“Cuando una planta está en crisis ya no lleva a cabo bien su fotosíntesis. Igual que nosotros, respira más y ya no fija tanto, o de plano no fija nada de dióxido de carbono (CO2) […] en este sentido los árboles pueden llegar a toser”, señala el doctor Jorge Nieto Sotelo, especialista en biología molecular y genética de plantas. Esto es que expulsan dióxido de carbono incluso cuando no están respirando.
Además de realizar la fotosíntesis –proceso en el cual producen el oxígeno–, los árboles también respiran. En este proceso expulsan CO2, y eso es normal. El investigador Nieto Sotelo expone que cuando están en un ambiente sano, estos procesos se realizan en diferentes momentos del día y ambos se encuentran en un balance. En condiciones óptimas, los árboles no producen más dióxido de carbono del que captan. Pero en condiciones de estrés, como las que enfrentan actualmente, empiezan los desequilibrios.
Temperaturas extremas (más calor, más frío, más lluvia, más huracanes, más sequía) aunadas a la contaminación, la tala clandestina, la industria voraz y a las condiciones de urbanización (espacios extremadamente reducidos por las calles y las banquetas) son una sentencia de muerte para los árboles.
En entrevista, el investigador Víctor Ávila Akerberg –doctor en recursos naturales, maestro en restauración ecológica por parte de la UNAM y titular del Consejo Mexiquense de Ciencia y Tecnología (Comecyt)– expone que, por la crisis climática, el balance en los árboles puede alterarse, y éstos pueden llegar a tener una mayor producción de dióxido de carbono, en vez de oxígeno.
El cambio climático ha generado alteraciones en los patrones naturales e históricos de la temperatura y la precipitación que generan dificultades para que los árboles y plantas crezcan de manera adecuada, señala el investigador adscrito a la UNAM.
Agrega que estas condiciones adversas generan estrés en los árboles, lo que los deja sin las suficientes defensas para protegerse de plagas, altera su proceso de crecimiento y todo ello, aunado al aumento y concentración de gases de efecto invernadero, daña su proceso de fotosíntesis.
“El problema de la crisis climática tiene que ver con la acumulación de estos gases de efecto invernadero, principalmente el dióxido de carbono”, detalla el doctor Ávila Akerberg.
Este gas de efecto invernadero es uno de los más presentes en la atmósfera y representa aproximadamente el 64 por ciento del efecto del calentamiento global, de acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial (OMM). La acumulación de este gas en el ambiente afecta el proceso de fotosíntesis de los árboles, puesto que modifica el punto de compensación de CO2. Proceso natural que neutraliza la cantidad de emisiones de dióxido.
Las condiciones subóptimas del ambiente, como la contaminación de los suelos, el calor excesivo y la mala calidad del agua son otros factores que generan las condiciones estresantes para los árboles, explica el investigador Nieto Sotelo. Añade que, “cuando el organismo está en condiciones subóptimas, sus procesos metabólicos por ende no están bien, entre ellos la fotosíntesis”.
Científicos de la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, por su sigla en inglés) determinaron que el calentamiento global está generando temporadas más cálidas cada año. En 1850 la temperatura global del planeta fue de 0.0857°C, mientras que en 2023 fue de 1.3667°C. De igual forma, mencionaron que el calentamiento global provoca un adelanto y cambio climático de las temporadas estacionales: los veranos son más cálidos, los otoños llegan más tarde y los inviernos son cada vez más cortos. Esto genera condiciones hostiles para el correcto desarrollo de árboles y plantas.
Por su parte, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) explicó que las olas de calor son uno de los riesgos climáticos naturales más peligrosos, porque no sólo impactan la salud y bienestar humanos, sino también la del medio ambiente. Agrega que los extremos cálidos se han intensificado en las ciudades donde han empeorado los episodios de contaminación del aire.
“El CO2 por donde quiera ha aumentado y la temperatura también”, señala el investigador Nieto Sotelo. Explica que esto ha provocado eventos climáticos excesivos, desde sequías o lluvias concentradas en periodos muy cortos que generan inundaciones, hasta heladas en zonas cálidas. Todos estos factores también crean problemas en las fotosíntesis, porque no todos los árboles tienen la misma resistencia y capacidad de adaptación para enfrentar los cambios de la crisis climática.
