Casi nadie estaría en contra de juzgar, condenar y poner en prisión al ugandés Joseph Kony, culpable de crímenes de guerra en varias regiones de África; pero el comportamiento más que raro de la estadunidense Invisible Children, así como su campaña promocional utilizando un videoclip, han levantado muchas interrogantes y sospechas. El comportamiento de la ONG traspasa la frontera entre la acción humanitaria y la intervención política, sobre todo cuando exige una intervención militar “humanitaria”. En realidad podría tratarse de una campaña propagandista para promover la presencia militar del Africom, una división del ejército estadunidense en la región más rica en minerales del mundo. La intervención tendría que concretarse rápidamente: antes de que China establezca vínculos comerciales en esta zona
F William Engdahl/Red Voltaire
Según su sitio en internet, la organización no gubernamental (ONG) estadunidense Invisible Children dice haber alcanzado más de 80 millones de visitas desde que su videoclip Kony 2012 fue lanzado en YouTube. Para quien ha tenido la paciencia de ver este videoclip hasta el final, la cifra de 80 millones de visitas suscita interrogantes acerca de su veracidad. Ochenta millones de internautas es una de audiencia enorme y sin precedentes en la historia de YouTube.
El video muestra a celebridades como Angelina Jolie; George Clooney; Robbie Williams; Bill Gates; Bill Clinton; Sean, Puff Daddy, Combs y otras estrellas mediáticas.
El videoclip es un relato inteligente y sentimental, realizado por Jason Russell, un director de cine estadunidense de 33 años, hospitalizado actualmente, tras haber sufrido una extraña depresión cuando caminaba en las calles de San Diego. Este video, publicado en YouTube, muestra a un joven ugandés, Acaye Jacob, que Jason Russell afirma haberlo adoptado desde hace 10 años y después que Acaye logró escapar al reclutamiento forzoso como niño soldado en el ejército de Joseph Kony, el tristemente célebre Ejército de Resistencia del Señor (LRA, por su sigla en inglés: Lord’s Resistance Army), cuando tenía 11 años de edad. La filmación describe a Kony como un monstruoso personaje y como el peor y más infame terrorista del mundo, nada menos que un Osama bin Laden, pero africano.
Invisible Children es una organización muy poco transparente. Esta ONG recoleta millones de dólares de la venta de insignias, camisetas, polos, pulseras y afiches vendidos entre 30 y 250 dólares, pero carece de transparencia a la hora de mostrar sus cuentas y decir quiénes son sus donantes o patrocinadores. El grupo emplea a un centenar de personas, y gracias a su videoclip Kony 2012 podría obtener muchos millones más, pero por el momento se niega a revelar el monto de las donaciones recibidas y la forma en la que estos fondos serán gastados.
Los fundadores de Invisible Children –que llaman a una intervención militar directa de Estados Unidos contra el Ejército de Resistencia del Señor en esta región de África– fueron arduamente criticados en 2008, por haber salido en una fotografía, escopetas en mano, con los miembros rebeldes del Ejército Popular de Liberación del Sur de Sudán, una organización acusada frecuentemente de violar mujeres y de saquear aldeas y pueblos. Los miembros de la ONG respondieron a las críticas con el siguiente comentario: “Pensamos que sería divertido hacerse una foto tipo intrépido aventurero Indiana Jones y de mostrar esa foto a nuestros amigos y familiares (sic)”. Pues como diciendo: “Je, je, je, esos rebeldes tienen bazucas en las manos, pero todo el mundo sabe que esta gente está luchando por la paz. Je, je…”.
Según el periódico londinense The Guardian, el dinero en las cuentas de Invisible Children “muestra que se trata de una operación que cuenta con el respaldo de mucho dinero en efectivo en su tesorería, y cuyos ingresos han triplicado desde 2011”, para alcanzar casi 9 millones de dólares, principalmente de donaciones individuales. De esta suma de dinero, casi el 25 por ciento ha sido gastado en viajes y en la producción de películas. Gran parte del dinero recaudado ha sido gastado en Estados Unidos y no en África, tampoco en los niños africanos; que sean éstos visibles o invisibles no se han beneficiado de este dinero…
De acuerdo con las informaciones obtenidas por The Guardian, “las cuentas demuestran que 1 millón 700 mil dólares han sido utilizados para pagar a los empleados de la ONG en Estados Unidos; 850 mil han sido gastos en la producción de la película, 244 mil para ’servicios profesionales’ –presumiblemente para los grupos de presión y otros lobbies en Washington– y 1 millón 70 mil dólares en gastos de viaje. Cerca de 400 mil dólares se gastaron en costos de alquiler de sus oficinas con sede en San Diego”.
