Nil Nikandrov / Red Voltaire
Moscú, Rusia. De acuerdo con algunos cálculos, las reservas venezolanas deberían durar entre 100 y 150 años bajo condiciones de intensa explotación.
La permanente guerra de Estados Unidos contra Venezuela por el petróleo comenzó en diciembre de 2002, cuando la gerencia del gigante petrolero venezolano PDVSA (Petróleos de Venezuela, SA) se lanzó a la huelga involucrando alrededor de 20 mil personas.
Los enemigos del presidente Hugo Chávez esperaban que la desestabilización a través del sector energético venezolano, las colas en las estaciones gasolineras y problemas con el suministro de gas doméstico harían pedazos al régimen soberano, pero los seguidores bolivarianos no se rindieron. La huelga terminó en derrota para los golpistas en febrero de 2003 y PDVSA fue convertida en empresa estatal. La quinta columna enquistada en la empresa fue denunciada y muchos de sus dirigentes huyeron del país. Unos 15 mil empleados del sector petrolero fueron despedidos y las pérdidas producidas por el conflicto superaron los 10 mil millones de dólares.
La reconstrucción de PDVSA fue una tarea ardua para el gobierno venezolano y para aquella parte del personal que resistió a las amenazas y el chantaje de los conspiradores. Las medidas que tomó Chávez apuntaron a fortalecer la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), sometiendo la producción de crudo a una reglamentación y manteniendo precios razonables; esto contribuyó al aumento de la influencia que la asociación ejerce mundialmente. Rusia, cuya economía es fortalecida por los ingresos petroleros, se encuentra entre los beneficiarios. La acción de Chávez también ayudó a Cuba, país que se encontraba al borde de una crisis energética.
Los pronósticos alarmistas difundidos por analistas estrechamente vinculados a las grandes compañías petroleras nunca se concretizaron, y Chávez siguió adelante con sus planes, tales como la original marca venezolana de socialismo, el suministro de petróleo con descuento a países vecinos y el establecimiento de la alianza Petrocaribe (en la que además de Venezuela participan Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, República Dominicana, Dominica, Antigua y Barbuda y San Vicente y las Granadinas). El régimen político venezolano y la posición de Chávez en la política internacional se mantienen en gran medida por el potencial energético del país, y el caso venezolano representa la simple verdad que el control estatal sobre las fuentes energéticas es en todos los casos, la clave para el mantenimiento de la estabilidad nacional.
Estados Unidos ha tratado, sin mucho éxito, convencer a la comunidad internacional que las sanciones de Washington contra el sector petrolero venezolano y la empresa PDVSA se deben únicamente a que el gobierno de Chávez envió un buquetanque con 20 mil toneladas de gasolina a Irán. El subsecretario de Estado James B Steinberg insistió, en un mensaje más amplio de advertencia, que compañías de otros países se exponen a sanciones similares si mantienen compromisos energéticos con Teherán.
Hasta ahora las sanciones impuestas contra Venezuela se perciben más o menos como un acto intimidatorio: el sector petrolero venezolano queda excluido de establecer contratos con compañías estadunidenses y de acceder a préstamos para importación y exportación (mecanismo fundamental en la adquisición de tecnologías avanzadas para la extracción y refinamiento de petróleo). PDVSA puede sobrevivir sin estas facilidades. Durante mucho tiempo la empresa se ha mantenido alejada del gobierno y las finanzas estadunidenses y cuenta con un sólido parque de tecnologías.
Hugo Chávez respondió a las presiones del Departamento de Estado de Estados Unidos a través de un mensaje desde su cuenta de Twitter: “¿Sanciones contra la Patria de Bolívar, impuestas por un gobierno imperialista gringo? Muy bien. ¡Entonces aplíquelas Sr. Obama! ¡No olvide que nosotros somos los hijos de Bolívar!” (sic), y declaró que PDVSA no será excluida del mercado estadunidense. Cuando se supo la noticia de las sanciones (el 24 de mayo 2011), el ministro venezolano de Relaciones Exteriores, Nicolás Maduro, declaró a la prensa que el gobierno de su país estaba evaluando las potenciales consecuencias para la estabilidad de PDVSA y el suministro de 1 millón 200 mil barriles diarios al mercado de Estados Unidos. Maduro prometió “una respuesta adecuada a la agresión imperialista” y dijo que Venezuela, ahora más que nunca, se comprometerá en mantener relaciones fraternales con Irán, las cuales de ninguna manera amenazan la paz mundial. El gobierno de Venezuela reafirmó varias veces que los alegatos en relación con las supuestas ambiciones de Teherán en el campo del armamento nuclear son pura propaganda que no cuenta con algún argumento serio.
