El Día del Maestro se celebró este año con el rancio esquema corporativo vigente desde hace más de ocho décadas. Tal fecha sirvió para reafirmar la vieja alianza entre el sindicato que dirige Elba Esther Gordillo y el gobierno federal en turno. Este pacto ha posibilitado el deterioro de la educación en México y que el magisterio se haya convertido en un aparato político-electoral al servicio de la oligarquía. No es casual, en consecuencia, que los niveles de la educación en el país sean de los más bajos entre las naciones del subcontinente y los peores dentro de los países que integran la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos.
Así se constata en los hechos el incumplimiento de otra de las promesas de campaña de Felipe Calderón, quien se comprometió a combatir a las organizaciones sindicales corruptas amparadas en prácticas corporativas. Vemos que ha sucedido todo lo contrario, pues el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) tiene más fuerza que nunca gracias al irrestricto apoyo que le ha brindado el presidenFuente Contralínea 235 / 29 de mayo de 2011te.
Sin importar que, desde hace varias semanas, la maestra Gordillo ha estado más atenta al futuro de su partido político, mediante el fortalecimiento de su alianza con el Partido Revolucionario Institucional, ésta aprovechó la ceremonia conmemorativa del Día del Maestro para hacer gala de sus dotes de maquiavelismo ramplón ante un Calderón eufórico por las muestras de solidaridad de la maestra a su “gobierno”. De acuerdo con los intercambios de elogios, es claro que no hay signos de rompimiento en la alianza corporativa entre el SNTE y el grupo en el poder.
Al contrario, mientras la señora Gordillo no lo crea conveniente a sus intereses, seguirá manteniendo vínculos firmes con Calderón, sin dejar por ello de buscar reacomodos con el priismo que le permitan aspirar a una supervivencia por encima de consideraciones éticas y de cualquier otra índole. Al fin y al cabo, tiene la fuerza suficiente, que emana de su poderío económico y ausencia de escrúpulos, para tener de rehenes al propio Calderón y a quien funge como secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, pero que, en realidad, no es más que un empleado de lujo de la dirigente.
De ahí el imperativo de que se busquen salidas de fondo a una situación inaceptable, soluciones que tienen que partir de las organizaciones sociales y del propio magisterio, unificado en torno al gran objetivo de acabar con la mafia que encabeza la dirigente. Bajo esta perspectiva, es saludable, pero aún insuficiente, la campaña que puso en marcha la Coalición Ciudadana por la Educación (CCE), con el lema “¿Tú le crees a Elba Esther? Yo tampoco. Que devuelva lo que no es suyo”. Sin acciones políticas que involucren a la sociedad, nada se habrá de conseguir, dada la enorme influencia del SNTE sobre Calderón.
El propio inquilino de Los Pinos así lo hizo constar al puntualizar: “Celebro que el SNTE y el gobierno vayamos juntos”. ¿Juntos hacia dónde? Sin duda, hacia el fortalecimiento, mientras se pueda, de un contubernio nefasto que hace un grave daño al país, pues obedece al afán de apuntalar intereses políticos ultrarreaccionarios, mientras que la prioridad fundamental de México en esta hora, el fortalecimiento del sistema educativo, queda rezagado como lo demuestra la terca realidad. Por eso la importancia de “reivindicar el carácter público de la educación y eliminar los arreglos políticos y favores electorales con los cuales la señora Gordillo impone el nombramiento de secretario y subsecretarios en el ramo y otras dependencias”, afirma la CCE.
Es motivo de esperanza que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación siga creciendo, lenta pero firmemente, pues ha evitado ser liquidada como desde su fundación ha querido la maestra Gordillo. La marcha que realizaron miles de sus miembros, desde la Escuela Normal de Maestros al Zócalo, demostró la reciedumbre de esta organización disidente. Al finalizar la marcha, se hizo un “juicio político” a la maestra Gordillo por su caudal de acciones dolosas y criminales contra el sistema educativo y la carrera magisterial, con una serie de acusaciones que fueron ampliamente analizadas y probadas.
Sin embargo, en los hechos sigue en pie la principal organización corporativa del país, una vergüenza para los mexicanos porque mantiene vivos procedimientos y lastres que surgieron hace más de 80 años, cuando México necesitaba del corporativismo para apuntalar al Estado. Hoy, el SNTE, al igual que el sindicato petrolero, es la imagen de un pasado que se mantiene gracias al interés de la oligarquía en frenar avances democráticos, por mínimos que sean. Para eso tiene en Los Pinos a empleados obedientes y confiables.
*Periodista
Fuente Contralínea 235 / 29 de mayo de 2011
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