Charity Navigator, una agencia estadunidense que evalúa y vigila el desempeño de las organizaciones de beneficencia, ha otorgado a la ONG Invisible Children solamente dos estrellas por su “responsabilidad y la transparencia en sus cuentas”, es decir, una calificación muy mala. El organismo estatal United States Agency for International Development, que depende del Departamento de Estado y que coordina las operaciones e intervenciones de Estados Unidos en el extranjero con el Pentágono y la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés), admite abiertamente en su página de internet que ha financiado con dinero a Invisible Children en el pasado.
Pero lo más extraño en todo este asunto del caso Kony 2012 es el hecho de que el mismo Joseph Kony abandonó su recinto y hay una gran probabilidad de que durante su fuga de Uganda haya muerto naturalmente o haya sido asesinado, y de esto hace ya más de seis años. Pero se dice también que pudo haberse refugiado en las selvas del Congo y África central. En este sentido, la historia de Kony se asemeja mucho a la historia del escurridizo Osama bin Laden, lo que constituye así la excusa perfecta y una justificación para las operaciones militares de Estados Unidos en las regiones ricas en minerales de Centroáfrica, entre Uganda y la República Democrática del Congo, el Sur de Sudán, la República Centroafricana e incluso más allá.
De acuerdo con fuentes fidedignas, Osama bin Laden en realidad falleció en Afganistán hace ya varios años y no durante su supuesto asesinato a manos de un comando Navy Seal del ejército de Estados Unidos. Se habría mantenido su leyenda viva a fin de justificar la expansión de la “guerra contra el terror” estadunidense, como ahora se está manteniendo viva la leyenda y el mito de Joseph Kony, propagada por la ONG Invisible Children de San Diego. La cuestión no es si Kony había cometido abusos, exacciones y crímenes; esto nadie lo discute. La pregunta es si Kony 2012 está siendo promovido (y utilizado) de manera fraudulenta para justificar la intervención militar de Estados Unidos en un lugar de África en donde ninguna persona desea ver a los marines estadunidenses desembarcar.
Según las palabras de un estadunidense, activista independiente en derechos humanos que trabajó en Uganda y que fue entrevistado recientemente: “La campaña de Invisible Children es un pretexto que ha sido adoptado con mucho énfasis por el gobierno de Estados Unidos para ayudar a justificar la expansión de su presencia militar en África central. Los colaboradores de la ONG Invisible Children son ’tontos útiles’, usados por los expertos y otros consejeros en el seno del gobierno de Estados Unidos, que quieren militarizar África. El envío de más y más armas y ayuda militar tiene como objetivo consolidar el poder en los Estados africanos aliados de Estados Unidos. La búsqueda y cacería de Joseph Kony es la excusa perfecta. Para que esa estrategia avance –porque es raro y difícil para el gobierno de Estados Unidos encontrar el apoyo necesario entre los jóvenes– es imprescindible contar con la ayuda de millones de jóvenes estadunidenses que reclamen una intervención militar en una región de África rica en petróleo y otros recursos minerales.”
El videoclip
Kony 2012 habría entusiasmado al Congreso de Estados Unidos para reclamar el envío de tropas estadunidenses no sólo a Uganda, sino a toda la región de Centroáfrica, supuestamente aterrorizada por el escurridizo Kony y su ejército de niños soldados. El demócrata Jim McGovern, de Massachusetts, y el republicano Ed Royce acaban de presentar un proyecto de ley en el Congreso en Washington que hace un llamado a la división militar del Africom del Pentágono para que ejecute “un aumento de las fuerzas militares estadunidenses en las regiones de África para proteger a los civiles e imponer restricciones a todos los individuos y a los gobiernos que apoyan a Kony”.
