La Habana, Cuba. Polonia continúa con la demanda a Alemania de una indemnización, ascendente a 1.3 billones de dólares aproximadamente, por las pérdidas y daños causados durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), pese a la continua negativa de Berlín.
En declaraciones exclusivas a Prensa Latina, Raynier Pellón, estudioso en el Centro de Investigaciones de Política Internacional, opinó que este es un tema sensible para la población polaca, por el gran impacto de la contienda bélica del siglo XX, en términos de pérdidas humanas y materiales.
Sin embargo, sentenció el también máster en Historia Contemporánea, “como dijera nuestro apóstol José Martí: en política lo real es lo que no se ve, y, en este caso, el tema estuvo fuera de la agenda bilateral durante décadas, entonces ¿por qué hacer la solicitud en este momento?”.
De acuerdo con el académico existen varios criterios sobre el asunto: por un lado, algunos analistas consideran que la demanda resulta una clave política interna del partido conservador y de extrema derecha Ley y Justicia (PIS), al cual pertenece el presidente de la República, Andrzej Duda.
Según ese criterio, considerado además por la oposición, la petición tiene como propósito “ganar el apoyo electoral” de cara a los comicios parlamentarios previstos para el otoño de 2023 y destinada a la selección de los miembros de la Cámara Baja y del Senado.
Pellón recuerda que la solicitud acontece en el contexto del proceso de integración europea, donde Alemania ejerce un liderazgo indiscutible, “si bien actualmente enfrenta una crisis estructural reflejada en el ámbito económico y de la cohesión política y social de los estados miembros”.
De igual manera se registra una gran polarización y contradicciones entre los integrantes del bloque regional y de otras potencias, cuya principal expresión es el conflicto entre Rusia y Ucrania, iniciado el 24 de febrero de 2022.
En su consideración, “las causas que detonaron la Segunda Guerra Mundial, una derivación de conflictos interimperialistas emanados de la Primea Guerra Mundial siempre han estado, de alguna manera, presentes en el proceso de integración y entre los países pertenecientes a la OTAN”.
A su juicio, persiste, por ejemplo, la competencia por áreas de influencia en el orbe, intereses geopolíticos y el acceso a materias primas y mercados.
Asimismo, esas contrariedades “se exacerban en momentos de crisis” y, si bien su modelo de unificación resulta “muy profundo y uno de los más exitosos”, son perceptibles la falta de cohesión política y las diferentes maneras de prevenir la inminente llegada de la recesión económica.
En paralelo, actores occidentales y Estados Unidos tienen como interés el agravamiento del conflicto entre Moscú y Kiev, con un impacto mayor para las naciones de la Unión Europea por el incremento en el precio de la energía, combustible, “commodities” y de la inflación.
El experto aludió a una situación de estancamiento porque a la “Unión Europea probablemente se le agotó el paquete de sanciones y de presión contra Rusia”, con una repercusión indudable para el país euroasiático, pero con un alto costo económico, social y político a nivel internacional.
“Además de la escalada, otro de los caminos posibles es llegar a la mesa de negociaciones. En este hipotético escenario, a Berlín le correspondería liderar ese posible pacto. Pero, ya el gobierno polaco anunció su interés en una campaña de deslegitimación del ejecutivo alemán”, explicó.
Entonces ese intento por avergonzar al gabinete federal haría más difícil un posible acuerdo entre las partes, y, presumiblemente, “ralentizar la llegada a ese momento dentro del conflicto y frenar el entendimiento”, todo ello impulsado de cerca por Washington.
“Cuando Polonia fue agredida en 1939, Estados Unidos declaró una postura neutral y resultó evidente sus intenciones de sacar beneficio durante esa confrontación. Hoy existen grandes paralelismos y nuevamente el país norteño es uno de los mayores beneficiados”, aseveró el investigador.
Algunas manifestaciones visibles son la paridad del euro con el dólar; su consolidación como exportador de gas y de petróleo hacia el mercado europeo, a un precio mucho mayor, y la erosión de las relaciones entre Moscú y Berlín, este último un distribuidor del gas ruso en el continente.
Desde su constitución como comunidad en noviembre de 1993, la Unión Europea ha tenido la supervisión cercana de la Casa Blanca que obstaculiza “su desarrollo autónomo en las esferas de política exterior, defensa y seguridad; los instrumentos de la UE en esas áreas constituyen complementos de la OTAN”.
También ha logrado que los estados integrantes de la entidad geopolítica aumenten considerablemente sus gastos en el terreno militar, con un pico histórico en la actualidad, pues este tema era un punto de divergencia dentro de la relación trasatlántica. El asunto ganó visibilidad durante el mandato de Donald Trump (2017-2021), convertido en un hecho bajo el mandato de Joe Biden.
¿Cómo logras que los países europeos en un contexto de crisis económica y de recuperación tras la pandemia Covid-19 emplee ese capital en la adquisición de armas y no en función de obras públicas, creación de empleos o la garantía de los servicios básicos de la población?
“Mediante el uso de un elemento sensible para la sociedad como puede ser, en este caso, los efectos de la SGM y la deuda de Alemania con los territorios involucrados o la supuesta agresión contra Ucrania. Es decir, cuestiones sensibles y con cierta cuota de sensibilidad son utilizadas en beneficio de unos pocos”, reflexionó.
Nadie pone en duda el efecto favorable que tendría la compensación exigida por Varsovia, pero, de acuerdo con el analista, el gobierno polaco es, además, euroescéptico, pues no favorece determinados ámbitos del proceso de integración, salvo aquellos avalados por Estados Unidos.
Dentro de la Unión Euroepa y la OTAN, Polonia ha sido uno de los Estados más activos en la promoción de medidas radicales contra Rusia, del apoyo militar a Ucrania y del incremento de los gastos militares, aspectos que contrastan con su discurso de vínculos internacionales basados en el multilateralismo.
“Existe ahora el análisis sobre nuevas estrategias de seguridad y la emergencia de pronunciamientos alusivos a nexos centrados en la fuerza, para justificar esa preparación armamentística, cuestiones sumamente peligrosas”, advirtió Raynier Pellón.
Todo ello, argumentó, va en detrimento de la cohesión económica del bloque, “percibimos las diferencias y asimetrías entre el norte y el sur dentro de una misma región y la agudización de problemáticas en naciones como Grecia y España, afectadas por la crisis de 2008 y los recortes presupuestarios”.
Pese a las sanciones, no obstante, el Kremlin ha encontrado mecanismos y alternativas para mantener el costo de la energía, exportar hacia otros mercados, evitar la pérdida de valor del rublo y lograr relaciones comerciales en las monedas de cada estado, frente a la hegemonía del dólar.
Danay Galletti Hernández/Prensa Latina
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