La Habana, Cuba. La campaña de Cuba contra la homofobia y la transfobia se enfocó hasta ahora en el espacio familiar y laboral. Pero 10 años después de su primera edición, sus organizadores decidieron entrar al sensible mundo de la escuela, un sector enteramente público en el país.
“Es un gran reto porque la escuela es el centro más importante de la comunidad, donde se forman los valores y los niños pasan la mayor parte del tiempo”, dijo Ana María Cano, del estatal Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), que organiza desde 2007 la Jornada Cubana contra la Homofobia y la Transfobia.
“Este año va a haber más resistencia (de la población) porque muchas veces no se comprende que se hablen estos temas en las aulas”, pronosticó a IPS la psicóloga infantil sobre la décima edición, que se desarrolla desde el 3 de este mes y culmina el viernes 20, bajo el lema “Por escuelas sin homofobia ni transfobia”.
Con sus principales actividades en torno al 17 de mayo, el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Biofobia, la campaña de Cenesex resulta permanente y el tema propuesto en 2017 de promover escuelas más seguras e inclusivas se mantendrá los próximos dos años.
“Las personas pueden estar alarmadas, los padres se pueden asustar y cuestionar (la propuesta)”, reconoció Cano. “Pero hay que empezar a trabajar estos problemas porque las experiencias no han sido muy saludables y siempre hay un niño o una niña que se distingue por diferente y es objeto de burlas”, explicó.
“Los padres se llenan de temores porque piensan que hablar de sexualidad la estimula o define”, abundó. “La orientación sexual se define en la etapa tardía de la adolescencia por eso no se puede juzgar a ningún niño o niña para determinar su orientación”, aclaró.
Con la valoración de Cano, coinciden otros especialistas, activistas y personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI) consultadas por IPS durante las actividades que Cenesex despliega en el país, con énfasis en la sede central de la ciudad de Santa Clara, a 268 kilómetros al este de La Habana.
Un gran lápiz de color plateado resaltó en la tradicional y multitudinaria marcha festiva de personas LGBTI y defensores de sus derechos por parte de dos céntricas avenidas habaneras, que se celebró el 13 de mayo encabezada por la sexóloga Mariela Castro Espín, hija del presidente Raúl Castro y directora del Cenesex.
El símbolo de la educación era enarbolado por una activista transexual que se identificó como Yoilán. “Apoyo hablar de la diversidad sexual en la escuela porque quiero que todo el mundo se integre, las personas transgénero no nos aislemos de la escuela y estudiemos como todos”, consideró a IPS.
A su manera, este trabajador remarcó la situación más desfavorecida de las personas transgénero, que desde edades tempranas rechazan su sexo biológico y se identifican con el género opuesto, un proceso aún poco comprendido y apoyado por las familias e instituciones como la escuela.
“Todos los años tenemos el ‘bullying’ (acoso escolar) con los homosexuales, porque siempre ha sido así”, aseguró Yoilán, que confesó haber sido víctima del problema cuando era estudiante y ahora integra la Red de Personas Trans, Parejas y Familias, TransCuba, acompañada por el Cenesex.
De hecho, el centro trabaja en la reincorporación escolar en la edad adulta de personas trans, que por diversas causas abandonaron las aulas, en este país insular caribeño, donde son obligatorios los estudios hasta el nivel secundario y el sector estatal exige título de bachiller hasta para empleos básicos como los del servicio de limpieza.
Vista como un derecho y uno de los grandes logros de la Revolución cubana de 1959, devenida socialista en 1961, de alguna manera la campaña señala pequeñas brechas de exclusión en el sistema educativo público, la única opción de formación básica porque operadores privados solo pueden ofertar repasos y cursos complementarios.
“Como mensaje para la familia cubana, nosotros no estamos promoviendo homosexualidad, ni heterosexualidad”, dijo Castro Espín en el programa televisivo Mesa Redonda Informativa, del 12 de mayo, que cada año dedica una emisión a la campaña.
“Estamos promoviendo una educación basada en los derechos humanos, en el respeto entre las personas, un mecanismo para construir la paz. Ese aprendizaje de ciudadanía es fundamental desde la escuela por su rol en la comunidad”, aclaró la sexóloga, sobre la campaña que enfatiza en el fenómeno poco conocido del acoso escolar homofóbico.
Las críticas no se hicieron esperar y cibernautas dejaron comentarios en la página digital del programa. Alguien que dijo llamarse Michel opinó “que se debe respetar a cada cual como es”, pero rechazó “que las escuelas hablen de la sexualidad homosexual como algo normal”.
A las personas que piensan así, Yohana Yánez, una mujer que se reconoce lesbiana, las conminó a “dejar el pasado atrás y ver hacia adelante”. “La diversidad sexual no es una enfermedad y nuestros hijos necesitan información, consejos y apoyo”, aseguró a IPS esta madre de dos pequeños.
El Cenesex coordina desde 1972 el Programa Nacional de Educación Sexual, la máxima política pública en ese sentido del país de 11,2 millones de habitantes, que ha ido ampliando su perspectiva con el desarrollo científico y social y es ejecutada por más de 20 entidades, entre ministerios y organizaciones civiles.
El Ministerio de Educación y el de Salud Pública han sido los más proactivos, indicó a IPS la socióloga Anamary Benavides, de Cenesex.
La especialista destacó el subprograma de Educación de la Sexualidad con enfoque de Género y Derechos, amparado por la Resolución 139 de 2011 y que rige el tratamiento curricular de estos temas en la cartera de Educación, responsable de más de 10.400 instituciones.
Benavides remarcó la importancia de este subprograma, que por vez primera regula el abordaje de estas cuestiones en las edades prescolar y escolar de manera transversal a todo el trabajo educativo. Apuntó la importancia de incorporar la equidad de género y los derechos humanos de manera directa.
La socióloga compartió que se observan “las mayores resistencias a abordar la diversidad sexual, la homofobia, la transfobia, la orientación sexual y también la violencia en general”, por parte de docentes, padres y madres. “A los niños y adolescentes les encanta hablar sobre sexualidad”, dijo.
Una de las debilidades señaladas por el Ministerio de Educación y Cenesex radica en la formación en ese sentido del personal docente.
“Muchas veces nos forman para darles clases a estudiantes perfectos y atender los diferentes grados de asimilación de los contenidos”, estimó a IPS el estudiante de pedagogía Yasmany Castro, que vive en la ciudad de Santiago de Cuba, a 847 kilómetros al este capitalino. “Se necesita más herramientas para enfrentar problemas sociales”, instó.
El joven espera que estas cuestiones queden resueltas en el actual proceso de perfeccionamiento de la educación pública y aconsejó abordar los problemas discriminatorios en general, tanto por raza, género u orientación sexual, entre otros. “La escuela tiene que estar preparada para enfrentar la diversidad social”, concluyó.
Ivet González/Inter Press Service
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