El año pasado, antes de la publicación del videoclip Kony 2012 en YouTube, los señores McGovern y Royce también patrocinaron el proyecto The Lord’s Resistance Army Disarmament and Northern Uganda Recovery Act (El desarme del Ejército de Resistencia del Señor y la Ley de Recuperación del Norte de Uganda). El gran interés que la prensa comercial ha prestado al videoclip en YouTube refuerza así el argumento de estos políticos a favor de una intervención militar. Después de todo, ¿no se trata de intervención “humanitaria”? ¿No se trata de niños..?
Incluso el muy políticamente correcto diario The Washington Post tomó una postura crítica: “La virulenta campaña para la captura de Kony por la asociación sin fines de lucro Invisible Children se ha efectuado únicamente en el territorio de Estados Unidos. De acuerdo con las informaciones recibidas desde Uganda, el LRA (de Joseph Kony) no existe o no tiene actividad desde hace años”.
El presidente Obama ya dio la orden y ha enviado a 100 soldados de elite hacia África central para que sirvan como “asesores” en vistas de hacer un esfuerzo para capturar a Kony. Todo esto recuerda mucho a la situación vivida en Vietnam a comienzos de 1960. Esto no es fortuito. Hoy en día estamos en el preludio de una militarización masiva por parte del Pentágono de toda la región de África Central, después de la destrucción del orden estatal en Libia por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el caos reinante en Egipto y en otros Estados islámicos –al experimentar los furores de la Primavera Árabe del Departamento de Estado de Estados Unidos–, que desde sus comienzos se ha ido transformando más en una “pesadilla” para los árabes que en una primavera…
Kony 2012 es el producto de una ONG, al parecer, bien financiada y dirigida por Russell, llamada Invisible Children, Inc. El video es en sí la propaganda del Departamento de Estado de Estados Unidos. Gracias a su cámara y sus efectos especiales, las escenas repetidas varias veces, muestran a un niño soldado, Russell busca darle una credibilidad a todo esto.
Rosebell Kagumire, reconocido periodista de Uganda, reaccionó contra la propaganda mediática respecto al video Kony 2012, acusando a los miembros de la asociación Invisible Children de “utilizar viejas secuencias e imágenes filmadas [que no corresponden al presente] para generar histeria”.
Kagumire agrega: “¿Es una cuestión de dólares, o una falsa creencia de que si no se sensibiliza a los estadunidenses no se verá ninguna solución? (…) Las negociaciones de paz en Juba en 2006-2008, que hicieron posible la estabilidad regional y abrieron el camino para poner fin a los secuestros en el Norte de Uganda no fue un invento de Estados Unidos. Fue un producto de la sociedad civil africana local y otros actores por la paz, como la Acholi Religious Leaders Peace Initiatives, que dio lugar a una solución negociada. Al contrario, a partir del mismo momento en que los funcionarios de Estados Unidos se inmiscuyeron en el asunto sin que nadie los invite, nosotros hemos tenido el ’honor’ de presenciar la Thunder Operación Relámpago. Los efectos de esta operación militar estadunidense han sido desastrosos, ya que el LRA se escapó de todos los ataques aéreos y se ha dispersado en [las selvas de] la República Democrática del Congo y en la República Centroafricana, en donde acometía sus atrocidades por venganza.”
Las protestas contra Joseph Kony tienen toda la apariencia de ser una operación que forma parte de una gran campaña de acción secreta del Africom y del Departamento de Estado de Estados Unidos, específicamente dirigida para socavar la influencia de China en África central, después de haber logrado con éxito que las compañías petroleras chinas que operaban en Libia abandonaran el país; y por otro lado al crear una nueva “república” en Sudán del Sur, en donde se encuentra gran parte del petróleo que sería suministrado a la economía China. Esta división territorial de Sudán del Sur y de su petróleo. Para aquellos que no han seguido el caso de cerca, fue el resultado del envío de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos y de la OTAN para “parar el genocidio” en Darfur. El actor George Clooney sirvió como símbolo para la acción en Darfur.
Hay buenas razones detrás de este repentino y aparente interés del Pentágono y de las ONG politizadas por una acción en África central. Mientras que el mundo lo ignoraba en gran medida, la política de Washington consistía en permitir que instituciones (entre éstas el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial) pudieran chuparle toda la sangre al Congo y permitir que las compañías occidentales pudieran extraer la riqueza mineral multiplicando por 100 sus beneficios. Hace unos años, todo esto comenzó a cambiar cuando China mostró su interés por África y en particular por el Gran Valle del Rift.
