Caracas, Venezuela. Desde su instalación el 4 de agosto, la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) infundió la paz a Venezuela, tras un cruento asedio por parte de la ultraderecha nacional que integra la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) contra la institucionalidad del país.
Luego de los comicios, que contó con la participación de más de 8 millones de personas, la calma se volvió real en un país que resistió durante más de 125 días una operación desestabilizadora, con el objetivo de derrocar al gobierno bolivariano democráticamente electo.
Aun con la asesoría de Estados Unidos y el apoyo de varios gobiernos de América Latina y Europa, la estrategia opositora resultó derrotada en gran medida por su propio concepto de terror.
Reavivó la conciencia patriótica del pueblo venezolano obstinado por las muertes de más de 170 personas, los miles de heridos, así como los daños y vandalismos a centros del Estado y a comercios privados, que generaban las convocatorias de calle de la oposición.
Sin embargo, el incremento de las sanciones de Estados Unidos y del discurso político internacional contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro, muestran que la guerra contra la nación sudamericana entró en una nueva fase en la cual no se descarta la agresión armada a través de la frontera entre Venezuela y Colombia.
Recientemente, el mandatario venezolano advirtió sobre una probable provocación en la frontera con Colombia con la creación de falsos positivos, por lo que urgió a garantizar el máximo cumplimiento de las órdenes, leyes, reglamentos militares de funcionamiento preventivo en todo lo largo y ancho de la zona limítrofe entre los dos países.
Asimismo, precisó que Washington utiliza a las mafias colombianas para desarrollar métodos de desestabilización a la vida social, política y económica contra la patria del Libertador Simón Bolívar.
De igual modo, apuntó que el gobierno bolivariano siempre tuvo conciencia sobre cómo repercutiría en Venezuela la negociación para la paz entre el Ejecutivo de Bogotá y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), y posteriormente con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), bien necesaria para la reconciliación de los hermanos colombianos.
“El Pentágono y el Ministerio de la Defensa de Colombia venían trabajando los modelos postconflictos […], para iniciar la preparación de una fuerza militar colombiana, para venir a una guerra con Venezuela”, sentenció.
Las referidas afirmaciones del jefe del Estado bolivariano cobraron vida con las acusaciones del gobernador del departamento colombiano de La Guajira, Weildler Guerra, sobre una supuesta incursión en ese territorio neogranadino de efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB).
Ni siquiera por canales oficiales, sólo por medio de la red social Twitter, una de las que se mantiene en la avanzada de la matriz de opinión distorsionada sobre la realidad venezolana, Guerra se convirtió en la vía para la instalación del falso positivo que necesita la derecha internacional con vista a justificar la agresión a Venezuela, dado el fracaso de la incursión de la oposición nacional.
Dicha estrategia no causó sorpresa en analistas, como el internacional Basem Tajaldine y la periodista colombo-venezolana María Fernanda Barreto, quienes ratificaron a Prensa Latina las pretensiones de Washington de utilizar en la invasión al ejército colombiano, el cual tiene una preparación en la guerra de guerrillas de más de 50 años.
Para Tajaldine, Colombia es el brazo armado ideal para hacer efectivo el denominado plan Balboa por las características de la frontera que divide a los dos países y por las numerosas bases militares estadunidenses que existen en su territorio, las cuales pueden servir de apoyo a los militares.
Sin embargo, afirmó, para su efectividad, Washington apuesta por un acto de traición dentro de las filas de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), lo cual no consiguen para llevar a cabo su proyecto intervencionista.
Recordó que, durante el mandato del comandante Hugo Chávez, el expresidente colombiano Álvaro Uribe, reconocido por el Senado estadunidense como el capo 82 por los vínculos con el narcotráfico, confirmó sus intenciones de atacar las vecinas tierras venezolanas.
Asimismo, explicó que ese plan lo dibujó un oficial de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y que consistía en una operación militar para la toma de la región de Zulia, Barinas y otros estados fronterizos venezolanos con la excusa de un presunto cordón humanitario.
Posteriormente avanzar con el ejército de Colombia, como fiel vasallo de Estados Unidos, y de la OTAN para reforzar la embestida con la toma del Distrito Capital, indicó Tajaldine.
Al respecto, Barreto apuntó que, aun cuando se niega una vinculación directa de Colombia con la OTAN, pues no ha sido aprobada por las cámaras de ese país, resulta determinante y pública la asesoría de esa organización y la de Estados Unidos en la nueva doctrina militar de las tropas colombianas como ejército subrogado.
De igual modo, consideró que las confrontaciones de Estados Unidos en varios países en los últimos periodos, así como la que enfrenta en Siria y su conflicto con la República Popular Democrática de Corea, le restan capacidad a la Casa Blanca para ir directamente contra Venezuela.
“Además, Rusia y China manifestaron su apoyo irrestricto a la Revolución Bolivariana”.
Por eso, afirmó, Colombia se convirtió en su candidato ideal, pues el proceso de pacificación con las FARC-EP, como lo denomina el gobierno colombiano, ha dejado cesante a un ejército bien preparado para la guerra convencional. “Exhortarle al ejército colombiano a que asuma ese conflicto, le permite a Estados Unidos una intervención indirecta la cual es mucho más viable”.
No obstante, Barreto sopesó que el mandatario Juan Manuel Santos se ha estado negando al pedido de Washington, pese al chantaje con el retiro de los millonarios fondos para la lucha contra el narcotráfico, entre otras preferencias. Y esa negativa de Santos a la confrontación directa es la que hace que se implementen otras estrategias como los falsos positivos, hasta obligar a Santos a tomar una decisión en ese sentido.
En los próximos días los conflictos aumentarán en la frontera, la derecha internacional arreciará los ataques en el área diplomática, al igual que la penetración paramilitar a territorio venezolano desde suelo colombiano.
Sin dudas van a venir más presiones económicas, pero estas tienen un límite debido a los propios intereses de Estados Unidos y de la oligarquía colombiana en Venezuela.
Los venezolanos ganaron una batalla importantísima al alcanzar la paz con la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), pero la presión no va a terminar mientras prosiga la contradicción histórica entre el socialismo y el capitalismo.
“Esa guerra no va a terminar hasta que no caiga uno de los dos sistemas: o la revolución bolivariana se rinde, o el capitalismo definitivamente fracase y ya no tenga más viabilidad. Pero tampoco hay dudas de que nosotros los revolucionarios hemos sabido resistir”, sentenció Barreto.
Livia Rodríguez Delis/Prensa Latina
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ARTÍCULO]
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