Uno de los más oscuros personajes insertados en el gobierno federal, el viejo político Manuel Bartlett Díaz, recientemente anunció la creación de un “Área de Inteligencia Energética”. Llama la atención que una de sus primeras acciones sea precisamente la de organizar su pequeño centro de espionaje.
Y es que basta con ver el supuesto objetivo de esta unidad –ya establecida al interior de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que él encabeza desde el 3 de diciembre de 2018–: “hacer un análisis global de costos y no realizar compras improvisadas, sino estrategias de adquisición de combustibles”.
Y destaca porque, como secretario de Gobernación en la Presidencia de Miguel de la Madrid Hurtado (periodo en el que asesinan al destacado periodista Manuel Buendía), Bartlett tuvo la oportunidad de conocer a fondo las redes más oscuras del espionaje gubernamental en México, por lo que podemos preguntarnos: ¿la CFE realmente necesita un “área de inteligencia” para realizar sus adquisiciones? O, ¿cuál es el verdadero objetivo de escudar un área operativa en el opaco término de “inteligencia” que sirve para reservar información bajo el argumento de ser “estratégica”?
Hasta antes de la llegada de Bartlett, la empresa estatal contaba con su Unidad de Control Presupuestal y Seguimiento de Proyectos, que bien podría haberse ajustado a los criterios anticorrupción que ha venido estableciendo la administración de Andrés Manuel López Obrador, en lugar de crear un centro de este tipo, que por el solo hecho de nombrarse “de inteligencia” le podría permitir adquirir malware y otras herramientas espía.
Y es que aquí el tema no es si en el pasado esa Unidad de Control funcionaba o no, es decir, si las compras de la empresa se hacían conforme a derecho o por el contrario había dispendio y corrupción, como bien sabemos que lo hubo. El punto es que la CFE no tiene por qué andar inventando estos términos para ocultar lo que hace.
Según Bartlett, la nueva unidad “va de la mano de CFEnergía, CFEinternacional y empresas filiales, que colocarán a México en la lista de países que consideran a los energéticos como parte indispensable para el desarrollo nacional”. ¿Cómo puede lograrse ese objetivo con el simple análisis globales de costos para no realizar compras improvisadas, sino estrategias de adquisición de combustibles?
“Estamos convencidos de que con la creación de esta nueva Área de Inteligencia Energética se apoyará y fortalecerá el compromiso social del corporativo de CFE con la Nación mexicana”, dijo el político al presentar su propuesta el pasado 24 de enero.
La propia Comisión Federal emitió un comunicado en el que afirma que el propósito de ese centro de inteligencia es contar “con información, análisis técnicos y científicos sobre el mercado energético internacional. Por un lado, se buscará garantizar insumos estratégicos a las empresas subsidiarias y filiales a los precios más competitivos del mercado de combustibles; y por otro, se obtendrá información relevante sobre la coyuntura económica, social, geopolítica y ambiental para fortalecer la toma de decisiones”.
Y de esto último es de donde se desprenden las suspicacias: si es para comprar mejor, ¿qué tiene que ver la coyuntura social y geopolítica? Es obvio que en las labores de inteligencia de un área meramente comercial se evalúen el ámbito económico e incluso el ambiental, pero los otros dos no están del todo justificados.
Menos aún cuando en su trayectoria profesional, Bartlett ha sido cercano a las actividades de espionaje. Según su perfil, un año después de la masacre de Tlatelolco, este político y ahora director general de la CFE ocupó el cargo de subdirector general de Gobierno en la Secretaría de Gobernación.
Ahí se mantuvo hasta el 30 de noviembre de 1970, bajo las órdenes de Mario Moya Palencia, pero no porque haya renunciado o haya sido relevado de su encargo, sino porque a partir del 1 de diciembre de ese año fue nombrado director general de Gobierno.
Hasta 1976, es decir, todo el sexenio represor de Luis Echeverría Álvarez, Bartlett ocupó ese cargo. Desde el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y la continuación de Echeverría, México vivió uno de los periodos más tristes y sangrientos de su historia, conocido como la Guerra Sucia, y es en ese contexto en el que Bartlett se involucró con las áreas de espionaje y persecución de opositores al régimen priísta.
Su experiencia va más allá: en el gobierno de Miguel de la Madrid –de 1982 a 1988– se desempeñó como secretario de Gobernación, dependencia que ha tenido bajo sus atribuciones las labores de inteligencia, que a lo largo de los gobiernos priístas y panistas no ha sido otra cosa que el instrumento para espiar y reprimir o extorsionar a actores relevantes de la vida nacional: políticos, empresarios, periodistas, activistas, guerrilleros, líderes sociales.
Por eso cabe preguntarse si realmente Bartlett está comprometido con el combate a la corrupción y por eso crea su área de inteligencia o está volviendo a sus orígenes, que son precisamente los del trabajo sucio del gobierno en turno.
Nancy Flores
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