Un total de 315 visitas realizadas por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), en su papel de Mecanismo Nacional de Prevención de Tortura (MNPT), confirmaron que en los centros de privación de libertad mexicanos se cometen actos de tortura y maltrato hacia los internos.
La CNDH encontró que, tanto a nivel federal, estatal como municipal, persiste la sobrepoblación y el hacinamiento, además de las deficiencias en el mantenimiento e higiene de las instalaciones: al menos tienen fugas de agua, lo que provoca humedad en las paredes.
Osvaldo Chavarría Suárez, especialista en derecho penal por parte del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), asegura, en entrevista con Contralinea, que “hay muchas personas que no tienen espacio dónde dormir horizontalmente. Tienen que hacerlo amarrados a las rejas de las celdas con suéteres o bufandas. No hay suficiente espacio”, declara.
El MNPT identificó también, carencia presupuestal para alimentar a los reos. Al respecto Chavarría Suarez comenta que en la Ciudad de México la comida carcelaria –el rancho– es preparada y proporcionada por el respectivo Centro de Readaptación Social.
“El rancho es lo peor que puede haber: son lentejas a medio cocer; sólo es agua y las lentejas duras. Cuando les llegan a dar pollo, todavía tiene plumas, incluso, a veces, está echado a perder”, añade.
El centro debe proporcionar las condiciones adecuadas y no denigrar la integridad de los reclusos, sin embargo hay quienes, al no tener cubiertos ni platos donde les sirvan sus alimentos, utilizan sus manos o una botella de plástico obtenida de la basura y cortada con los dientes por la mitad, para que ahí degusten su comida.
Además de lo señalado por el MNPT, Chavarría añade a los actos de tortura, el castigo en celdas apartadas. “Quienes son castigados, les llaman ‘anexados’, pueden estar una semana sin recibir ninguna visita; sólo les dan una hora para salir al patio. Le proporcionan sus alimentos por debajo de la puerta”, explica.
También hay quienes padecen tortura sicológica y física; pero son golpeados de tal manera de que queda huella del maltrato. “A veces, les meten alfileres o agujas debajo de las uñas, ese tipo de lesión desaparece en menos de 24 horas. Cuando ellos quieren denunciar, no hay evidencia”.
“En los penales de máxima seguridad, es más grave la situación porque el reo está confinado en su celda 23 horas al día, en encierro absoluto con la luz siempre encendida. Tiene, quizá, derecho a una hora para salir al patio o a estar en el sol”.
Como medidas preventivas de malos tratos el MNPT desarrolló campañas de sensibilización, en las que utilizó 21 mil 163 trípticos, 188 libros y 50 juegos didácticos, según la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
“Las campañas de sensibilización ayudan, pero muy poquito. La Comisión Nacional de Derechos Humanos y la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal las han realizado de manera permanente, tienen visitadores permanentes. No es suficiente”, puntualiza el también maestro en derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Las víctimas de tortura pueden denunciar ante la Comisión de los Derechos Humanos correspondiente. No obstante, instancias como la CDH y la CNDH, sólo emiten recomendaciones. No tienen fuerza como instancia jurisdiccional para hacer cumplir sus resoluciones de manera coercitiva, finaliza el especialista en materia penal.
Jordana González
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