París, Francia. Este país vivió un 2018 marcado por las sucesivas reformas sociales y económicas impulsadas por el gobierno, que en su mayoría fueron acogidas con indignación y rechazo por una parte importante de la población.
Desde la reforma ferroviaria hasta el aumento del impuesto de la contribución social generalizada, desde las transformaciones para el ingreso a la universidad hasta los amplios recortes del gasto público (con la consiguiente disminución de personal), casi todos los cambios promovidos por el presidente Emmanuel Macron generaron malestar entre los ciudadanos.
En consecuencia, el país vivió una primavera agitada en la cual convergieron numerosas huelgas, justo cuando se conmemoró el aniversario 50 del legendario Mayo de 68, aquel movimiento de protesta social que trastocó la vida del país y tuvo además una influencia notable en Europa y a nivel internacional.
En esos días las universidades se bloquearon, las fábricas detuvieron la producción, y millones de estudiantes, obreros, sindicalistas y militantes salieron a las calles para reclamar un país diferente, un mundo mejor sin guerras como la de Vietnam, que por entonces mantenía en vilo a la comunidad internacional.
Muchos de aquellos jóvenes son hoy jubilados que volvieron a salir a las calles para protestar por las medidas de tendencia neoliberal del Ejecutivo encabezado por Macron.
Como ocurrió en 1968, las facultades de todo el país amanecieron muchas veces bloqueadas y, en la periferia de París, la universidad de Nanterre se reveló nuevamente como uno de los epicentros de la acción.
“Todo comenzó desde el fin de 2017. Los guardianes de prisión, el personal de Air France y los estudiantes ya estaban haciendo huelgas. En mi opinión, esto va a durar meses”, comentó el profesor de historia política Stéphane Sirot, en medio de las movilizaciones.
De acuerdo con el especialista, “las condiciones están reunidas para que haya una multiplicación de las manifestaciones”.
El 19 de abril, la Confederación General del Trabajo convocó a una manifestación nacional inter-profesional, dirigida a impulsar la convergencia de luchas, y decenas de miles de franceses salieron a las calles en 130 ciudades y pueblos del país bajo un lema: “para detener la regresión social: todas y todos a la acción”.
El mes de mayo comenzó con una agitada movilización a nivel nacional por el Día Internacional del Trabajo, y las acciones se multiplicaron semana a semana con la participación de obreros, profesionales, jubilados y estudiantes.
A ello se sumó la protesta contra la reforma de la Sociedad Nacional de Ferrocarriles, que implicó paros en 2 de cada 5 días, desde abril hasta junio, lo que generó pérdidas a la compañía por un valor estimado de 790 millones de euros.
En la primavera también se desarrolló una huelga por reclamos salariales en la compañía Air France que llevó a la dimisión del entonces presidente Jean-Marc Janaillac, y tuvo un costo de 350 millones de euros.
Otra reforma gubernamental que generó un férreo rechazo fue el recorte de presupuesto y de personal para el sector público, ante lo cual reaccionaron indignados los médicos, maestros, funcionarios y demás empleados.
Por su parte, los estudiantes se movilizaron contra la reforma del acceso a la educación superior: numerosas universidades y facultades se mantuvieron bloqueadas mientras los jóvenes denunciaron que los cambios implicarían una entrada selectiva y elitista que afectaría a los alumnos de las clases más populares.
El movimiento llegó incluso al Instituto de Estudios Políticos de París (Science Po), uno de los más prestigiosos centros universitarios de Francia, donde los estudiantes colgaron pancartas con frases como: “fin a la dictadura macronista” y “Macron, tu universidad está bloqueada”.
Tras la agitada primavera, los ciudadanos volvieron a las calles en octubre con una nueva movilización, que incluyó unas 200 acciones a nivel nacional.
Los organizadores indicaron que fue “una jornada de huelga interprofesional y estudiantil” para condenar “una explosión de las desigualdades y la ruptura de los derechos colectivos”.
En los últimos meses del año, los diversos partidos de oposición concentran fuerzas en prepararse para las venideras elecciones europeas previstas en mayo de 2019, la primera cita en urnas después de los comicios presidenciales y legislativos de 2017.
Los analistas consideran que esos escrutinios serán una prueba de fuego para Macron, pues permitirán tomar el pulso a la opinión pública tras 2 años de gestión.
Por el momento, los vaticinios no son los mejores para el presidente, cuya popularidad ha mantenido durante todo el año una incesante tendencia a la baja.
Los más recientes sondeos coinciden en que la confianza ciudadana en el jefe de Estado ni siquiera llega al 30 por ciento, mientras la impopularidad ronda el 70 por ciento.
En cuanto a las encuestas sobre intenciones de voto en los comicios europeos, los resultados también lanzan alertas al movimiento gubernamental La República En Marcha. Varias consultas pronostican que la formación de Macron ya no será la más votada, y estará superada por la ultraderechista Reagrupación Nacional, de Marine Le Pen.
Luisa María González/Prensa Latina
[OPINIÓN][ARTÍCULO]
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