Ediciones Proceso ha publicado un compendio de las caricaturas de dos periodistas que firman sus creaciones magistrales como Helguera y Hernández; son periodistas de la caricatura conocidísimos por los lectores de La Jornada (y su revista editada y con las colaboraciones de Los hijos del averno). Sus trabajos cuentan con la maestría de que tiro por viaje dan en el blanco con su crítica democratizadora. En la portada del volumen se encuentran Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera (con su alias: la Gaviota, ganado a pulso por los tiempos en que era “estrella” dentro de la televisora que presume de ser: “el canal de las estrellas”), con un agregado a la Bronco de brazos y manos cercenados y regados a los pies de esa Gaviota y el del copete, para ilustrar la sangrienta violencia que se incrementó exponencialmente durante el pésimo sexenio que por desgracia aún no termina.
Y es que al radicalizar la “estrategia” calderonista, de matar por matar, ese inepto peñismo ha dejado un país más sumido en la barbarie; de tal manera que narcos, marinos, delincuentes y soldados dirigidos por sus superiores: capos, sicarios, generales y su jefe máximo –junto con los lavadores de dinero–, ya escenifican lo que para el autor de El Leviatán es un supuesto, una hipótesis: la guerra de todos contra todos, al intervenir las autodefensas y quienes recurren a la justicia por su propia mano para tratar de hacer frente a los gobiernos fallidos han llevado a cabo tanto Calderón como Peña.
La frase: “Ya sé que no aplauden” es del mexiquense, integrante del innombrable Grupo Atlacomulco, y quien no sabe para dónde poner pies en polvorosa para huir. En una ocasión la dijo ante los reporteros que asistían a una conferencia de prensa, y cuando el señor Peña terminaba su perorata, ya para desparecer de la escena se detuvo y en son de reproche la soltó, acostumbrado a sus auditorios de acarreados que hasta lo interrumpen varias veces durante sus discursos con “calurosos” aplausos para desquitar la “invitación”.
Pues bien, siguiendo con los trabajos de los caricaturistas Hernández y Helguera, en 100 páginas le pasan revista a los últimos 4 años del sexenio fallido que encabeza el señor Peña Nieto, que si no fuera por los más que dramáticos resultados, ese lapso de tiempo fuera menos que ir en “busca del tiempo perdido”; y para recobrarlo habría que tomar medidas al menos a la Rajoy –el expresidente de España–, para que Peña y sus partidos-cómplices: PRI-PVEM, fueran llevados a la hoguera del juicio político y sus consecuencias, por la corrupción en la que participaron tanto ellos como sus desgobernadores.
Cada caricatura de las que fueron publicadas a lo largo de 2014, 2015, 2016 y 2017 por ambos periodistas, y que aparecieron en la sección Monosapiens y otros espacios de la revista Proceso, son una antología libro-arsenal al que Ernest H Gombrich, llama “el bestiario político”, y que hace de las creaciones de esos dibujantes políticos “una de las más eficaces armas de su arsenal de la crítica periodística”.
La maestría de la caricatura política, dice Gombrich, “requiere un maestro”. En este caso son dos maestros: Helguera y Hernández, quienes con sus caricaturas y sus diálogos, nos muestran una continuidad donde visualizamos lo que realmente son los politiquillos que forman parte importante de este decadente peñismo. Hernández y Helguera hábilmente retratan con sus trazos a los “monosapiens”, que no están en el árbol biológico y genealógico que explicó el naturalista inglés Charles Robert Darwin (Shrewsbury, 12 de febrero de 1809 – Down House, 19 de abril de 1882), pues los monosapiens son ramas del árbol del priismoempanizado, otras de perredismo y del resto de partidos nacidos de la corrupción del divide y vencerás, y el tallo de algo que parece nuevo, con sus hojas y brotes morenistas.
Así que tenemos entre manos una grandiosa obra gracias a los trabajos de los periodistas y dibujantes de la caricatura política: Hernández y Helguera. Un álbum para aplaudirlo a carcajadas por las finas y atinadas ironías, burlas y metáforas rebosantes de muy bien merecidas críticas hacia esos monosapiens. Como dato al margen, precursores estos de los homo ergaster, un homínido extinto propio de África que se estima vivió entre 1,9 y 1,4 millones de años, en el Calabriense (Pleistoceno medio). Y los que a su vez fueron antecesores de los homo erectus. Así que es claro, esos monosapiens son la putrefacción de la corrupción y todas sus consecuencias: el mal gobierno, la antidemocracia, etcétera.
Álvaro Cepeda Neri
[OPINIÓN][COLUMNA][CONTRAPODER]
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