Categorías: Defensor del lector

Réplica al artículo de los “Boy scouts”

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Jorge Meléndez Preciado *

Jorge Meléndez Preciado, defensor del lector de la revista Contralínea:

El miércoles 11 de noviembre, el lector Arturo Reyes Fragoso me dirigió un escrito pidiendo mi intervención ya que hace una serie de aclaraciones y puntualizaciones a propósito del artículo “Boy scouts: la infiltración derechista”, de Edgar González Ruiz, (número 156). Por este conducto hago las siguientes observaciones:

Mi nombre es Arturo Reyes Fragoso. Acudo a usted para expresar, a título personal, las siguientes observaciones sobre el artículo “Boy scouts: la infiltración derechista”, firmado por Edgar González Ruiz y publicado en el número correspondiente a la semana del 8 al 14 de noviembre en curso:

Celebro que el tema de los scouts (entre los integrantes en nuestro país de esta agrupación juvenil se encuentra en desuso el término) sea motivo de atención en una publicación dedicada a la investigación periodística.

Entre los argumentos utilizados por el autor del artículo para ejemplificar las tendencias ideológicas de la Asociación de Scouts de México –agrupación a la que evita llamar por su nombre pero señala estar infiltrada por la Organización Nacional del Yunque–, está la mención de los contenidos editoriales de la revista Scouts foro joven, publicación interna de dicha agrupación presidida entonces por Emilio Goicoechea (y no Goicochea, como aparece escrito en el artículo), en la que un servidor fungió como colaborador y editor de dicha revista durante esa época, lo que puede constatarse en el propio directorio de la publicación a la que el señor González Ruiz alude.

“Es significativo que bajo la gestión de Goicochea [sic], la revista Scouts foro joven –publicación interna de ese movimiento– incorporó materiales tendenciosos para desacreditar a figuras de la Revolución Mexicana, elogiar a Benedicto XVI y cuestionar las raíces ideológicas de Baden Powell”, se lee en alguna parte del artículo de Contralínea. Le solicito al señor González Ruiz que especifique los títulos de los artículos de Scouts foro joven a los que se refiere, porque lo más cercano que entonces se publicó a las temáticas aludidas son artículos que yo mismo escribí o coordiné en mi función de editor: uno de ellos sobre el interés del régimen huertista por crear un cuerpo del ejército inspirado en el modelo scout. ¿Desacredité la figura de Victoriano Huerta, el chacal asesino de Madero? ¡Sácatelas!, ¿cómo logré tal hazaña?; en otro artículo critico el imperialismo de Baden-Powell (apellido compuesto, cabe agregar), lo cual no tiene nada de extraordinario, tratándose de un militar al servicio de la reina Victoria.

Los enfoques de los artículos mencionados, como cabe apreciar, flaco favor le hacen a la exaltación del vanguardismo ideológico del movimiento scout; por mi parte, los concebí como un intento por promover una incipiente autocrítica hacia dentro de la propia organización scout mexicana, misma que considero necesaria. Y nadie me dijo que los escribiera, lo hice por iniciativa propia. Ahora resulta que soy apologista de la ultraderecha… chale. (Por cierto, está documentado que Benedicto XVI perteneció a las juventudes nazis, una organización abiertamente inspirada en los scouts, lo cual no suena muy elogioso para los segundos).

González Ruiz omite mencionar que la idea del vínculo de los scouts con El Yunque la populariza Álvaro Delgado con la publicación, a principios del milenio, de El Yunque y El ejército de Dios; incluso en este último no duda en señalar a la organización scout como “semillero de militantes de El Yunque”. Aclaro que en el tiempo que colaboré con la publicación scout, nunca traté al señor Emilio Goicoechea ni éste me dictó “línea” alguna sobre los artículos a publicar, a menos que haya aplicado la telepatía inductiva y yo todavía no me haya dado por enterado; además, me extraña que el autor de “Boy scouts: la infiltración derechista” no mencione las fotografías publicadas por Proceso en 2007, donde se aprecia a Goicochea Luna con uno de los hermanos de Caro Quintero, cuando el expresidente scout nacional y exsecretario particular de Vicente Fox hacía campaña como candidato del PAN (Partido Acción Nacional) a la gubernatura de su natal Sinaloa. Por cierto, en un extraordinario timing periodístico, Proceso publicó dichas fotografías al mismo tiempo que la Asociación de Scouts de México homenajeaba a Goicoechea al dejar el cargo de presidente nacional de la organización scout (para entonces ya era embajador de México en Canadá), entregándole su máxima condecoración, la presea del Berrendo de Plata. La organización scout nunca hizo pronunciamiento alguno sobre las fotos difundidas por Proceso y, hasta donde tengo entendido, Goicoechea tampoco.

