La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) advirtió que en 2017 la inversión extranjera directa (IED) cayó por tercer año consecutivo en toda la región, al registrar 3.6 por ciento menos que el año anterior, y 20 por ciento más bajo de lo que se registró en 2011.
Por ello, hizo un llamado a los gobiernos del Continente Americano para que incentiven la IED y promuevan un cambio en la estructura productiva de los países para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda de 2030.
El informe La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2018, presentado en conferencia de prensa por la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcenas, reveló que la caída en la inversión extranjera directa se dio a pesar de la elevada liquidez internacional, los beneficios de grandes empresas y el dinamismo de los mercados financieros.
Ante esto, la secretaria ejecutiva exhortó a los gobiernos americanos a promover sectores como el de energías renovables, telecomunicaciones y fabricación de automóviles, ya que “son ejemplos de cómo la inversión extranjera directa puede contribuir a diversificar la estructura productiva de los países, mejorar las capacidades locales, crear empleo de calidad y generar encadenamientos con proveedores locales y regionales”.
Según el informe, las principales fuentes de IED fueron la Unión Europea en América del Sur y Estados Unidos en México y Centroamérica. En este sentido, destacaron las inversiones, cada vez mayores, en el sector automotriz en México y Brasil; y las manufacturas y los servicios para la exportación en Centroamérica y República Dominicana.
Sin embargo, Bárcenas advirtió que esos casos de éxito aún son insuficientes para conseguir una trasformación productiva en la región. Asimismo, explicó que las tendencias económicas globales apuntan hacia la estabilidad “y para 2018 no se prevé un cambio de escenario”, por lo que las entradas de IED a la región permanecerán estables respecto a 2017, “con un margen de error del 2 por ciento”.
Por último, Bárcenas recalcó que no se trata simplemente de crear condiciones para que llegue capital extranjero, sino que “los capitales deben volverse fuentes generadoras de tecnología, productividad e innovación”, lo que apuntaría hacia un crecimiento económico inclusivo y sostenible. “Para América Latina y el Caribe sería importante aprovechar las lecciones aprendidas para atraer IED” y así generar capacidades locales de empleo.
Karen Ballesteros
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