Lansana Fofana/IPS
Freetown, Sierra Leona. El mortal brote de ébola en Sierra Leona ya cuenta entre sus víctimas con el avance de este país de África occidental hacia el cumplimiento de sus objetivos de desarrollo.
La agricultura, pilar de la economía, es la más afectada, pues muchos productores rurales han sucumbido a la enfermedad y otros muchos han abandonado sus cultivos por temor a contraer el virus.
“Hemos perdido cientos de agricultores por culpa de la epidemia del ébola. Y las regiones donde tienen lugar actividades agrícolas, como Kailahun en el Oriente y Bombali en el Norte, se han convertido en epicentros de la pandemia”, dice a Inter Press Service (IPS) el ministro de Agricultura y Seguridad Alimentaria, Joseph Sam Sesay.
A comienzos de noviembre, el virus mató a 4 mil 59 personas. Esto supera a la vecina Liberia, que hasta entonces era el país más azotado por este flagelo.
Sesay dijo que 60 por ciento de los 6 millones de habitantes del país realizan tareas agrícolas, pero que a consecuencia de la crisis ahora hay muchos desempleados. El sector, señala, también representa 60 por ciento del producto interno bruto sierraleonés.
“Hemos obtenido logros significativos antes de tener que confrontar este problema del ébola. La productividad de alimentos había aumentado enormemente, y los alimentos locales abundaban en los mercados. Incluso habíamos empezado a exportar cultivos comerciales, como arroz y cacao, a países vecinos. Pero todo se anquilosó”, agrega Sesay.
Cuando el presidente Ernest Bai Koroma llegó al poder en 2007, hizo de la agricultura una de las principales prioridades de su proyecto de desarrollo, al que llamó Agenda para el Cambio y la Prosperidad.
Socios bilaterales, entre ellos China e India, donaron cientos de tractores y otra maquinaria agrícola para ayudar a estimular el avance del país hacia la seguridad alimentaria. Pero actualmente no hay ningún cultivador trabajando, y los expertos pronostican que habrá escasez alimentaria si no se contiene la epidemia de ébola a la brevedad.
“He discontinuado mis actividades agrícolas temporalmente. Más de 15 de mis colegas murieron de ébola y yo no puedo correr el riesgo de seguir yendo a la finca. La situación es atemorizante”, dice a IPS el agricultor Musa Conteh, del norteño distrito sierraleonés de Bombali.
El sector de la salud también fue severamente afectado por la epidemia. Aunque esta nación del Occidente de África tiene un programa gratuito de atención a la salud de niños y niñas menores de 5 años, embarazadas y madres que amamantan, la población se niega a ir a los hospitales y centros de salud periféricos porque temen que se sospeche que tienen ébola y los pongan en cuarentena.
Sin embargo, muchos de los médicos del país, así como enfermeros y auxiliares de la salud, también tienen miedo y no han concurrido a sus puestos de trabajo. En Sierra Leona murieron ya cinco médicos y más de 60 enfermeros y auxiliares de la salud por culpa del ébola.
“Enfrentamos una crisis terrible. Con nuestra defectuosa infraestructura de salud, sin duda no estábamos preparados para esta epidemia. Tal vez, con la intervención de nuestros socios internacionales podamos vencer la enfermedad mucho más rápidamente”, dice a IPS el ministro de Salud de Sierra Leona, Abubakar Fofana.
Sierra Leona posee una de las peores prevalencias de mortalidad infantil en el mundo: 267 muertes se registraron por cada 1 mil nacidos vivos justo después del fin de la Guerra Civil en 2002.
En aquel año esa proporción se había reducido a 110 muertes por cada 1 mil nacidos vivos. Y en los últimos años había empezado a lograr avances, con un programa gratuito de atención a la salud introducido por Koroma. Pero no hay duda de que la epidemia del ébola revertirá todas esas victorias.
El brote obligó a todas las escuelas y centros de estudios a cerrar sus puertas. El gobierno dice que no puede fijar una fecha en la que se reanudarán sus actividades.
El sistema educativo del país se consideraba en un punto bajo aún antes del mortal brote de ébola.
El ministro de Educación, Minkailu Bah, dice a IPS que la crisis del ébola está teniendo un efecto nefasto sobre la enseñanza y que esto se sentirá incluso después de que se haya contenido la enfermedad.
“Nuestros hijos ya no asisten a la escuela. Su futuro es incierto, y ni siquiera sabemos cuántas deserciones tendremos en nuestras manos si esta crisis del ébola no se contiene”, señala Bah.
El gobierno introdujo un programa de enseñanza, en radio y televisión, para los niños que van a la escuela. Pero muchos sostienen que no es efectivo.
“No creo que esto funcione. ¿Cuántas familias pueden comprar un televisor o una radio y baterías para tener en sus hogares? ¿Cuán confiable es el suministro eléctrico? Actualmente los niños prefieren ver películas nigerianas y fútbol. No les interesa ese programa educativo”, dice Michael Williams, quien vive con sus cuatro hijos en Freetown, en diálogo con IPS.
Lansana Fofana/IPS
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