Esta región, de acuerdo con los realizadores de Kony 2012, incluye no sólo a Uganda, donde se descubrió recientemente un vasto yacimiento de petróleo, sino que también un amplio territorio repleto de minas y minería, valuado entre los más ricos del mundo (entre éstos a la República Democrática del Congo, la República Centroafricana y la reciente República en el Sur de Sudán, nacida con el apoyo de Estados Unidos). La región se encuentra en un área geográfica extraordinaria llamada el Gran Valle del Rift, que se extiende desde el Norte de Siria a través de Sudán, Eritrea y el Mar Rojo para penetrar profundamente en el Sur de África, atravesando el Este del Congo, Uganda, Kenia, Etiopía y Somalia hasta llegar a Mozambique.
Lo que los geólogos llaman el Sistema de División de África del Este (East African Rift System) es “una de las maravillas geológicas del mundo”; y, en términos de exploración, una de las reservas minerales más ricas del planeta, además de contar con enormes reservas aún sin explotar de petróleo y gas.
Cuando la empresa británica descubrió el yacimiento de Tullow Oil, un pozo estimado en 2 mil millones de barriles de petróleo en Uganda en 2009, la importancia geopolítica de la región central de África cambió en conjunto de un día para otro. La empresa CNOOC, Ltd, la más importante compañía china de exploración de petróleo offshore (o costa afuera) ha creado una empresa conjunta con Tullow Oil para desarrollar tres campos de petróleo en la cuenca del lago Alberto, en Uganda.
Según los geólogos, “el Rift en África oriental podría ser uno de los últimos grandes yacimientos de petróleo y gas natural en la Tierra”. En un reciente artículo, la revista semanal estadunidense Time informó que “las pruebas sísmicas en los últimos 50 años han demostrado que los países de la costa de África oriental tienen abundante gas natural. Los datos preliminares recogidos por los especialistas sugieren también la presencia de gigantescos depósitos de petróleo a lo largo de sus costas”.
Esta región de África central y del Este es considerada una de las regiones inexploradas más prometedoras del mundo en términos de hidrocarburos (petróleo y gas). En 2010, la compañía petrolera de Texas Anadarko Petroleum descubrió una enorme reserva de gas natural frente a las costas de Mozambique. Según algunas estimaciones, Somalia guardaría tal vez 10 mil millones de barriles de petróleo sin explotar.
La agitación y el desorden político crónico en la región africana persiste aún hoy pero la misma tensión es mantenida y alimentada por el Africom. Toda esta tensión conviene a las grandes empresas petroleras occidentales, que buscan mantener los precios del petróleo increíblemente altos mediante el control de la oferta y que obstaculizan la explotación del petróleo ubicado en esta zona. Mientras que África occidental y el Magreb (Norte de África) han conocido cientos de miles de perforaciones buscando petróleo durante las últimas décadas, África oriental y África central –área que incluye a Darfur y el Sur de Sudán, el Chad y la República Centroafricana–, son casi terra incognita en cuanto a perforaciones.
Todo esto va en contra del debate e ideas populares respecto al pico petrolero (peak oil), que refiere que el petróleo se está agotando en todas partes del mundo. Muy al contrario de esto que se afirma, se dan los nuevos descubrimientos de yacimientos al Este del Mediterráneo, en las costas de Brasil y del Golfo de México, y ahora en el Gran Valle del Rift en África oriental y central; nuevos yacimientos se descubren casi a diario y contienen enormes reservas potenciales. En palabras del economista Peter Odell, especialista en petróleo, no nos estamos quedando cortos de este recurso, sino “largos”.
El petróleo es uno de los sectores industriales más politizados del mundo. En las cuatro gigantes empresas del petróleo angloestadunidenses reina tal secreto “que los servicios de espionaje como la CIA y el MI6 [la agencia de inteligencia británica] pasarían como aficionados”. Desde que se publicó en 1956 la hipótesis no probada del geólogo King Hubbert, que trabajaba para la petrolera Shell, se afirma que los yacimientos petrolíferos se agotan según una curva de Gauss. Por cuestiones de mercado, la industria del petróleo mantiene el mito de una amenaza de escasez del energético. Esto sirve obviamente al objetivo de mantener su control sobre la principal fuente de energía de la economía mundial… El petróleo y el control de éste son la base geopolítica del proyecto pos1945 del “siglo americano”.