En serio que quisiera dar por sentado que existen scouts que engrosan las filas del siniestro Yunque, pero en los más de 30 años que llevo vinculado al movimiento scout, al principio como activo militante –empleo el término para estar a tono con el tema aquí tratado– y, desde hace dos décadas, investigado periodísticamente los pormenores de diversos aspectos históricos de los mismos (puede consultarse el blog sobre el tema que, desde hace dos años, mantengo en el portal del periódico Milenio: www.milenio.com), nunca me he topado con ningún documento o testimonio de algún scout metido en el Yunque. Lo mismo le ocurre a todos mis amigos scouts de años. Incluso reproduzco lo que me dijo uno de ellos, en abierto tono de chunga, antes de sentarme a escribir estas líneas: “Estudié con los maristas y los lasallistas; milito en el PAN. Ya perdí la cuenta de los años que llevo dentro de los scouts, y nunca me han insinuado siquiera pertenecer al Yunque… debo ser muy güey”.

A propósito de citar referencias, el señor González Ruiz menciona en su artículo diversos nombres, fechas, lugares y acontecimientos de los que, en lo personal, no dudo de su veracidad, pero dada la gravedad de las imputaciones le solicito facilitarle a los lectores sus fuentes documentales (libros y/o artículos periodísticos donde aparecen los hechos por él señalados, o bien las referencias testimoniales recabadas). ¿O debemos de creerle nomás porque él lo afirma? Aunque insisto, no dudo en lo personal de sus afirmaciones, pero considero tener derecho a consultar sus fuentes primarias, por el interés que revisten.

Menciona una serie de personajes vinculados a la “derecha” que han sido scouts, pero omite otros de los que también es conocida su militancia dentro de dicha organización en algún momento de su vida: el artista plástico Manuel Felguérez, el fallecido escritor Jorge Ibargüengoitia, el pintor y museógrafo Iker Larrauri (quien anunció una próxima demanda para retirar de circulación los nuevos libros de textos gratuito, publicados por el gobierno federal “panista” que reproducen una de sus obras ilegalmente alterada), y el exombudsman capitalino Emilio Álvarez Icaza, quien, según algunos analistas como Ciro Gómez Leyva, fue marginado por la bancada panista del Senado para encabezar la Comisión Nacional de Derechos Humanos por su apoyo a la despenalización del aborto. Por favor, lo último que puede achacársele a estos personajes es el ser “de derecha”; curiosamente, todos ellos aparecen mencionados en la publicación scout que González Ruiz cita en su artículo, y otra de la misma época (el boletín interno dirigido a los integrantes adultos, llamado Tlatoani, donde también colaboré y fui editor).

Sobre los scouts “guadalupanos”: la participación de miembros de la organización scout en los festejos de la Villa de Guadalupe se remontan a 1931. El sentido que le da González Ruiz en su artículo a dicha participación en este acto resulta tendencioso, al referirse a que fungen “como cuerpos de seguridad en peregrinaciones a la Basílica”. Por un momento me los imaginé como grupo paramilitar dedicado a la caza de heréticos infiltrados entre el alud de creyentes. Los mismos scouts definen esa actividad como prestar servicio, que incluye su apoyo a puestos de primeros auxilios y atención a personas extraviadas, así como labores de control de acceso y tránsito de los miles de peregrinos, ciertamente una cuestión de seguridad, con una connotación completamente distinta a la sugerida en el artículo de Contralínea; en desagravio, puedo agregar que estas labores de servicio también cotidianamente las prestan en eventos deportivos (olimpiada, mundiales de futbol, maratones de la ciudad de México) y situaciones de emergencia, como el terremoto de 1985 y las inundaciones que, periódicamente, afectan a la población de diversos estados de la república.

Aclaro algo: a lo largo de su historia, la organización scout mexicana (que no necesariamente todos sus integrantes) ha hecho una serie de acciones que validan la percepción del autor de “Boy scouts: la infiltración derechista”; de hecho, puedo decir que se quedó corto en su análisis, puesto que está documentado que por los scouts pasaron excristeros y falangistas, y que la Asociación de Scouts de México ha estado estrechamente vinculada con los Caballeros de Colón, Acción Católica y la hoy pintoresca Liga de la Decencia, al grado que, por varios años, uno de sus presidentes, Jorge Núñez Prida, fue al mismo tiempo jefe scout nacional.

También creo que tendría que ser la propia Asociación de Scouts de México quien tendría que estar haciendo esta réplica, y no un hijo de vecino como el que escribe. Vamos, hasta cuentan en su organigrama con una rimbombante Comisión Nacional de Relaciones, encabezada por un incompetente como puede apreciarse.

De antemano, me disculpo por el abuso de la extensión de mi escrito, y agradezco la atención y el seguimiento prestado a las inquietudes aquí expresadas. Comento finalmente que yo mismo daré seguimiento informativo en el blog sobre temas scouts que mantengo en el portal de Milenio (“Sombrero de Cuatro Pedradas”) donde más lectores han expresado su interés por el asunto.

