La reforma militar conlleva un proceso de legitimación constitucional y de legalidad jurídica para el sector castrense, considera el investigador Emilio Vizarretea Rosales. El doctor en ciencia política indica que es un cambio muy fuerte que ha implicado la reestructuración al interior de los mandos y de las fuerzas de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
El experto en temas de seguridad nacional y Fuerzas Armadas explica a Contralínea que el general secretario Luis Cresencio Sandoval se ha referido a la reforma. El doctor añade que ésta no es nueva y que conlleva un proceso de adaptación y de integración que se aceleró con la creación de la Guardia Nacional.
Al respecto, advierte que ésta es el elemento de fondo en estos cambios porque, “aún cuando mantenga el título de civil y esté bajo el mando estricto de las propias autoridades de la Defensa, en este momento se está generando un cambio que necesita tener una explicación, no sólo a los diputados y a los senadores sino en al pueblo en general, pero sobre todo responde a un interés específico de cómo se reorganiza la propia Sedena”.
La próxima reforma militar –anunciada por el presidente Andrés Manuel López Obrador el 13 de agosto de 2021– implicará la mayor transformación de la Sedena, al concentrar tres Fuerzas Armadas (incluida la Guardia Nacional), sus respectivos Estados Mayores y un Estado Mayor de la Defensa Nacional, de carácter conjunto. Con ello, contaría con una fuerza de 400 mil efectivos, un despliegue permanente por todo el país y más facultades y funciones para poder cumplir con las nuevas tareas asignadas, incluidas aquellas que anteriormente realizaban civiles.
Al respecto, el doctor Vizarretea Rosales advierte que al momento en que se traslade la operación de la Guardia Nacional a la Sedena se genera una contradicción con la idea de doctrina militar: no puede haber en una institución ni en un país, dos ejércitos. “Si tenemos dos ejércitos –el de tierra que ya está constituido dentro de la Sedena y el que constituye la Guardia Nacional–, ¿quién manda sobre quién?, ¿cuáles son las estructuras que están detrás? A eso corresponde esta reforma en primer lugar, a darle orden”.
Pero esa no es la única interrogante que tendrá que disiparse: “estos dos ejércitos que posiblemente se transformen en uno solo, ¿en qué van a quedar?, ¿cuál va a ser su operación?, ¿a quién le van a rendir cuentas?, ¿cómo está establecido el modelo?”
El académico de las facultades de Derecho y de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM observa que se deberá aclarar a quién le reportará el comandante que va a estar al frente de las operaciones militares. Sobre este punto, indica que si es al secretario de la Defensa, entonces éste “se vuelve en un súper secretario que va a tener el mando de estos dos ejércitos en uno solo. Entonces, habrá que esperar el siguiente paso, qué ocurre y esto va a tener que discutirse en 2024”.
En dicha discusión se deberá definir el futuro de la recién creada Guardia Nacional: “¿se cancela? ¿Si se cancela significa que sus elementos en activo van a pasar a la Defensa? ¿Cómo se va a reparar esta situación que pareciera ser de carácter administrativo pero que tiene un gran impacto tanto en la doctrina militar como en las operaciones militares?”
El también profesor-investigador en el Colegio de Defensa Nacional, el Centro de Estudios del Ejército y la Fuerza Aérea y el Centro de Estudios Superiores Navales se refiere también a los más recientes cambios que implicaron una reestructuración muy importante, al establecer una comandancia como instancia intermedia entre las estructuras encabezadas por el secretario de la Defensa, la estructura de toda la Sedena y lo que podrían ser las operaciones militares.
No obstante, señala que el tema está pendiente “porque hay una discusión en torno a qué va a pasar con la Fuerza Aérea, con la Marina o con la Armada de México en particular –ese ejército de mar–. Entonces nos vamos a dar cuenta que tenemos que tener una gran claridad de hacia dónde se dirigen las Fuerzas Armadas: ¿van a establecer un mando único?, ¿van a entrar en la faceta de crear un mando civil nada más que en el viejo estilo estadunidense, un secretario de la defensa civil?
El 13 de agosto de 2021, el presidente Andrés Manuel López Obrador formalizó la creación de la primera comandancia del Ejército Mexicano y al frente de ésta nombró al general de división diplomado de Estado Mayor Eufemio Alberto Ibarra Flores.