Washington está difamando a Teherán así como difamó a Bagdad antes de invadirlo. Los medios propagandísticos hicieron creer que Saddam Hussein constituía un peligro inmediato pero se descubrió que ningún armamento de destrucción masiva existía en Irak.
El gobierno de George W Bush fue el mayor fabricante de estereotipos antichavistas. Durante un tiempo se sostenía que Chávez apoyaba a terroristas árabes y mantenía campos secretos de entrenamiento en la Isla de Margarita, Venezuela, donde se sabe que reside una relativamente pequeña comunidad árabe. Es sorprendente que a los amistosos vendedores árabes de la Isla de Margarita se les endilgue ser guerrilleros de Hezbollah. Actualmente a este ficción-mito se le da amplia cobertura mediática en Estados Unidos. Y cada jefe militar del Comando Sur de ese país pretende que se crea aún hoy que el campo de entrenamiento de guerrilleros se encuentra en la Isla de Margarita. Otro mito agitado por la estadunidense Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sigla en inglés): Irán explota yacimientos de uranio en el estado de Bolívar, Venezuela, y opera con laboratorios en la zona.
Recientemente, el diario alemán Die Welt salió con un curioso descubrimiento; esta vez, se supone que Irán construirá una base misilística en la Península de Paraguaná, Venezuela, apuntando hacia Estados Unidos (hace un tiempo se le atribuyó a Rusia el mismo plan). Chávez reaccionó rápidamente durante una reunión televisada de gobierno y mostró algunas fotografías de la zona que dejan ver más bien molinos de viento, diciendo que tal vez los satélites espías estadunidenses tuvieron algún problema. El vicepresidente Elías Jaua hizo un comentario muy serio, señalando que Washington estaba buscando un pretexto otra vez para atacar a Venezuela.
La hipótesis de Elías Jaua tiene mucha credibilidad. Las elecciones del 2012 se están acercando y las encuestas demuestran que los rivales de Chávez no tienen ninguna oportunidad. Hasta el día de hoy, Chávez no tiene serios rivales. En respuesta a esta situación, Estados Unidos está tratando de alimentar conflictos internos en Venezuela siguiendo un patrón como aquéllos que estremecieron Túnez, Egipto y Libia, apoyándose en las redes sociales de internet, las organizaciones no gubernamentales pro estadunidenses, grupos juveniles de derecha radical y paramilitares colombianos de las desmovilizadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Los coordinadores de la conspiración están buscando posibles aliados entre las filas del propio gobierno de Chávez. Numerosos elementos ambiciosos se han separado o alejado del presidente en el transcurso del tiempo y todos estos son permanentemente bienvenidos e invitados por el canal Globovisión, controlado por la oposición. La campaña de propaganda adelantada por los medios de oposición ha alcanzado proporciones impresionantes.
A los venezolanos se les insiste que su país es escenario de la delincuencia desbocada, que los barones de la droga virtualmente no tienen límites y que Chávez protege a los burócratas corruptos con el objetivo de conseguir su apoyo. También se arguye que los ingresos petroleros de Venezuela se gastan alegremente en su mayor parte para mantener a flote la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) y a Cuba mientras que la infraestructura del país se encuentra descuidada, dejando a la población expuesta a cortes de luz eléctrica y agua potable junto con una recurrente escasez de alimentos.
Los medios de comunicación critican duramente la cooperación económica y militar de Venezuela con Rusia y China. Por el momento, la capacidad defensiva de Venezuela está resentida a consecuencia de las sanciones estadunidenses contra la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (CAVIM), la principal empresa de la defensa. La explicación es que Washington se enferma de ver que otros proveedores se coman su parte en el mercado mundial de venta de armamentos.
El asesinato de un político de oposición o de un grupo de activistas de oposición podría ser organizado para provocar un estallido de agitación en Venezuela. El resto del plan es bastante predecible: la Organización del Tratado del Atlántico Norte tendría el tristemente famoso Plan Balboa para el país.
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