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Una vez más el inquilino del Palacio Nacional y presidente de los Estados Unidos Mexicanos, es decir, de todos los mexicanos, Andrés Manuel López Obrador, insiste en confrontarse con los periodistas y los medios de comunicación, a propósito de los cuestionamientos a su desempeño como funcionario y la realidad política (la realpolitik o política de lo posible), que está en la mira del contrapeso y contrapoder de la prensa en todas sus modalidades. Y es la escrita la que, al parecer, provoca más las réplicas-ataques de López Obrador. Como candidato y ya como presidente, ha manifestado su desacuerdo con el ejercicio de la libre expresión constitucional, quizá porque, como se deduce de sus afirmaciones al respecto, no le parece que critiquen su actividad política-administrativa.

Y se agudizó su inconformidad con el diálogo que sostuvo con el periodista Jorge Ramos, en su diferente evaluación cuantitativa sobre los homicidios dolosos, parte fundamental de los resultados de la violencia sangrienta que no para por todo el país. Que la prensa cuestione la ineficacia e ineficiencia presidencial, en su competencia federal (como de los gobiernos de los 32 estados del Estado federal), en ese dramático capítulo nacional, no le ha gustado a López Obrador. Y, nuevamente, salió en su propia defensa para replicar a la crítica periodística, con afirmaciones que enseñan un filo autoritario con abiertos ataques contra los periodistas que lo critican en ejercicio de su deber de contrapoder. Le carga la mano al diario matutino Reforma. Y, de paso a lo que él llama “prensa conservadora” y más despectivamente “prensa fifí”. Y dejó una frase que motiva a pedirle una explicación, por cuanto que tiene un significado amenazante: “y si ustedes se pasan, pues, ya saben lo que sucede”.

El comentario completo esa mañana, del lunes 15, de abril, dice lo siguiente: “El otro día vi con motivo de esta entrevista [se refiere a su encuentro con Jorge Ramos, periodista mexicano de larga trayectoria, donde primero con Trump, luego con Maduro, dejó constancia de su trabajo de contrapoder]; vi –repitió AMLO– a un columnista diciendo que los que venían aquí [se refería a sus ruedas de prensa en Palacio Nacional], no eran buenos periodistas, que Jorge Ramos sí era muy buen periodista. No, yo pienso, con todo respeto discrepo, creo que ustedes [les decía a los reporteros de esas madrugadas que han de esperar la nota para sus medios de comunicación] no sólo son buenos periodistas, son prudentes porque aquí los están viendo y si ustedes se pasan, pues ya saben lo que sucede… Pero no soy yo, es la gente; no es conmigo, es con los ciudadanos, que ya no son ciudadanos imaginarios. Hay mucha inteligencia en nuestro pueblo, antes se menospreciaba a la gente” (Reforma, El Financiero y La Jornada, 16 de abril de 2019).

Al menos esos tres periódicos reprodujeron lo que dijo López Obrador para supuestamente elogiar a los periodistas presentes y dejar en manos del “pueblo” integrado por ciudadanos, los que cobraran a la prensa crítica su atrevimiento de informar y cuestionar los hechos presidenciales. Y los que se “pasen, pues ya saben lo que sucede”. No puede pasarse por alto el directo ataque, pues, a la prensa y a sus periodistas que, cumpliendo con su deber constitucional de informar, simultáneamente critican lo que, sobre los hechos lopezobradoristas, juzguen que han de cuestionar. Y esto no es desacreditar al presidente, como lo califica López Obrador. Y nadie dice, en los medios de comunicación, que López Obrador debe quedarse callado, ya que como todos los mexicanos y los mismos periodistas, tiene el derecho a la libre expresión por medio de aclaraciones y réplicas. Y López Obrador hace uso de esos derechos invariablemente.

“Si se pasan, ya saben lo que sucede” es más que una advertencia. Es una amenaza. Y en boca de un funcionario de la jerarquía presidencial, ha de tomarse al pie de la letra. La frase no está sacada de contexto. Es la afirmación lopezobradorista que busca intimidar a los periodistas que insistan en ejercer su trabajo hasta las últimas consecuencias constitucionales de informar y publicar escritos para criticar. Es, pues, alarmante lo dicho por el presidente de la República. Ha sido un mensaje atemorizador, con todo y el ambiguo ajuste de cuentas por el “pueblo” de ciudadanos que no son “imaginarios. Azuzando a estos contra los periodistas se busca que ellos hagan “justicia por propia mano” para impedir que se critique al presidencialismo.

De continuar esa política autoritaria, antidemocrática y antirrepublicana, lo único que resultará es una confrontación desde el poder presidencial contra la prensa y contra la Constitución, queriendo cancelar una prensa como contrapoder, necesarísima, indispensable y fundamental, para ser vaso comunicante con los ciudadanos, con el pueblo y sus diversos integrantes como sociedad. Y si el precio es “ya saben lo que sucede” a los periodistas que cumplen con su deber, habrá que asumir que estamos amenazados y que vivimos en la alternativa de: con la Constitución o contra ella. Y la prensa norma su conducta con la Constitución.

Álvaro Cepeda Neri

[OPINIÓN] [COLUMNA] [DEFENSOR DEL  PERIODISTA]

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