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En 2011, el ciudadano estadunidense de origen iraní Manssor Arbabsiar se reunió varias veces en la Ciudad de México con un integrante del cártel de Los Zetas. Planeaba, supuestamente, el asesinato del embajador de Arabia Saudita en Estados Unidos. El crimen se cometería, claro, en Washington, DC.

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Lo que Arbabsiar no sabía era que en realidad con quien se reunía en la capital de la República Mexicana era “un informante de la Administración de la Lucha contra las Drogas (DEA) de Estados Unidos”. Por supuesto, el iraní-estadunidense fue deportado y enjuiciado. En 2013 se declaró culpable y hoy purga una condena de 25 años de prisión.

La historia está contenida en un documento preparado por el Servicio de Investigación del Congreso estadunidense (Congressional Research Service). El informe se titula Latin America: Terrorism Issues (que podría traducirse como América Latina: Cuestiones de Terrorismo). El propio escrito señala que está “actualizado al 15 de diciembre de 2016”.

En aquel 2011, penúltimo año del desastroso gobierno de Felipe Calderón, los medios mexicanos sólo se refirieron a la deportación de Arbabsiar como una muestra de la “cooperación” entre las autoridades estadunidenses y mexicanas y adjudicaron el descubrimiento del complot a la “capacidad” de estas últimas para impedir el ingreso al país de personas que atenten contra la seguridad nacional. Algunas notas sí dieron cuenta del interés de Manssor Arbabsiar en “contratar” a integrantes de Los Zetas para atentar contra el embajador saudita en Estados Unidos; pero atribuyeron el fracaso del magnicidio a la “coordinación” entre agencias estadunidenses y mexicanas.

Lo cierto es que los gringos fueron los que ordenaron desde el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México la deportación de Arbabsiar, pues ellos eran quienes contaban con toda la información acerca de su identidad y sus supuestos planes.

Más allá de las reuniones del presunto agente iraní  con integrantes de “una de las organizaciones más violentas del tráfico de drogas de México” (como se define textualmente en el informe a Los Zetas), lo que queda claro es la actividad de agentes estadunidenses en territorio mexicano. Es una muestra de sus acciones y operativos que llevan a cabo probablemente sin siquiera el conocimiento de las autoridades mexicanas, ya no digamos del Poder Legislativo ni, mucho menos, la sociedad.

Para los gringos, la “seguridad fronteriza” se volvió una obsesión luego de los ataques a las torres gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001 y, según reconoce el documento, se convirtió en el “tema preminente” entre Estados Unidos y México.

Pero la tutela de la cual los gringos se regodean en este país y la presión que ejercen en toda América Latina llega al absurdo, al considerar “actividades terroristas” las acciones que de manera abierta, legítima y legal lleva a cabo Irán en la región.

La visita de Hassan Rouhani, presidente de la República Islámica de Irán, a Venezuela y Cuba en septiembre pasado puso más que nerviosos a los analistas de las agencias de seguridad nacional de Estados Unidos. Aún más preocupación les provocó que Rouhani enviara a su ministro de Relaciones Exteriores, Mohammad Javad Zarif, a siete países de Latinoamérica en la segunda mitad de 2016. Además de Cuba y Venezuela, Javad Zarif visitó Nicaragua, Ecuador, Chile, Bolivia y, sí, México. Los brujos encargados de la preservación de Imperio siguieron puntualmente sus pasos, a pesar de que la encomienda del iraní era únicamente fortalecer el comercio y la cooperación de su país con los de la región.

Aquí fue recibido por la secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu, el miércoles 14 de septiembre de 2016. En la foto que la Agencia de Noticias del Estado Mexicano (Notimex) difundió, los encargados de la política internacional de sus respectivos países posan acartonados, sonrisas forzadas, mirando para otro lado y sin ningún entusiasmo por la conversación que acababan de sostener. Subordinado México a Estados Unidos, probablemente ambos funcionarios vieron escasas posibilidades de que sus gobiernos pudieran alcanzar algún acercamiento realmente importante.

Los gringos, por supuesto, estuvieron al tanto y siguieron al detalle a Javad Zarif por México y los otros seis países de la región. Y a pesar de que el gobierno de Obama alcanzó desde julio de 2015 acuerdos nucleares con Irán y de que se suspendió formalmente el acoso occidental contra la República Islámica, la visita del representante de Rouhani quedó asentada en los informes estadunidenses acerca de las actividades “terroristas” que se realizan en América Latina.

El informe Latin America: Terrorism Issues consigna al detalle las actividades del gobierno iraní en la región. Se reconoce que tras la salida de Ahmadinejad de la Presidencia de Irán y de la muerte del presidente venezolano Hugo Chávez, en 2013, “las relaciones iraníes con la región han disminuido”.

Los gringos se muestran intranquilos porque en su patio trasero y su vecindario (México y el resto de América Latina) haya lugar para las naciones soberanas que considera sus adversarios. En el informe se destaca como “actividades terroristas” la apertura de seis embajadas de Irán en Latinoamérica en 2009, bajo el gobierno del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad, antecesor de Rouhani: en Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Nicaragua y Uruguay (que se sumaron a las que ya existían en México, Cuba y Venezuela). En el documento se consigna que en 2012 la misma administración saliente de Ahmadineyad lanzó una red de televisión por satélite en español.

Sin embargo, el informe debe reconocer que “alertas” anteriores sólo eran exageraciones. Textualmente, acepta: “Los informes de que Irán estaba construyendo una gran embajada en Managua, Nicaragua, resultaron ser erróneos. Otros informes que indican que la embajada de Irán en Venezuela es una de las más grandes del mundo, también eran inexactos. Funcionarios del Departamento de Estado sostuvieron que hay muchas embajadas en Caracas que tienen una presencia diplomática mucho mayor que la de Irán, incluida la de Estados Unidos”.

Zósimo Camacho

[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ZONA CERO]

Contralínea 522 / del 15 al 21 de Enero 2017

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