Categorías: Opinión

Desigualdad creciente, algo va mal

Publicado por
Xavier Caño *

En España, tras las elecciones municipales de hace 1 mes, los nuevos gobiernos locales del cambio ya trabajan por la gente común. Para empezar, encuentros con cúpulas bancarias para frenar desahucios y planes de emergencia social para dar de comer a niños que han acabado el curso y ya no disponen de comedor escolar, entre otras medidas. Pero al mismo tiempo, Mariano Rajoy, presidente del gobierno español, insiste en que las reformas que ha perpetrado su gobierno ya dan sus frutos. Reformas que son retrocesos sociales en servil aplicación de la austeridad y recortes sociales que imponen la Unión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y Fondo Monetario Internacional (FMI). Y añade Rajoy, con la boca pequeña, que “hay mucha gente a la que todavía no han llegado los efectos de esta política económica, pero llegarán”.

No se sabe si es cinismo sin más o la peor ceguera, la del ciego que no quiere ver. O tal vez pretenda engatusar a los 2 millones y medio de ciudadanos que han dejado de votar a su partido en las recientes elecciones. Porque la cruda y documentada realidad es que la desigualdad y pobreza crecen a marchas forzadas en el Reino de España. La gente lo sabe porque lo sufre.

El año pasado fue el quinto consecutivo en el que disminuyeron los ingresos de las familias en ese país, cuya capacidad de consumo (o demanda, si prefieren) “está casi agotada”, según explica Marcos Peña, presidente del Consejo Económico Social, órgano consultivo del Estado. Porque la capacidad de demanda o consumo es hoy de supervivencia.

De la deteriorada situación de gran parte de la ciudadanía española da fe, por ejemplo, que el 42 por ciento de usuarios pase apuros para pagar el recibo de la luz, además de otras estrecheces, como no poner la calefacción en invierno o a menor temperatura para gastar menos. Así lo indica un estudio de la Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios.

Y, si atendemos al derecho a vivienda digna (artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y 47 de la Constitución española), cientos de miles de personas han visto vulnerado ese derecho en España, como denuncia Amnistía Internacional en su documentado informe Derechos desalojados. Derecho a la vivienda y desalojos hipotecarios en España. ¿Quién se perjudica y quién se beneficia en tal situación injusta? Sólo son algunas muestras, porque la brecha entre pobres y ricos tiene muchas caras. Bastantes más.

Incluso el FMI advirtió hace un tiempo que España es el país europeo donde crecen más las diferencias entre pobres y ricos. Pero ahora es la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) la que constata que ese país es donde más aumenta la desigualdad. Y, mientras en el Reino de España la pobreza aumenta en más de 1 millón de personas y ya afecta al 27 por ciento de la población (según la Red Europea contra la Pobreza), el informe anual de riqueza en el mundo de Capgemini indica que ahí la gente con gran patrimonio ha aumentado algo más de 50 mil personas en 7 años. En total, 178 mil ricos. La crisis y las políticas económicas presuntamente en contra los han enriquecido. Pero el país está habitado por 46 millones y medio de personas y sólo se benefician de verdad de esas políticas un minúsculo 0.04 por ciento.

Junto al mezquino porcentaje de nuevos ricos, quienes sufren privaciones materiales severas han crecido un 28 por ciento, al tiempo que se duplican las personas que viven en hogares sin empleo alguno o insuficiente. Y con muy escasos ingresos, cuando los hay. El resultado es que casi 13 millones de ciudadanos viven en riesgo de pobreza; algo más del 27 por ciento de población. Y otro hecho muy alarmante. En España tener empleo no garantiza una vida digna: casi el 12 por ciento de personas pobres tiene trabajo remunerado, pero no sale de la pobreza. Algo que tal vez tenga que ver con que el 19 por ciento de la población del Reino de España posee el 56 por ciento de la riqueza del país, y el 81 por ciento se reparte también desigualmente el 44 por ciento, según el Global Wealth Report, de Credit Suisse. O que en 2016, según informe del mismísimo Foro de Davos, un 1 por ciento de población, el más rico de la Tierra, acumulará tanta riqueza como el restante 99 por ciento del planeta.

Algo va francamente mal.

 

Xavier Caño Tamayo*/Centro de Colaboraciones Solidarias

*Periodista y escritor

[OPINIÓN]

 

 

 

 

Contralínea 444 / del 06 al 12 de Julio 2015

 

 

 

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