La imaginación represiva de los del poder
es prácticamente ilimitada
Y es que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) sabe cómo ejercer el poder ganando cómplices, a los que usa convenientemente y desecha cuando ya no le sirven, como lo prueba el caso de la Gordillo. Tiene la experiencia de casi 1 siglo apoderado del Estado mexicano, y sabe que una oposición como la de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) no es manipulable ni corruptible. Por eso tiene prohibido resistir.
Aunque se les está deshaciendo el escenario “plural” del llamado Pacto por México, los priístas no dan tregua. Ya dijo Peña Nieto que en 120 días hará aprobar la privatización de Petróleos Mexicanos y el incremento del impuesto al valor agregado. Una vez que consigan esto, seguramente propondrán la reelección presidencial para abrir paso al retorno de Carlos Salinas de Gortari…
El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, amenazó con “aplicar el imperio de la ley” a los maestros que resisten la llamada reforma educativa. Eso hizo Peña Nieto con los heroicos pobladores de San Salvador Atenco, Estado de México, que impidieron el despojo de sus tierras para construir un aeropuerto. También lo hicieron Ernesto Zedillo y Emilio Chuayfett, cuando propiciaron la matanza de Acteal, Chiapas. La clave está en que los perpetradores nunca han sido castigados porque siguen siendo los dueños del poder en México.
Están tratando de aislar a los maestros al presentarlos como una minoría irracional que se opone al progreso de la educación. Los acusan de oponerse a ser evaluados y de defender intereses ilegítimos. Incitan a los capitalinos, por medio de la prensa escrita y electrónica, para que reprueben las acciones defensivas del magisterio.
No es nuevo el método de los represores. Lo tienen bien ensayado, al menos desde 1968, cuando acusaron a los estudiantes de ser parte del comunismo internacional. Dijeron cosas parecidas de los jóvenes que formaron grupos insurgentes al lanzar contra ellos la Guerra Sucia. Campañas similares se hicieron contra los trabajadores del sector eléctrico cuando destruyeron Luz y Fuerza del Centro y dejaron en la calle a más de 40 mil familias.
Acostumbrados a convivir con nuestro pueblo, los maestros democráticos han aprendido a sobrevivir luchando. No renuncian a la defensa histórica del proyecto educativo progresista, aunque cuidan que no los extermine la fuerza represiva del Estado. Se han declarado en desobediencia civil pacífica y van a seguir impugnando las injustas leyes que les impuso (y nos impone a todas y todos los mexicanos) el obsecuente Congreso de la Unión.
Vienen días difíciles: habrá que mantener la guardia en alto.
*Coordinador de la maestría en derechos humanos de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México; doctor en ciencias políticas por la Universidad Nacional Autónoma de México; integrante de la Comisión de la Verdad del estado de Guerrero
Fuente: Contralínea 351 / 9 al 15 septiembre de 2013
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