En México, la población subalimentada asciende a 9 millones de personas, revela el informe Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional de América Latina y el Caribe 2020, elaborado por cinco agencias de la ONU (FAO, FIDA, OPS, WFP y UNICEF).
El nuevo reporte indica que en Venezuela son 9.1 millones de personas en esa condición; en Haití, 5.4 millones; Guatemala, 2.8 millones; Colombia, 2.7 millones; Perú, 2.2 millones; Bolivia, 1.8 millones; y Argentina, 1.7 millones. Éstos “representan en conjunto casi un cuarto de la población con hambre de la región. Es decir, ocho de los 33 países de América Latina y el Caribe concentran aproximadamente el 75 por ciento del total de la población que padece hambre”.
Agrega que la situación en México ha dificultado cumplir la primera meta del Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 –“poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible” –, “debido al aumento de 2.5 puntos porcentuales [3.5 millones de personas] de la población con hambre entre 2013 a 2015 y 2017 a 2019”.
Según las agencias de la ONU, en esos dos trienios (2014-2016 y 2017-2019), en México, la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave pasó del 27.4 al 34.9 por ciento. “Esto representa un aumento de más de 10 millones de personas afectadas y de casi 5 millones en situación de inseguridad alimentaria grave”.
Respecto de los territorios con rezago en el crecimiento de menores de 5 años de edad (por malnutrición que ocasiona retraso en el desarrollo), observa que en el caso mexicano, “las mayores cifras se condensan en el extremo Sur del país, en la zona de los estados de Chiapas (31 por ciento), Guerrero (24 por ciento), Oaxaca (21 por ciento) y Puebla (20 por ciento). Estos porcentajes están muy por encima del nivel de las áreas sin rezago, que en promedio alcanzan porcentajes de retraso del 8.9 por ciento”.
Otra referencia que da sobre el país corresponde a la desnutrición crónica de los menores de 5 años por sobrepeso. La distribución geográfica, indica, se da al Norte de México: Sonora (13.5 por ciento), Chihuahua (13.1 por ciento) y Baja California (11.2 y 13.2 por ciento en la parte Sur), y en la costa atlántica, en especial en la zona que se extiende entre Nuevo León (15.5 por ciento) y Yucatán (13.5 por ciento). Y observa que en las grandes ciudades y las capitales tienden a estar más afectadas, a diferencia de lo que sucede con el retraso en el crecimiento.
Pese al panorama de rezago alimentario que presentan en su análisis, las agencias de la ONU reconocen el esfuerzo del actual gobierno federal por paliar esta situación. En México, indican, se aplica una estrategia de combinar producción de alimentos de subsistencia con producción dirigida a generar renta monetaria; por ejemplo, en el binomio maíz-frijol, que está en la base de los sistemas productivos y alimentarios de la población rural campesina e indígena.
Agregan que el frijol es un producto importante que cultivan más de 570 mil productores de autoconsumo, con variedades nativas en el centro-Sur del país y de producción comercial en el centro-Norte. “El proyecto interinstitucional Riqueza Mexicana para la defensa del consumo del frijol promueve acciones conjuntas para mejorar la vinculación de la ciencia y la tecnología, el cultivo del sistema de la milpa intercalado, la ruta de la milpa y campañas de promoción y difusión encaminadas a incidir en la producción y consumo de frijol.
“Asimismo, la entidad Seguridad Alimentaria Mexicana está pagando precios de garantía a los pequeños productores de frijol y otros granos como maíz blanco, arroz y trigo panificable desde 2019, con el objetivo de incentivar el ingreso de los pequeños productores, para contribuir a mejorar su nivel de vida y aumentar la producción agropecuaria y la autosuficiencia alimentaria, reduciendo las importaciones a través de precios de garantía en granos básicos y en leche. La iniciativa Frijol para México se centra en adoptar nuevas prácticas agrícolas para contribuir al impulso de la productividad del cultivo del frijol, así como a la resiliencia frente al cambio climático, promoviendo así la autosuficiencia alimentaria del país y la reducción de las importaciones. El Proyecto Nacional de Plantas Nativas para la Alimentación y la Agricultura trata de fomentar el desarrollo de las comunidades rurales por medio del rescate y el uso sostenible de cultivos nativos para mejorar su economía, alcanzar la reconversión, la diversificación productiva y la autosuficiencia alimentaria.”
Aunado a ello, destaca que más del 90 por ciento de la población es destinataria de algún tipo de política para su atención sanitaria, pues se instrumentó un seguro de salud gratuito para las personas de los quintiles más bajos; y que el gobierno está “tomando cada vez más medidas para reducir el consumo de alimentos poco saludables, exigiendo el etiquetado frontal para alertar sobre el contenido de nutrientes de los alimentos, incluidos los destinados a los niños y las niñas”.
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