Una de las políticas públicas que no funcionan en nuestro país es la actividad preventiva, persecutoria e impartición de la justicia por parte de policías, ministerios públicos y tribunales. Consumadas las agresiones, amenazas y homicidios, por lo general los funcionarios hacen esperar por horas a los quejosos en las oficinas administrativas, levantan las actas… y las mandan al archivo, salvo que haya de por medio sobornos para aceitar la maquinaria burocrática, o el asunto sea motivo de un escándalo que obliga a esos funcionarios a tomar cartas del caso. Sobreviven los mexicanos a ese drama social en la peor inseguridad por toda clase de delincuentes, ladrones en los poderes públicos y empresarios de igual calaña. La impunidad y la corrupción los cría y ellos se juntan para cometer sus actos criminales.
Otro caso es el del reportero gráfico del diario El Debate José Ángel Zamudio Aguirre, a quien el subdirector de policía de la capital de Sinaloa, ordenó detener. Y esposado fue llevado ante el ministerio público acusado… ¡de cumplir con su trabajo de reportero! (Javier Cabrera, El Universal, 10 de febrero de 2017). El funcionario de marras no entiende que los reporteros han de cubrir la información, y más si como en este caso el periodista se acreditó. Es cierto que el presidente municipal de Culiacán suspendió al arbitrario policía. Pero ésta es una sistemática actitud autoritaria e irracional de quienes abusan y cumplen sus amenazas hasta llegar a los homicidios.
Y el tercer y más reciente caso fue cuando el apodado Bronco recetó a los periodistas que le preguntaron si un narcotraficante, alias el Cochi, habría infiltrado a las corporaciones policiacas, revirándoles éste con un contundente: “Si ustedes no me dicen la fuente yo no les daré respuesta de nada, hasta que me digan quién se los dijo. Lo que voy a pedir a los diputados (aquí la amenaza a la Trump) que hagan una ley para que los medios de comunicación den a conocer quién les filtra los datos”. Es el periodista-corresponsal Erick Muñiz quien ha informado del Trump de Nuevo León (La Jornada, 9 de febrero de 2017).
Jaime Rodríguez Calderón se dejó el sobrenombre del Bronco porque supuestamente a su carácter, añadía su inconformidad, digamos, política, aunque de individuo leído, estudiado y de experiencia política nada tiene, salvo que un día, montado en su caballo, sombrero medio estilo texano, muy bragado se fue por la libre como candidato independiente para gobernador de Nuevo León. Y que de serlo solucionaría los problemas de la inseguridad, la anarquía en las cárceles, consignaría al exdesgobernador Medina y Nuevo León tendría un buen gobierno. Pero todo se quedó en promesas, pues hoy anda muy ocupado en irse nuevamente por la libre como candidato presidencial compitiendo con Jorge G Castañeda, Miguel Ángel Mancera, Eruviel Ávila, Manuel Velasco y hasta Osorio Chong, si Videgaray es impuesto como candidato del PRI de Peña por la mancuerna Trump y su yerno Jared Kushner (el caballo israelita en Washington). El Bronco, pues, está entretenido en renunciar a la gubernatura o solicitar una licencia, al igual que Mancera quien ya tiene listo a uno de los hermanos Serna para que lo sustituya, para ir por esa candidatura presidencial.
No dudamos que Rodríguez Calderón, otra vez montado en su macho y vestido a la norteña se embarque en esa aventura electorera, a sabiendas de que ya no es atractivo, por su mal desempeño como gobernador de Nuevo León, donde se ha puesto como Trump con la prensa. Y con los periodistas que buscan información y la publican. Y no cabe duda que el mal ejemplo cunde y el desgobernador de marras agregó que ya no dará más información. Y aunque luego se desdijo sobre la ley mordaza, no es de dudarse que “el bronco”, con su mal carácter y sus poses autoritarias, ordene a sus legisladores que prohíban la libertad de prensa.
Así que como un Trump a la mexicana, el señor Rodríguez Calderón ya sentenció que no comprará periódicos… “que se jodan”. Como sea que se vea, el Bronco se ha puesto bronco contra los derechos de libertades para buscar y dar información. Y criticar a los déspotas como él, que de llegar a Los Pinos –lo cual es más que dudoso–, sería el Trump encabritado –y no por comer tanto cabrito–, contra los reporteros que realizan preguntas, según la base de su oficio. Sacó, pues, el desgobernador su hacha de censura previa, puesto que no dará información. Y que los reporteros dejen de utilizar el secreto profesional sobre sus fuentes. Está más que Trump el señor Rodríguez Calderón, quien se ha puesto bronco contra la Constitución de Nuevo León y de los Estados Unidos Mexicanos.
Álvaro Cepeda Neri
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: DEFENSOR DEL PERIODISTA]
Contralínea 531 / del 20 al 26 de Marzo 2017
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