De forma airada, el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer, amenazó a los maestros disidentes antes y después de la jornada de resistencia y rechazo a las reformas estructurales, convocada por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación para el pasado 12 de octubre. El precio por participar en ésta fue de 1 día de descuento salarial. Pero si los maestros faltan tres veces a clases al mes, los correrá definitivamente.
Con ese recurso, los profesores deben cubrir no sólo la manutención de ellos y sus familias, sino también los gastos de transportación hacia sus lugares de trabajo, generalmente apartados de su residencia.
Algo que, por supuesto, al secretario Nuño no le importa, pues en vez de estar gestionando mejores condiciones laborales para el magisterio le impone normas punitivas que, en el fondo, buscan privatizar la educación básica y media básica.
Y quizá al secretario esto no le importe porque su sueldo está bastante lejos de obligarlo a enfrentar las penurias que pasa un maestro rural: sus percepciones netas mensuales ascienden a 140 mil pesos; es decir, 4 mil 666 pesos al día, monto que supera el sueldo quincenal promedio de un maestro rural.
Aunado a ello, desde el pasado 27 de agosto –cuando asumió el cargo– Nuño Mayer disfruta las siguientes prestaciones económicas: prima vacacional dos veces al año, por 47 mil pesos; prima de antigüedad quinquenal; aguinaldo; pagas de defunción; ayuda para despensa (465 pesos mensuales); apoyo económico para gastos de su vehículo en el desempeño de sus funciones, y equipo de telefonía celular con cargo al erario.
Además, si el secretario enferma puede ir a los mejores hospitales privados, pues cuenta con seguro de gastos médicos con cargo al erario. También se le paga con los impuestos de los mexicanos un seguro institucional (equivalente a 40 meses de sueldo base y compensación garantizada: 5 millones 600 mil pesos), uno colectivo de retiro (por 25 mil pesos), y uno por separación individualizado.
Así mientras que a Nuño Mayer el erario le paga hasta la gasolina para que ande en su automóvil de lujo por la ciudad, los maestros rurales tienen que pagar de su propio sueldo sus pasajes. Y mientras el profesor rural se atiende en clínicas que no tienen ni medicinas, el secretario tiene plenamente garantizado su derecho a la salud. Así las cosas en la Secretaría de Educación Pública.
Nancy Flores*
*Periodista
[BLOQUE: OPINIÓN] [SECCIÓN: AGENDA DE LA CORRUPCIÓN]
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