Atentamente,

Arturo Reyes Fragoso

PD

La ilustración del torvo monigote con sotana, pañoleta (que así no se anuda) y lo que pretende ser un sombrero de cuatro pedradas, está chafísima.

Respuesta del defensor del lector:

1. Tiene razón el citado señor Reyes Fragoso al pedir que Edgar especifique “los títulos de los artículos de Scouts foro joven a los que se refiere”.

2. También vale la pena señalar que es correcto que el apellido de Emilio Goicoechea no se escribe Goicochea (sic).

3. La misiva de Arturo Reyes es muy larga y valdría sintetizarla para que los lectores de nuestra revista –principales actores de la misma– pudieran enterarse de lo que contiene. Y vale señalar aquí para futuras reclamaciones que el espacio es importante y por tanto no debería exceder cualquier escrito más de 2 mil caracteres.

4. En general no hay más puntos de desacuerdo entre uno y otro comentarista, por lo que más que una polémica debería surgir, incluso, una acción conjunta para saber más acerca de los scouts.

5. Contralínea, como siempre, está abierta a las diversas opiniones, las cuales harán más rica y provechosa la información.

Jorge Meléndez Preciado, defensor del lector

Respuesta del columnista

Solicito atentamente la publicación de la siguiente respuesta a los comentarios vertidos por el señor Arturo Reyes Fragoso acerca de mi artículo “Boy scouts: la infiltración derechista”, publicado en el número 156 de Contralínea, del 8 de noviembre de 2009.

Agradezco esas observaciones, en la medida en que aportan elementos para el estudio del tema, y reitero que desde hace décadas ha habido una infiltración de grupos y personajes de la derecha en el movimiento scout en México, lo cual, obviamente, no implica que todos los scouts sean derechistas.

Como pide el señor Reyes Fragoso, me referiré con más detalle a mis fuentes. La actividad del Yunque para reclutar adeptos entre los scouts la conocía desde la década de 1970 la Dirección Federal de Seguridad (DFS), como consta en las tarjetas correspondientes a la Organización Nacional del Yunque, en el acervo de la DFS en el Archivo General de la Nación (véase la clasificación: DFS Yunque 009-021-022).

La participación derechista en los scouts está encarnada en casos como el de Emilio Goicoechea (no Goicochea, como bien puntualiza Reyes) y Manuel Espino, expresidente del Partido Acción Nacional (PAN) y señalado como miembro del Yunque. Su actividad scout se menciona, por ejemplo, en la solapa de su libro Volver a empezar (Grijalbo, México, 2009) y en la página www.actualidadesmexico.com.mx/…/volver-a-empezar/.

Carlos Alberto Zepeda Orozco, quien desde 1972 militó en el Yunque, publicó recientemente, en edición de autor, su libro Decepciona el PAN en Guanajuato, donde relata su experiencia yunquista y menciona su anterior participación en los scouts, que compartió con Eliseo Martínez Pérez, quien estuvo vinculado a la ultraderecha y fue alcalde de León, de 1992 a 1994.

Leemos: “A Eliseo lo estimo y fuimos amigos de niños en los Scouts y estuvimos en la misma patrulla, en el mismo colegio y de familias afines en costumbres. Tuvimos ambos una formación similar, y entiendo la molestia que tuvo con el Yunque…” (p. 103).

Aunque no cita sus fuentes, el propio señor Reyes aporta más datos sobre la presencia de la derecha católica en los scouts: “Está documentado (¿dónde?) que por los scouts pasaron excristeros y falangistas y que la Asociación de Scouts de México ha estado estrechamente vinculada con los Caballeros de Colón, Acción Católica y la hoy pintoresca Liga de la Decencia, al grado que, por varios años, uno de sus presidentes, Jorge Núñez Prida, fue al mismo tiempo jefe scout nacional”.

Reyes Fragoso abunda en la defensa de la publicación Scout foro joven, donde él participó como jefe de redacción, como consta en el directorio publicado en el número de abril a junio de 2006 (Año XVI; No. 57), cuando Goicoechea era “presidente scout nacional”, y donde se publicó el artículo “Las ramas torcidas del frondoso árbol del escultismo” (pp. 26 a 30), que no está firmado, y que me parece tendencioso, pues a las críticas a Baden-Powell suma gratuitos para disculpar o exaltar a Benedicto XVI y a Juan Pablo II (véase p. 27). Por cierto, dicha revista incorporaba además publicidad de dependencias federales como la Secretaría de Educación Pública, en esa época del “águila mocha” (p. 4). Como el propio Reyes rememora, la Asociación de Scouts de México llegó a rendir homenaje a Goicoechea al tiempo que la revista Proceso publicaba fotos “donde se aprecia a Goicochea Luna (sic: el error tipográfico está en el escrito de Reyes) con uno de los hermanos de Caro Quintero…”

Edgar González Ruiz

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