Baher Kamal/Inter Press Service
Roma, Italia. “Nadie puede negar el terrible parecido entre quienes huyen de la violencia armada y quienes escapan de la desertificación, la escasez de agua, las inundaciones y los huracanes”, sintetizó Konrad Osterwalder, exrector de la Universidad de las Naciones Unidas, con sede en Japón.
Es difícil describir en una simple oración el drama humano que representan las millones de víctimas que escapan de las guerras, la violencia armada, la pobreza y los desastres naturales y que, básicamente, sigue siendo ignorado.
La violencia generalizada y las catástrofes climáticas son comunes en todos los continentes y los países, pero África es la que se lleva la peor parte, coinciden numerosos expertos y organizaciones especializadas internacionales y científicas.
África –el segundo mayor continente después de Asia en extensión y en población– concentra casi la mitad de los 40 conflictos armados que hay en la actualidad.
Además, con 54 países donde viven 1 mil 200 millones de personas, es la región más golpeada por los diversos impactos del cambio climático, un fenómeno del que prácticamente no es responsable.
La relación causa efecto entre las variaciones del clima y los movimientos de población ya es un hecho indiscutible, coinciden numerosas organizaciones humanitarias y agencias de la Organización de las Naciones Unidas.
Los desplazamientos forzados en África pueden atribuirse a varias causas, como luchas de poder, violencia entre comunidades, disputas por tierras, inundaciones, tormentas y otros problemas naturales, añade.
Más de la mitad de los Estados frágiles del mundo están en África subsahariana, algunos de los cuales tienen el mayor número de personas desplazadas.
“África tiene más países afectados por el desplazamiento que cualquier otro continente o región, y en 2015 concentró más de 15 millones de personas desplazadas”, indicó el PNUMA.
“La relación entre ambiente y personas desplazadas quedó bien demostrada en África”, coincidió Saidou Hamani, coordinador regional para desastres y conflictos de la oficina del PNUMA para África.
“La gente abandona zonas donde la degradación ambiental avanza lentamente, como sequías y desertificación, y huyen de situaciones de emergencia inmediata, como tormentas tropicales e inundaciones repentinas”, precisó.
La creciente intensidad de los desastres derivados del cambio climático, sumada a las consecuencias de la degradación ambiental, probablemente sigan incidiendo en los desplazamientos humanos.
Las personas y las comunidades desplazadas por desastres naturales o por el cambio climático padecen privaciones y experiencias similares a las desplazadas por conflictos, y tienen necesidades de protección del mismo orden.
En África, la inseguridad alimentaria y la degradación ambiental se relacionan con las inundaciones y otros factores, como la reducción de las pasturas, así como la escasez de leña y otros recursos naturales, observó la OIM.
Esos factores contribuyen a los movimientos de población, lo que motiva una mayor competencia por los escasos recursos y deriva en conflictos armados, en especial entre las comunidades de pastores y las sedentarias.
El problema es especialmente pronunciado en la región del Sahel, en Sudán, Sudán del Sur, Yibuti, Somalia, Etiopía y Kenia, todos con vastas poblaciones de pastores que migran en función de las variaciones de clima y de los patrones estacionales.
Los pronósticos respecto del futuro número de migrantes ambientales varían entre 25 millones y 1 mil millones para 2050, ya sea que se queden dentro de sus países o se vayan al extranjero, siendo 200 millones el número más mencionado, el que coincide con las actuales estimaciones de los migrantes que hay ahora en todo el mundo.
“El número de tormentas, sequías e inundaciones se multiplicaron por tres en los últimos 30 años con efectos devastadores sobre las comunidades vulnerables, en particular en el mundo en desarrollo”, precisa.
Añade que “el cambio climático y el ambiente tienen un gran impacto en la vida de millones de personas desarraigadas por la fuerza en todo el mundo”.
Muchas de esas personas sobreviven con lo que pueden extraer de su entorno natural, en especial en casos de emergencia, como alimentos, refugio, energía, abrigo, medicamentos, agriculturas y actividades productivas, entre otras, indica la Acnur.
“El uso no sostenible de los recursos naturales puede llevar a la degradación ambiental, con efectos duraderos sobre los recursos naturales y el bienestar de las comunidades desplazadas y de acogida. Además, la competencia por esos escasos recursos naturales, como la leña, el agua y las tierras de pastoreo, pueden generar fricciones”, detalla.
En 2008, 20 millones de personas fueron desplazadas por eventos climáticos extremos, muchas más que las 4.6 millones que lo hicieron por conflictos y violencia armada.
El cambio climático desplazará y empujará a más personas a la pobreza en los próximos años, lo que exacerbará los factores generadores de conflictos y complicará más las necesidades y la búsqueda de soluciones humanitarias.
Para hacer frente a esos grandes desafíos, han tenido lugar dos acontecimientos clave, la Conferencia para la Sequía en África, que se realizó en Windhoek, Namibia, del 15 al 19 de agosto, y el Día Mundial Humanitario, que se celebró el día 19. (Traducido por Verónica Firme)
Baher Kamal/Inter Press Service
[BLOQUE: INVESTIGACIÓN][SECCIÓN: LÍNEA GLOBAL]
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