la conferencia de las partes [COP30] llegaron más de 300 vuelos privados”, que contaminan más que millones de personas en el mundo.
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