“Estamos atestiguando un acto importante, el de la creación de la comandancia del Ejército Mexicano. Ahora con la reforma administrativa se tiene al secretario de la Defensa como responsable de todas las Fuerzas Armadas de México, se cuenta también con el Estado Mayor, que va a ser posteriormente Estado Mayor Conjunto. Se mantiene la comandancia de la Fuerza Aérea”, dijo el primer mandatario. En el acto, también anunció que enviaría al Congreso de la Unión una iniciativa de reforma constitucional para que la comandancia de la Guardia Nacional forme parte de la Sedena.
Al respecto, el doctor Vizarretea Rosales considera que el primer comandante “tiene una gran experiencia, como ocurre ya en esta situación con todos los mandos arriba del rango de general. Los tres niveles –el más alto que es el de división– nos permite valorar ese peso que no solamente son los cargos sino la experiencia, la preparación y el conocimiento doctrinario. Ellos tienen muy clara la visión: hay una misión hay que cumplirla, la misión se cumple y en eso, avanzar. El trabajo de inteligencia que es fundamental en todo ello nos lleva a dilucidar hacia dónde va, pero en la práctica el papel del comandante supremo tiene su peso específico”.
Respecto de esto último, el académico pregunta: ¿con quién va a acordar el comandante supremo, que es el presidente? “Tiene una especial relación con el comandante de la Guardia Nacional, el general [Luis Rodríguez] Bucio; tiene una relación renovada con este comandante [Ibarra Flores] que tiene una gran experiencia a partir de los trabajos realizados en algunos estados, como Guerrero y Michoacán; y, claro, con el general secretario [Sandoval]. Entonces, aunque ahí no hay discusión ni duda, el mando es absoluto del general secretario desde luego”.
—¿Qué repercusión tendría el hecho de que se pudiera cancelar en su momento la Guardia Nacional?
—Un tema muy doméstico que no está en la discusión de los medios de comunicación. El inicio de la Guardia Nacional tuvo lo que a veces le llamaban el ‘pie veterano’, ‘pie de cría’: al inicio de esta instancia que es la Guardia Nacional se incorporaron elementos tanto de la Sedena como de la Semar. ¿Qué va a ocurrir con los elementos de la Secretaría de Marina que se integraron a la Guardia Nacional y que ahora ya están dentro como parte de la estructura de la Sedena?, ¿se devuelven a la Secretaría de Marina?, ¿se quedan ahí?, ¿qué ocurre? Es un proceso muy importante donde los cuadros, los mandos, los elementos, la tropa juega su papel. ¿Cómo va a ser el proceso de reclutamiento que viene?, ¿hacia dónde van: a la Sedena o la Guardia Nacional o a la Guardia Nacional dentro de la Sedena? Pero entonces ya el reclutamiento de Marina queda fuera. Estas facetas son relevantes.
El doctor Vizarretea Rosales considera que el costo es muy alto de que se haya perdido la operatividad por parte de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana: “en ese momento nos dimos cuenta de que la capacidad operativa del mando civil a través de la Secretaría no resultó funcional. Entonces viene esta reforma concreta y que se tomó la decisión tan importante de que no fuera una cuestión de “facto” sino de “jure. Esto ha generado un problema por el ambiente en el que nos encontramos, hay muchos escenarios. Es la discusión del tema de militarización y su impacto en función de los actores, de las atribuciones, de las funciones, de la manera en la que se opera”.
El investigador señala que la reforma no sólo debe concentrarse en estructuras ni en procesos, sino en generar resultados: “que la sociedad se sienta perfectamente segura para realizar sus actividades con tranquilidad y para beneficio de todos. Sin embargo, si esta reforma no tiene los resultados, si vemos que crece el control territorial de los delincuentes, si vemos que el portafolio de actividades que realizan sigue dañando la población, la sociedad –con esa sabiduría popular que le caracteriza– no va a aceptar que este cambio sea para beneficio de ella, sino que es un cambio para dar a conocer que se hizo algo. Pero eso ya no es suficiente. El tema es muy delicado y el escenario se puede complicar. Hay una preocupación sana de los altos mandos tanto de Sedena como de Semar de a dónde llevar y cómo orientar al jefe de la nación, al jefe de estado, al titular del Ejecutivo federal, o sea al presidente de la República, que en el fondo es quien autoriza y toma las decisiones en última instancia. Es un tema delicado”.
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