Mientras millones de trabajadores en el mundo aún no se reponen del terrible impacto que dejó en su maltrecho nivel de vida la pandemia del Covid-19, ahora la crisis energética y económica, producto del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania les coloca en una nueva desventaja ante una desatada inflación que en el caso de muchos países de la Unión Europea se verá agudizada y rumbo a un conflicto social por los incrementos hasta de un mil por ciento en el gas y la electricidad, necesarios para hacer frente al duro invierno que se avecina.
Muchas pequeñas y medianas empresas quebraron a todo lo largo y ancho del planeta tras la prolongada emergencia sanitaria que impuso la paralización de la actividad económica que, por desgracia, también sirvió de pretexto a poderosos consorcios internacionales para despedir a miles de sus empleados hasta sumar millones en cesantía.
Pero cuando se esperaba que la economía a nivel global empezara a recuperarse, vino el conflicto armada entre Rusia y Ucrania, trayendo consigo el cierre del suministro del gas ruso del cual dependen la mayoría de las 27 naciones que integran la Unión Europea, no solo para calentar sus hogares sino para producir electricidad ante el ralentizado traslado a las energías verdes en Alemania y, en el caso de Francia, su deteriorada apuesta a sus plantas nucleares. Por citar dos casos donde el escenario puede ser realmente preocupante.
De forma inevitable y ante el duro escenario que se avecina, serán los trabajadores y sus familias quienes enfrenten la inevitable escases y encarecimiento de energéticos, sin descontar que ante la desaceleración económica miles de ellos corran el riesgo de ser nuevamente despedidos, quedando sin los recursos básicos para al menos poder calentar sus hogares.
En este nuevo contexto de crisis global donde están en juego poderosos intereses geopolíticos con la participación de los organismos financieros internacionales, siempre atentos a fortalecer a la élite de multimillonarios que controlan la economía mundial, lo que menos cuentan son los millones de personas que pagarán con su precarizado nivel de vida, las consecuencias.
Tanto para Rusia como para Estados Unidos, los países de la Unión Europea que corren el riesgo de congelarse en el invierno por venir, aparecen como piezas de ajedrez a las que están moviendo de acuerdo a sus intereses. Moscú sabía perfectamente que al cerrar la llave de los más 150 mil millones de metros cúbicos de gas de los que Europa depende para garantizar el 40 por ciento de su consumo, colapsaría a su generación de electricidad con la que se mueve toda la actividad económica. Naciones como Italia, Alemania y Francia, entre las más importantes de la UE, dependen del gas ruso para echar a andar a sus plantas de generación.
Pero ahora tras el apoyo otorgado en favor de Ucrania como miembros de la OTAN, pagan las consecuencias no teniendo otra salida que buscar el abasto del gas norteamericano que, por desgracia, ha sido insuficiente para cubrir su demanda sobre todo en la época invernal que está a la vuelta de la esquina. Para Washington esta es una oportunidad para afianzar su poder, influencia y control en la UE, pero para Moscú es una estrategia para abonar un descontento social que ya empieza a manifestarse y que sin duda buscará capitalizar a su favor como medida de presión a los aliados de la OTAN.
En Francia en las últimas semanas han comenzado a darse diversas protestas sociales y huelgas demandando incrementos salariales para paliar los efectos de la desatada inflación; en Alemania se está dando un fenómeno similar y los agraviados ciudadanos reclaman mayores subvenciones a los hidrocarburos y un reparto más justo de los fondos públicos para enfrentar los altos costos del gas y del recibo de luz.
El panorama que organismos internacionales como el propio FMI pronostican para el último trimestre de este año y el primero del 2023 es de una inevitable recesión que terminará golpeando no solo a la economía de la Unión Europea sino de todo el mundo. En el caso de nuestro continente, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), estima que para el año entrante los países de la región enfrentarán un escenario tanto o más desfavorable al de la pandemia del Covid.
De acuerdo a la Cepal, América del Sur crecerá solo un 1,2 por ciento contra el 3,4 que experimentó este año; México y los países de Centroamérica lo harán en un 1.7 por ciento cuando en 2022 lo hicieron en un promedio de 2,5; y el Caribe crecerá en un 3,1 por ciento, en tanto este año lo hizo en un 4,3 por ciento.
Para el organismo, los efectos directos del conflicto entre Rusia y Ucrania en la economía regional del continente, serán mayores presiones inflacionarias, la volatilidad de los mercados y los costos financieros al alza.
Pero en tanto, las mayorías del planeta se encuentran a merced de los rejuegos de las grandes potencias, el puñado de multimillonarios que controlan los centros financieros y las multinacionales ven acrecentar sus fortunas de manera vertiginosa como lo hicieron durante la emergencia sanitaria, y ahora también a salvo de cualquier conflicto armado.
De acuerdo a la financiera Bloomberg, la pandemia ayudó a que las 25 familias más ricas del mundo, entre las que se hayan los Walton de WalMart y Jeff Bezos de Amazon, vieran crecer sus fortunas en un 24 por ciento en el 2020, en relación al 2018, sumando más de 1,4 billones de dólares.
Pero en América Latina las cosas son muy similares pues de acuerdo a la última medición de Oxfam, dos multimillonarios mexicanos, Carlos Slim y Germán Larrea, suman con sus fortunas 100 mil millones de dólares, lo que representa más riqueza que la mitad de toda la población de América Latina, que equivale a unos 91 mil millones de dólares.
Reflejo de la terrible desigualdad que prevalece en el continente es que de acuerdo a Oxfam, aparecieron entre 2020 y 2022, 27 nuevos multimillonarios en América Latina y el Caribe, cuya riqueza creció durante la contingencia sanitaria a razón de 5 millones de dólares por hora y 124 millones de dólares al día. Bonanza que va de la mano de multinacionales como WaltMart, pues según sus últimos reportes, experimentó en México un incremento del 10 por ciento en sus ganancias en el tercer trimestre del año a razón de 12 mil 153 millones de pesos, respecto al 2021.
Y mientras el club de millonarios globales aumenta sus insultantes riquezas, la mayoría de la población en Europa y en muchas partes del mundo, pasará un crudo invierno en espera de que la ONU busque que los países del G20 se sienten a dialogar para salvar a la humanidad y repensar en serio un cambio en el modelo neoliberal, por uno que garantice un más justo reparto de la riqueza.
Martín Esparza*
*Secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas
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