Además de los factores climáticos, los árboles de las ciudades enfrentan otro reto para desarrollarse: al estar sembrados debajo de banquetas, éstas les restringen su crecimiento, no les permiten absorber de manera eficiente el agua ni los nutrientes de la tierra, y en temporadas de calor, el asfalto les provoca un sobrecalentamiento de las raíces, explica el doctor Ávila Akerberg.
El titular del Comecyt menciona que “no se toman buenas decisiones para la siembra. […] Mucho bien nos hace, nos haría, no pensar que el desarrollo es llenar de asfalto, de cemento y de alumbrado las diferentes superficies y territorios, porque se deja de captar el agua de lluvia. Generamos una mayor atracción de los rayos solares, y esto aumenta la cuestión de microclimas y hacemos islas de calor”.
El cambio climático causado por el ser humano afecta drásticamente la vida en el planeta y, si la temperatura sigue aumentando, muchas especies de animales y plantas desaparecerán, señala el informe Sintiendo el calor: el destino de la naturaleza más allá de los 1.5 °C de calentamiento global, del Fondo Mundial para la Vida Silvestre (WWF).
En este escenario, las especies deben adaptarse para no desaparecer. El informe afirma que algunas aprenderán a vivir en condiciones de altas temperaturas y fenómenos climáticos extremos, o se desplazarán a espacios geográficos con condiciones más favorables para no extinguirse.
“La clave de la evolución de los organismos vivos es poder adaptarse a las condiciones del ambiente y de su momento. […] Va a haber sobrevivencia y eliminación de los que no se pudieron adaptar”. En ese contexto, se estima que un millón de especies están amenazadas de extinción a nivel mundial, muchas de las cuales tendrán lugar durante las próximas décadas, según el último informe de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de Ecosistemas.
En el marco del Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de CO2 –que se conmemora cada 28 de enero–, Beatriz Nespereira –coordinadora editorial de MINT (el centro de formación especializado en la industria inteligente)– explicó que las emisiones de dióxido de carbono deben atenderse. “Si seguimos con los niveles de emisión actuales, habrá un momento en que la situación será irremediable y, en consecuencia, se habrán perdido muchas especies que no sólo dan diversidad a los ecosistemas, también son necesarias para el equilibrio de estos. […] La apuesta para la transformación verde tiene que ser firme y tiene que ser una prioridad para los estados”.
Por su parte, el doctor Ávila Akerberg señala que para mejorar la situación, hay que trabajar en una reforestación inteligente, que implica un manejo selectivo de los árboles. Ello, para favorecer la reproducción de aquellos que se han adaptado a los cambios climáticos extremos, y después reforestar con estas especies.
“Aquí es muy importante apostarle no a una reforestación simple, sino a una restauración. Cuál es la gran diferencia: reforestar es meter árboles donde antes sí había, pero no importa qué árboles metes; y una restauración es meter árboles y otras plantas y ver por el suelo de acuerdo a como histórica natural y evolutivamente ha estado el bosque y la vegetación en cierto lugar”.
Ante la crisis climática actual, el doctor Ávila Akerberg comenta que las personas no se dan cuenta que los recursos naturales, como el oxígeno, no siempre estarán disponible de forma gratuita. Explica que si no se cuidan los ecosistemas y se atienden las emisiones de dióxido de carbono llegará un momento en el que se tendrá que pagar por lo más elemental.
“Tristemente nos han orillado hacia allá, a este enfoque, pues sí, neoliberal, utilitarista, antropocéntrico de ponerle un precio, pero pues hay que hacerlo para contra argumentar a estos intereses capitalistas de algunas personas”, menciona el director del Comecyt.
Añade que la población se ha acostumbrado a enfoques utilitaristas donde todo gira en torno al ser humano y al beneficio que le genera, cuando el esquema de valoración debería de estar intrínseco a cada cosa. “Deberíamos transitar a darle más peso y considerar más este tipo de valores que nos alejen de esta parte utilitaria y capitalista”.
Como una alternativa para enfrentar la crisis climática, el investigador Ávila Akerberg menciona que cada persona debe ser más consciente y sensible ante estos temas que afectan a todos. “Realmente nos toca ser mucho más activos, salirse de esa zona de confort”. Añade que cada uno debería cuestionar antes de consumir algo si esa compra obedece a una necesidad o solo al deseo y a las modas.
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