Para trasnacionales y gobiernos, las tierras de las comunidades indígenas tienen precio. Los pueblos originarios se ven obligados a luchar por conservar los montes y aguas que en el mercado de valores ya se negocian
Andrea Lunt / IPS-Voces de la Tierra
Nueva York, Estados Unidos. Con los convenios sobre cambio climático que hacen aumentar el comercio de carbono y prosperar la industria de biocombustibles y de palma aceitera, las poblaciones indígenas en el mundo se ven obligadas a luchar por su tierra, que pretenden usurparles las grandes compañías y hasta sus propios gobiernos.
Numerosos agricultores de la provincia indonesia de Jambi quedaron gravemente heridos a principios de enero tras recibir varios disparos cuando trataban de cosechar frutas en una plantación de palma en disputa.
Los disparos, atribuidos a la conocida Brigada Móvil de la policía nacional, fueron el último episodio de un conflicto de cuatro años entre pobladores de Karang Mendapo y la empresa de palma aceitera de Indonesia.
El violento ataque causó varias protestas; pero lo ocurrido en Jambi no es un caso aislado.
“No parece que las negociaciones internacionales vayan a beneficiar a los aborígenes que siempre han trabajado en zonas boscosas”, señaló Ghan Shyam Pandey, conservacionista y especialistas de la comunidad nepalesa de Ashwara.
Pandey, coordinador de la Global Alliance of Community Forestry, acudió al noveno United Nations Forum on Forests (UNFF 9), en Nueva York, que se celebró del 24 de enero al 4 de febrero.
El foro lanza oficialmente el Año Internacional de Bosques 2011. Además sigue el acuerdo conocido como REDD+ (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de los Bosques), negociado en Cancún, en diciembre, que busca reducir las emisiones contaminantes causadas por la deforestación y la degradación ambiental.
Pandey aplaude acuerdos como el de REDD+ en tanto que son herramientas para mejorar la conservación, pero subraya la necesidad de dotarse de pactos universales que consideren los medios de supervivencia de las comunidades indígenas.
“Los bosques no sólo involucran la biodiversidad, el cambio climático y el dióxido de carbono, sino otras cosas”, dijo a IPS.
“La gente que vive cerca depende de los bosques. Si los gobiernos se dieran cuenta de que somos responsables de las personas y del ambiente, podrían hacer buenas políticas que beneficien a ambos y permitan mejorar el medio de sustento y erradicar la pobreza, lo que implicaría cambios”, indicó Pandey.
El Foro pide a la comunidad internacional que responda al recalentamiento global con soluciones de conservación concentradas en los seres humanos.
Por lo menos, 1 mil 600 millones de personas dependen de los bosques en el mundo y unas 60 millones trabajan en la industria del sector, según la Organización para la Agricultura y la Alimentación.
Los bosques cubren 31 por ciento de la tierra del planeta, alrededor de 4 mil millones de hectáreas, pero ya se han perdido 13 millones de hectáreas por los cambios en su uso.
Muchas zonas han sido gestionadas tradicionalmente por comunidades locales; pero con la creciente popularidad del almacenamiento de dióxido de carbono y de los combustibles orgánicos, hay un nuevo interés por esas zonas antes despreciadas por considerar que no eran rentables.
Los pueblos indígenas pierden sus derechos tradicionales a la tierra porque los gobiernos y la industria se apresuran a controlar los bosques, indicó Jeremy Rayner, uno de los autores del estudio de Iufro.
REDD+ significó un avance en términos de conservación forestal, indicó Rayner; pero añadió que se necesitan pactos internacionales que se concentren más en apoyar iniciativas regionales concretas.
El coordinador de la Iniciativa de Derechos y Recursos, Andy White, dijo a IPS que hubo importantes avances en materia del derecho de los indígenas a la tierra en los últimos 12 meses en Brasil, Filipinas y México, pero otros siguen muy retrasados, incluida Indonesia.
“Espero que los representantes gubernamentales no vengan a Nueva York a celebrar”, indicó White en alusión al UNFF 9.
“Hubo una falta sorprendente de progreso tras el primer encuentro forestal dedicado a la ‘gente y los bosques’, realizado en Yakarta en 1978”, apuntó.
“Si los gobiernos se hubieran tomado en serio los acuerdos, entonces Indonesia estaría en el centro de la conservación forestal y no encabezaría el mundo hacia la deforestación”, sostuvo White.
“Las autoridades siguen reclamando la propiedad de la mayoría de los bosques del mundo, pese a que históricamente pertenecen a las poblaciones locales, a la clara evidencia de que los indígenas hacen una mejor labor y a que la industria, promovida por los gobiernos, genera corrupción, los excluye, generaliza abusos contra mujeres, niños y niñas y arraiga la pobreza”, indicó.
Es posible que haya más enfrentamientos como el de Jambi mientras no se maneje de forma adecuada las presiones suscitadas por el alza del precio de los alimentos, de los productos agrícolas y de los biocombustibles, y no se respeten los derechos de las poblaciones locales, remarcó White.
“En 2010, hubo un retroceso sustancial de las comunidades. Es bueno que puedan alzar su voz, pero se desatará una verdadera disputa y pueden surgir más conflictos”, añadió.
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