China cambia el ámbito geopolítico de África
Mientras que África se mantuvo como el “continente olvidado” en términos de exploración independiente de petróleo y gas, la política de Washington al respecto consistía en ignorar a África. Como lo dijo recientemente el expresidente surafricano, Thabo Mbeki: “[Con] África independiente, liberada de la obligación de garantizar obediencia y sumisión [al imperio] en el contexto de la lucha mundial contra los soviéticos, Estados Unidos había considerado que el continente no tenía ninguna importancia en un contexto de relación con sus intereses estratégicos globales”.
Sin embargo, señala Mbeki, en 2007 todo esto comenzó a cambiar con la aparición de los avances económicos y diplomáticos de China en varios puntos de África: “La competencia internacional para el acceso al petróleo y otros recursos naturales africanos aumentaba, en particular por parte de China. Ésta se había convertido en una formidable competidora por su influencia y por sus contratos lucrativos en el continente”.
Pero la visión estadunidense de la globalización del sistema económico mundial no admite que alguien se salte el guion establecido. Guion impuesto por Estados Unidos. Hillary Clinton se ha expresado bastante claro en ese sentido: “Si la gente elige un camino diferente, usted debe utilizar todas las herramientas de persuasión para tratar de convencerlos del hecho de que el camino que nosotros hemos elegido y deseamos seguir tiene que ser también aquél que va a favor de los intereses de ellos mismos”. George W Bush también dijo lo mismo, pero de manera más brutal: “O estás con nosotros o estás contra nosotros”.
Desde la invitación hecha a más de 40 jefes de Estado africanos en 2006, para que visitaran China, seguida de varias visitas de oficiales chinos del más alto nivel a África –que concluyeron con importantes acuerdos para las compañías petroleras y la industria china en África– contratos por miles de millones de dólares realizados con el “olvidado” continente africano, Washington de repente se dio cuenta de que algo estaba pasando. En 2008, el entonces presidente de Estados Unidos, George Bush, autorizó por primera vez al Pentágono, la creación de un mando unificado: el Africom, un ejército en conjunto destinado a operar únicamente en África.
Como lo ha observado Volman Daniel, director del Proyecto de Investigación sobre Seguridad de África en Washington: “Una serie de acontecimientos –en particular la creciente importancia de este continente como una fuente de energía y otras materias primas– ha cambiado radicalmente los parámetros que el continente africano conocía. Estos acontecimientos han conducido a una mayor implicación económica y militar de China, India y otras potencias industriales emergentes en el continente africano y el resurgimiento de Rusia como una potencia económica y militar en África. En respuesta a todo esto, Estados Unidos ha incrementado bruscamente su presencia militar en el continente africano y ha creado un nuevo comando militar –el Comando de África más conocido como Africom– para proteger lo que los estadunidenses han definido como sus ’interés estratégicos nacionales’ en África. Esto ha provocado lo que ahora se conoce comúnmente como la ?nueva lucha y carrera por la conquista de ’África’ y está a punto de transformar la [vieja] arquitectura de seguridad que existía en el continente negro”.
A partir de 2012, China se convirtió poco a poco en el segundo mayor inversor extranjero en Uganda, después de Gran Bretaña. China es también el principal inversor en lo que se refiere a recursos petroleros en el Sur de Sudán. En julio de 2007, la compañía petrolera china CNOOC firmó un acuerdo con el gobierno somalí para la exploración petrolera en la región de Mudug, donde algunos especialistas afirman que las reservas pueden ser estimadas entre 5 mil millones y 10 mil millones de barriles. Otra inversión china involucra a la empresa mixta creada conjuntamente por Tullow Oil y la CNOOC, en 2011, que opera en los yacimientos de Uganda.
Lo que está claro es que Kony 2012 no es un documental, sino una obra de propaganda manipuladora, que busca promover y justificar la presencia militar del Africom en la región minera más rica del mundo antes de que China o quizás India o Rusia se establezcan allí.
Esto recuerda y se asemeja mucho a las guerras coloniales que se libraron en el siglo XIX, con el objetivo de apoderarse los recursos naturales; la única diferencia es que hoy en día existe internet y YouTube, red social que permite difundir la propaganda neocolonial a la velocidad de la luz.