Las derechas conservadoras, de los nuevos fascismos y el capitalismo, han adoptado formas de organización propias de la contracultura de los movimientos de izquierda, coincidieron el historiador del arte Francisco Carballo y José Luis Paredes Pacho, director del Museo Universitario del Chopo. Como ejemplos se encuentran los grupos afines a Donald Trump y a Jair Bolsonaro.
Paredes Pacho, maestro en Historia del Arte por la Universidad Nacional Autónoma de México, explicó que la contracultura es el nombre dado a diversas manifestaciones culturales que pasan por la estética, el estilo de vida, la crítica a la cotidianidad establecida, en el reclamo de cambiar lo existente en el presente y no esperar a que llegue una revolución futura liberadora.
El término hegemonizó lo entendido como rebeldía, nuestra política radical, el arte de ruptura, la literatura de vanguardia, apuntó, por su parte el curador Francisco Carballo.
Para el codirector del Centro de Estudios Poscoloniales de Goldsmiths, perteneciente a la Universidad Londres, lo interesante es que hoy en la actualidad los nuevos fascismos toman la forma “carnivalesca, irreverente e irónica con la que se expresaba políticamente la contracultura y las hacen suyas”.
Es por eso que para el promotor cultural José Luis Paredes “la contracultura hoy parece estar del lado de las derechas”, ejercida desde posturas “retrógradas” en contra de los valores conquistados por los movimientos sociales de izquierda. Pero no desde posturas de un partido de derecha, sino de movimientos organizados de manera parecida a como se expresaban los movimientos contraculturales emblemáticos. El historiador del arte ejemplificó con la toma del Capitolio estadunidense por grupos afines a Donald Trump.
Asimismo, el curador Carballo también señaló al capitalismo de absorber las nuevas formas de participación dadas en las décadas de 1960 y 1970, así como la música popular, la teorización de la sexualidad y el feminismo. Al respecto, dijo: ahora “son commodities que se pueden vender y comprar en el mercado. La izquierda, un poco, perdió la hegemonía de la contracultura. De hecho, la palabra se siente muy poco cercana”.
Además, el también artista Paredes Pacho criticó el término contracultura, ya que implica “ambigüedades” y resulta insuficiente para poder referir a la gran diversidad de activismos estéticos y ciudadanos desde distintos lugares fuera del campo convencional de la política. Por lo que llamó a pensar otros conceptos que abarquen la continuación de movimientos que desde el activismo ciudadano en los espacios públicos reclaman la inclusión de sus estilos de vida diferente: movimientos desde el feminismo, de género y los relacionados con expresiones artísticas.
El director del Museo Universitario del Chopo invitó a la reflexión de la pertinencia del término en cuanto a su exactitud. Además de contemplar a la contracultura desde otras visiones, como la del buen vivir o desde la propuesta de la antropóloga Rita Segato, quien habla de la noción de re-exsitir.
El investigador recordó que la contracultura deriva del estado convencional de la sociedad hegemónica. “En ese sentido, es mejor pensar desde otro lugar”.
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