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Adiós al rebelde Mohammed Ali

Publicado por
Adalberto Ruiz Mojica*

Nacido con el nombre de Cassius Marcellus Clay júnior el 17 de enero de 1942, en Louisville Kentucky, Estados Unidos, debutó el 29 de octubre de 1960 con 1.91 metros de estatura y 102 kilogramos de peso. Su retiro fue el 11 de octubre de 1981.

Con gran ingenio, talento, impresionante habilidad pugilística, la rapidez de un peso ligero, agudeza y audacia, sorprendió, emocionó e impactó al mundo del boxeo durante muchas décadas; pero también impactó en la política, sociedad y religión de su tiempo. Su apoyo a la raza negra en todos los rincones del mundo, su audacia y un talento boxístico único lo convirtieron en un parteaguas en el mundo deportivo: existe un antes y un después de Mohammed Ali.

 “Soy el más grande”, dijo muchas veces y muy pocos se atrevieron a contradecirle. Le dio la espalda a la sociedad blanca al adoptar la religión musulmana y cambiar su nombre de esclavo: Cassius Marcellus Clay Júnior por el de Mohammed Ali en 1964.

El 28 de abril de 1967 fue despojado de su título mundial de peso completo por negarse a ir a la guerra de Vietnam y en 1971 el tribunal supremo de Estados Unidos le revocó la condena, permaneció 3 años y medio castigado por desafiar al país más poderoso del mundo, como lo hicieron Gandhi y Mandela con los ingleses. Permaneció sus 25, 26, 27 y 28 años de edad sin pelear, es decir en el apogeo de su vida boxística.

Ali decía, “lo que sufrí físicamente valió todo lo que he logrado en la vida”. “Un hombre que no tiene el coraje de arriesgarse no logra nada en la vida”.

Fue el pionero en la mercadotecnia del boxeo, el mejor publicista, el provocador, intimidaba y amenazaba a sus oponentes antes de cada pelea. Era un boxeador diferente que combinaba su gran elegancia de piernas, movimientos de cintura, cabeza, brazos, etcétera: un espectáculo de ballet sobre el ring.

Simplemente verlo sobre el cuadrilátero ya era un gran espectáculo, aun sin lanzar sus mortíferas y veloces combinaciones de golpes. Era impactante su superioridad boxística apaleando a sus rivales con sorprendente facilidad, siendo éstos los mejores boxeadores de su época. No era estrictamente un político, posiblemente activista en pro de las causas nobles; su influencia fuera del ring supero a cualquier deportista. El gran impacto de sus gesticulaciones, su conversión al islam, su rechazo a combatir a Vietnam, es comparable a los discursos de Luther King y Malcom X, o las manifestaciones masivas contra la guerra: fue un espejo muy incómodo y preciso para el gobierno de Estados Unidos. Fue una figura de enorme influencia social para su generación, en la política y en las luchas sociales humanitarias a favor de los afroamericanos y del islam.

Vertía e intimidaba a sus oponentes con opiniones irreverentes y acertaba sus pronósticos del round en que los noquearía. Se declaró objeto de conciencia pese a su rechazo a los defensores nacionalistas estadunidenses.  Tenía una extraordinaria fe en sí mismo, una gran autoestima, siempre encontraba eco en los discriminados por su color y lugar de origen. Ali, pronto se convirtió en un ejemplo de orgullo para la mayoría de los afroamericanos por su lucha a favor de sus derechos civiles.

En 1964, en sus viajes a Ghana y Egipto, donde era recibido por grandes multitudes, se dio cuenta del alcance de su fama y el gran impacto que causaba entre los desfavorecidos y marginados. Se integró al sufismo (espiritualidad islámica, purificación del alma) y tomó una actitud más espiritual encausada al altruismo. Cuando sucedieron los atentados terroristas del 11 de Septiembre del 2001 participó en recaudación de fondos para las víctimas de los actos terroristas.

Su conducta y personalidad era inédita para un afroamericano, se convirtió en un símbolo de resistencia del afroamericano contra el racismo. Su figura terminó trascendiendo a cualquier tipo de prejuicio.

Tras su victoria en Zaire sobre Foreman, Gerlad Ford lo invitó a la Casa Blanca, asimismo visitó a Nelson Mandela recién salido de prisión.

Terminada su carrera boxística Ali realizo incesante labor humanitaria y benéfica en favor de todo tipo de causas en pro de los desamparados. En 1990 viajó a Irak para intervenir en la liberación de rehenes. En 1998 fue designado mensajero de la paz por parte de la Organización de las Naciones Unidas, que le reconocieron como “un importante agente humanitario en el mundo del desarrollo”.

Ali fue una celebridad mundial, por sus atrevidas opiniones sobre los temas más polémicos y trascendentes de su tiempo, como: racismo, religión y política. Se le consideraba un atleta admirado respetado y ejemplar, de gran inteligencia, personalidad y convicción.

Uno de los momentos memorables de la vida de Ali fue su designación por el Comité Olímpico Internacional para encender el pebetero olímpico en la inauguración de Atlanta en 1996. En esos mismos juegos su medalla olímpica que gano en Roma en 1960 le fue reemplazada. Circuló la leyenda que dicha medalla la había lanzado al rio Ohio en protesta por no haber sido atendido en un restaurante de Kentucky por su color de piel.

Probablemente Ali debió retirarse en 1978 y no el 11 de Septiembre de 1981 cuando perdió por decisión con Trevor Berbick cuando tenía 41 años de edad. Fueron innecesarias las cuatro peleas que sostuvo en ese periodo. Durante sus primeras 30 peleas invicto pronosticaba el round que noquearía a sus rivales y lo cumplía.

Ali decía:

“Cassius Clay es el nombre de un esclavo, no lo escogí, no lo quería; yo soy Mohammed Ali”.

 “No voy a recorrer 10 mil kilómetros para ayudar a asesinar a un país pobre, simplemente para continuar la dominación de los blancos contra los esclavos negros.”

“Yo no divido al mundo entre hombres modestos y arrogantes. Divido al mundo entre los hombres que mienten y los que dicen la verdad.”

En 1987 Ali dijo: “Dios me dio la enfermedad de Parkinson para demostrarme que era un hombre como los demás, que tenía debilidades como todo el mundo; es todo lo que soy, un hombre”.

Mohammed Ali: Un hombre extraordinario nacido en un país racista; un hombre que creo su propia identidad; un hombre audaz y libre. Murió el pasado 3 de junio.

Adalberto Ruiz Mojica*

*Arquitecto

 [BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ARTÍCULO]

Contralínea 492 / del 13 al 18 de Junio 2016

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