En el Distrito Federal, en materia de derechos humanos, nos encontramos con claroscuros: hay cosas positivas y avances significativos en el reconocimiento y protección de los derechos humanos, pero también, retrocesos, incongruencias y violaciones. Nos parece importante señalar lo bueno y lo malo de 2010. Por ello, con el apoyo de Ana Luisa Nerio Monroy, colaboradora del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, OP, AC, hemos desarrollado una breve lista de temas que requieren mayor reflexión, pero que deberán estar en nuestra mira para contribuir a que se respeten plenamente los derechos humanos en esta ciudad.
1) Lo bueno: el Programa de Derechos Humanos del Distrito Federal (PDHDF). Este proceso, único en el mundo, acompañado por la Oficina en México de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, inició en 2008. En él, las necesidades y problemas del Diagnóstico de derechos humanos del Distrito Federal se transforman en más de 2 mil 400 líneas de acción que, en conjunto, buscan delinear las políticas públicas de la ciudad bajo una perspectiva de derechos humanos. Estas líneas de acción señalan obligaciones para los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial locales. En este proceso, la participación de actores gubernamentales, organizaciones de la sociedad civil y de representantes del sector académico ha sido pieza clave para lograr avances y resultados. El PDHDF es una herramienta para la exigibilidad de los derechos humanos y hay cierto compromiso por parte de los diferentes entes públicos en su cumplimiento.
Lo malo: dado que el PDHDF es un ejercicio inédito, existen varios errores y problemas en su diseño. Hay líneas de acción demasiado amplias, algunas están mal redactadas o son confusas; otras fueron adjudicadas equivocadamente a ciertas dependencias. Hay un claro problema de difusión de los contenidos e importancia del PDHDF entre las y los servidores públicos y la población del Distrito Federal. Durante esta etapa del proceso, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) estuvo ausente y sólo participaba en eventos a los que asistían los medios de comunicación. Por su parte, el Gobierno del Distrito Federal ha dado muestras de voluntad política para avanzar en materia de derechos humanos, pero existen aún graves violaciones e incongruencias, como en el caso de la Supervía Poniente, proyecto que ha generado inconformidad entre la población de La Malinche. Se acusa al Gobierno del Distrito Federal de no haber consultado a la población sobre este proyecto, sobre el daño ecológico que se podría causar y sobre la falta de información de los contratos y las expropiaciones. El gobierno capitalino se ha rehusado a dialogar y negociar con los afectados. Ante las violaciones a los derechos humanos que se presentan, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal ya emitió una recomendación que varias organizaciones civiles y sociales hemos decidido apoyar.
2) Lo bueno: el Mecanismo de Seguimiento y Evaluación del Programa de Derechos Humanos del Distrito Federal. Se creó un mecanismo en donde un comité coordinador, con participación de los tres poderes, así como de representantes de las organizaciones civiles y del sector académico, cuenta con atribuciones para mandatar a un equipo técnico operativo (ETO) para realizar tareas de seguimiento al desarrollo del programa y la evaluación de estas acciones. Asimismo, se generaron espacios de participación para involucrar más a la sociedad civil en el seguimiento al desarrollo del PDHDF. La V Asamblea Legislativa, por medio de su Comisión de Derechos Humanos, ha tenido una participación activa y comprometida con el PDHDF y su mecanismo.
Lo malo: continuamos aprendiendo sobre la marcha. Se ha constatado que fuimos de la elaboración del programa a su evaluación sin haber dado el paso intermedio del desarrollo. El ETO no ha dado todos los resultados esperados; dentro del Mecanismo de Seguimiento y Evaluación del Programa de Derechos Humanos, se ha cuestionado su configuración (algunos opinan que tiene una estructura muy amplia que no se justifica, pues varias actividades las están realizando por medio de consultorías externas), funciones y efectividad. Por su parte, la ALDF ha hecho esfuerzos por sacar adelante las iniciativas que le señala el PDHDF, enfrentándose a la resistencia de algunos partidos políticos o las pugnas entre fracciones de un mismo partido.
3) Lo bueno: la Ley del Programa de Derechos Humanos del Distrito Federal. Ésta es una recomendación que viene desde el Diagnóstico de derechos humanos y busca que el programa y su mecanismo sean una política pública que trascienda en el tiempo a un gobierno. Se busca que el mecanismo se convierta en una institución con cierta autonomía y presupuesto para seguir funcionando.
Lo malo: originalmente se esperaba poder realizar una ley de derechos humanos para el Distrito Federal, es decir un catálogo de derechos humanos. Esto no fue posible porque el Distrito Federal no es una entidad autónoma y, por lo tanto, tiene limitadas atribuciones y competencias para legislar en esta materia. Se logró un gran avance al impulsar la creación del mecanismo por ley y, con ello, que el programa sea transexenal, para orientar las políticas públicas del Distrito Federal con perspectiva de derechos humanos. En la creación de la ley, se presentaron algunos problemas de comunicación para que, dentro del Comité del Mecanismo, se revisaran en tiempo y forma sus contenidos. Una vez acordados éstos, también hubo que enfrentar la reacción de la bancada panista de la Comisión de Derechos Humanos de la ALDF, que en plena sesión del dictamen se levantó de la mesa. Finalmente, se convocó a un segundo dictamen. Estamos en espera de su aprobación en el pleno del órgano legislativo local.
4) Lo bueno: existe el Consejo para Prevenir y Erradicar la Discriminación del Distrito Federal (Copred), que busca orientar las políticas públicas de esta entidad en materia de no discriminación. El Copred cuenta con un grupo de trabajo que apoya las tareas de los consejeros y que, durante 2010, concluyó la elaboración de una nueva ley para prevenir y eliminar la discriminación en el Distrito Federal, que fue aprobada en el pleno de la ALDF en diciembre de 2010; también da al Copred la figura de organismo descentralizado y sectorizado de la Secretaría de Desarrollo Social. Esta nueva ley está sustancialmente mejorada en cuanto a su contenido: se transversaliza el lenguaje de género, se reconocen más grupos de población discriminados y se logra que los consejeros ciudadanos tengan, además de voz, voto.
Lo malo: en la creación de la ley hubo algunos malentendidos y falta de comunicación entre los miembros del Copred y la ALDF, lo que finalmente no obstaculizó el proceso de presentación y aprobación, pero sí dejó la sensación de que un trabajo de tres años no había sido plenamente reconocido. Por otra parte, la ley aún no entra en vigor y deberemos estar muy pendientes de cómo se da la transición entre el actual y el nuevo consejo. Si bien no pareciera del todo malo que el Copred quede sectorizado de la Secretaría de Desarrollo Social, preocupa que, en los años de vida del consejo aún vigente, también dependiente de esta misma Secretaría, el trabajo no haya sido constante, sistemático y bien planeado.
Sin duda, faltan muchos otros temas, como el acceso a la justicia, la impunidad, la seguridad pública y los derechos económicos y sociales que no fueron abordados aquí. Sin embargo, queremos resaltar la importancia de estar pendientes de lo que pasa en el Distrito Federal y trabajar arduamente para que el balance de 2011 sea mucho mejor.
*Filósofo, sociólogo y teólogo; director del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, OP, AC
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