Hoy día el mundo se enfrenta a múltiples y complejos problemas agravados por la crisis del capitalismo, crisis que algunos estudiosos incluso definen como una crisis civilizatoria. Entre esas problemáticas subrayo una, que no es la más grave ni la más importante, pero que también está atravesada por la lucha de clases y la lucha por el sentido (Fernando Buen Abad dixit) y es la de la comunicación y la información, y que cada vez se hace más compleja. Dos fenómenos revelan esta problemática y complejidad y, por tanto, su importancia, aunque no es nueva, pero se ha profundizado: la concentración de la propiedad de los medios de producción y distribución de contenidos informacionales y culturales y la proliferación del fenómeno de la difusión de bulos informativos –mejor conocidas como fake news– que se potencian con el desarrollo de la tecnología, y actualmente con ciertas formas de inteligencia artificial que ponen en entredicho la calidad de la información que recibimos, incluso para la toma de decisiones tan importantes como las que tienen que ver con procesos electorales y, en general, la vida democrática.
En virtud de ello, nos planteamos la pregunta sobre la vigencia del Informe MacBride y la necesidad de recuperar su espíritu con miras a construir y/o formular un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC 2.0) que ponga en el centro el derecho a la comunicación. El Informe Un sólo mundo. Múltiples voces –conocido como Informe MacBride– fue publicado en 1980 como resultado del trabajo de la Comisión Internacional para el Estudio de los Problemas de la Comunicación de la Unesco. El contexto en el que se planteó el tema de la comunicación como un problema para las democracias estaba atravesado por la Guerra Fría, procesos de descolonización de países de África y Asia, sobre todo, y el movimiento de los Países No Alineados. Para quienes se centraron en problematizar el tema de la comunicación, este asunto también es un campo de batalla y un campo en el que se tenía que plantear el acceso justo, así como la democratización y la equidad y representación.
El Informe MacBride se puede dividir en tres grandes ejes:
1) Planteamientos centrales en los que se destaca: a) la concentración de la producción y distribución de contenidos mediáticos (auge de monopolios); b) la desigualdad en la circulación de la información (dependencia); c) transnacionalización del sector comunicativo (homogeneización cultural); d) necesidad de mayor diversidad mediática (necesario fortalecer medios locales y comunitarios).
2) Recomendaciones: a) cooperación internacional centrada en el desarrollo de infraestructura y educación mediática; b) protección de periodistas; c) división del trabajo y la tecnología, es decir, distribución equitativa del trabajo y difusión de las innovaciones tecnológicas; d) desarrollo de capacidades nacionales; e) participación social en decisiones tecnológicas; f) integridad profesional y normas.
3) Legado del Informe MacBride: a) plantea la necesidad imperante de democratizar la comunicación; b) de la cooperación internacional; c) educación mediática y crítica; d) ética y responsabilidad de y en los medios; e) inclusión y diversidad cultural; f) reducción de la brecha digital.
En el ánimo de recuperar no sólo el espíritu del Informe MacBride y reflexionar en torno a su pertinencia y vigencia, a la luz de los problemas bastante críticos que se viven no sólo en el campo del periodismo, sino de la comunicación y la producción y distribución de información, en la División de Estudios Multidisciplinarios del CIDE organizamos un encuentro con personas académicas y profesionales de la comunicación y el periodismo para reflexionar y debatir sobre la vigencia de dicho informe, y la posibilidad de plantear un NOMIC 2.0.
En el encuentro se reflexionó sobre diversos temas como las guerras mediáticas y la disputa por el sentido y la forma en que se manipula, incluso, la realidad a través de diversas estrategias –las fake news, la posverdad, la infodemia, etcétera–. También se habló de la concentración monopólica de los medios; el marco institucional y normativo de los medios; sobre experiencias disidentes y la disputa epistémica en la enseñanza de la comunicación y el periodismo, en lo que destaca el papel de las universidades.
Quiero señalar algunos datos muy relevantes sobre la concentración monopólica de la propiedad de los medios de comunicación. Los datos los presentó Francisco Vidal, profesor de la UNAM, en su intervención. Destacó que las tendencias en las organizaciones mediáticas apuntan a la conglomeración, el desarrollo de consorcios y a la financiarización. Asimismo, mostró datos muy reveladores, por ejemplo, que en la actualidad las grandes tecnológicas Alphabet y Meta facturan el 45 por ciento de la publicidad mundial; que Warner Discovery posee más de mil empresas filiales alrededor del mundo, que los ingresos de las 100 empresas de medios más importantes del mundo han crecido alrededor de 50 por ciento entre 2016 y 2022. Indicó que las 10 empresas que forman parte de las 100 más importantes concentran el 63.2 por ciento de los ingresos totales. Esas empresas son: Alphabet, Comcast, Meta, Byte Dance, Disney, Charter, Warner Bros y Discovery. También mencionó que las dos más grandes firmas de gestoras de inversiones invierten en esas empresas: Black Rock y Vanguard. Otro dato muy revelador es que 35 de las 100 empresas mediáticas más importantes en el planeta –medidas por sus ventas– tienen su sede en Estados Unidos.
Estos datos muestran la importancia de plantearnos el desarrollo de una comunicación mucho más plural y democrática, y plantearla como un derecho. Cabe destacar que las cinco mesas de especialistas y los dos paneles de discusión del encuentro llevaron a concluir que el Informe Macbride tiene vigencia y que es necesario actualizarlo, a la luz de los desafíos y problemas contemporáneos (como el auge de la IA, la manipulación de la información y la violencia e inseguridad para ejercer el periodismo). Otros temas muy destacados que se señalaron en las conclusiones son: 1) la importancia de la ética y la profesionalización; 2) el derecho a la información y a la comunicación en última instancia; 3) el desarrollo de nuevas epistemes y mediaciones; 4) la regulación y promoción de la pluralidad.
[1] Nuevo Orden Mundial de la Comunicación e Información 2.0. Agradezco al doctor Adrián Martínez, profesor visitante de la DEM-CIDE, por sus notas para la redacción de este texto.
Ruth Dávila*
*Directora de la División de Estudios Multidisciplinarios del Centro de Investigación y Docencia Económicas, CIDE-Conahcyt
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