Mientras millones de familias estadunidenses intentan salir a flote en medio de la actual crisis económica, la riqueza personal de los líderes del Congreso estadunidense se expande año tras año. Así lo confirma el sitio Open Secrets al publicar fotografías, estadísticas y evaluaciones de los “más ricos del Congreso”, una selecta lista que encabeza el republicano Darrell Issa, de California, cuyo patrimonio neto se estima en más de 251 millones de dólares.
Se incluyen, entre otros, los demócratas Jane Harman, también de California (con 244.7 millones de dólares); Herb Kohl, demócrata de Wisconsin (214.5 millones); Mark Warner, de Virginia (209.7 millones) y John Kerry, senador por Massachusetts (208.8 millones).
Es curioso el dato, porque cuando únicamente el 1 por ciento de todos los residentes de aquella nación pertenece a la clase de los millonarios, en el Congreso, entre 40 y 50 por ciento de los legisladores cuentan varios “ceros” a la derecha en sus activos.
Una investigación basada en los datos de información financiera federal confirmó que 261 de los que ocupan puestos en el Capitolio (435 en la Cámara de Representantes y 100 en el Senado) son acaudalados.
De acuerdo con el análisis, uno de cada cinco de ellos posee bienes por al menos 10 millones de dólares; en tanto, la fortuna de ocho legisladores asciende a 100 millones de dólares o más.
Por ejemplo, entre 2008 y 2009 “en medio de la recesión”, la riqueza colectiva de los miembros del Legislativo se incrementó en más de 16 por ciento, reveló un estudio publicado por el Centro para Políticas Responsables (CRP, por su sigla en inglés).
Esa riqueza en expansión de los líderes y miembros del Congreso se traduce en que un número significativo tiene intereses en las principales compañías de los sectores de salud y servicios financieros.
Sus acciones se colocan, fundamentalmente, en Bank of America, Goldman Sachs, Wells Fargo, JP Morgan Chase, Citigroup, Pfizer, Johnson & Johnson y Merck. Los mismos que han recibido dinero del rescate federal tras explotar la burbuja inmobiliaria y desligarse de la crisis.
Los ingresos de los miembros del Congreso subieron 19 por ciento durante 2010 (908 mil 255 dólares), mientras el promedio nacional anual descendió 15 por ciento. Es un mundo financiero muy distante al de sus electores, opinó entonces Sheila Krumholz, directora ejecutiva del CRP.
La raíz del asunto está en que, en las sociedades capitalistas, todo se mueve y se desarrolla para beneficio de los poseedores del capital, afirma en entrevista con Prensa Latina Manuel E Yepe, analista de temas internacionales.
“Quien tenga más, puede más. La vida es una competencia que se decide por la riqueza personal que cada quien acumule. Todas las leyes, reglamentos y hasta las costumbres van dirigidas a premiar a los más ricos. Los hijos se preparan, desde que nacen, para ser competitivos.”
El sistema electoral estadunidense es particularmente exigente en cuanto a la necesidad de disponer de mucho dinero para participar en las competencias, argumenta.
“Es una apuesta: quien reúna más dinero para la campaña, al juntar el capital propio a lo que le prestan otros a cambio de beneficios posteriores derivados del ejercicio del cargo al que aspira, será el candidato electo.”
A escala del Congreso, el apoyo que tienen los candidatos proviene de las grandes corporaciones representadas por los conocidos lobbies que participan en el festín electoral, los que respaldan a aquéllos que “ofrezcan a sus mandantes suficientes garantías”.
Para Yepe, “aunque entre ellos existan quienes actúen, hasta cierto punto, con arreglo a determinados intereses de sus electores, el establishment está organizado de manera que el dinero mande, no sólo en el mercado sino en todas las relaciones sociales”.
Por ley, deben declarar sus activos y pasivos, sus ingresos (sin incluir los salarios del gobierno), los regalos que recibieron, entre otras notificaciones. Las evidencias muestran a un sector cada vez más alejado de quienes, supuestamente, representan.
No se relacionan sus sueldos, sin embargo la mensualidad anual oficial de cada miembro de ambas cámaras es de 175 mil dólares, aunque también disfrutan de una serie de beneficios como el pago de gastos de viaje.
Los bienes medios de un representante del Congreso alcanzaron los 765 mil dólares en 2009 en comparación con los 645 mil 503 en 2008, mientras que los de un senador llegaron a casi 2.38 millones de dólares frente a los 2.27 millones del año anterior.
Suena hasta irónico en un país donde muchas personas han perdido sus empleos, sus ahorros se han desvanecido y los valores de sus viviendas se han desplomado.
Algunos analistas opinan que pocos legisladores federales asumen la existencia de males financieros como el desempleo, la pérdida del techo y el desfallecimiento de los ahorros que padecen millones de estadunidenses. Simplemente, porque ellos “están entre los más ricos de los ricos estadunidenses y manejan carteras financieras que son inalcanzables para la mayoría de sus representados”.
Los más recientes datos del Departamento de Trabajo sostienen que el índice nacional de desempleo está en 9.2 por ciento y aún no se han podido recuperar los 8.4 millones de puestos laborales perdidos durante la crisis.
Más aun, ahora se enfrentan a un creciente riesgo de una nueva crisis. Estados Unidos tiene un adeudo con sus acreedores externos que subió de 10 billones 701 millones de dólares a finales de junio de 2010, a 14 billones 290 millones el pasado 18 de abril.
En mayo el país sobrepasó el límite actual de endeudamiento autorizado, pero ha seguido funcionando con ajustes y traspasos de pagos que son normales dentro del Departamento del Tesoro.
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