Se acaba el sexenio de Felipe Calderón y la perspectiva de la educación superior es desastrosa igual que al finalizar el gobierno de Vicente Fox: ambos periodos estuvieron plagados de conflictos y rezagos en la materia. La principal causa, la falta de acceso a las universidades públicas: conflicto originado durante la hegemonía priísta a la par del surgimiento del neoliberalismo en México, pero que no fue resuelto con la “transición democrática” de 2000, y que fue agravado por las dos administraciones panistas. El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro, ha señalado que sólo tres de cada 10 aspirantes acceden al nivel superior y que hay más de 7 millones de jóvenes sin estudiar.
Desde la década de 1980 las principales universidades públicas del país, como el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y la UNAM, han sido objeto de políticas que impiden la ampliación de su matrícula con relación al aumento de la demanda; incluso, en algunos casos, se ha reducido dicha matrícula, como sucedió con la desaparición de dos turnos en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) de la UNAM en 1994.
Las políticas educativas de libre comercio y desregulación iniciadas por los priístas e intensificadas por los panistas han convertido a la educación en materia de inversión privada, promoviendo la aparición de instituciones particulares, que en la mayoría de los casos proveen una educación deficiente, alejada del humanismo y la crítica social. Su desarrollo se ha dado a tal grado que, de acuerdo con Carlos Pallán, en 2005 las escuelas privadas de nivel superior alcanzaron un 33 por ciento de la matrícula nacional, cuando a mediados de 1980 constituían el 16 por ciento.
En cuanto al desarrollo de las instituciones públicas, con excepción de la UACM (Universidad Autónoma de la Ciudad de México) no se han construido otras escuelas que reproduzcan los modelos educativos de la UNAM o el IPN en 35 años. Aunque según el secretario de Educación Pública, José Ángel Córdova, en este sexenio se crearon 140 instituciones de educación superior, de las cuales el 87 por ciento son de orden tecnológico y que por cierto, fueron instituciones ausentes en la Feria de la Educación Superior Más Oportunidades, que la Secretaría de Educación Pública celebró del 3 al 5 de agosto en la Biblioteca José Vasconcelos, donde participaron 51 instituciones privadas y sólo 49 públicas, de éstas últimas, la mayoría creadas antes del sexenio, incluida la UACM.
Asimismo, Calderón impulsó la educación a distancia con la creación en 2009 del ESAD (Educación Superior Abierta y a Distancia) proyecto educativo supuestamente consolidado y ahora denominado UADM (Universidad Abierta y a Distancia de México), opción que no puede considerarse una respuesta a la falta de cobertura educativa, pues de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía solamente un 22 por ciento de los mexicanos cuentan con internet.
En medio de esta crisis educativa y tras las experiencias de lucha de varias generaciones de estudiantes, principalmente del movimiento contra la instauración del examen único de admisión en 1996 y de la huelga del CGH (Consejo General de Huelga) contra la imposición de cuotas en la UNAM de 1999 a 2000, surge en 2006 el Maes (Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior), que además de buscar la ampliación de la matrícula educativa, ha llamado la atención sobre lo pernicioso que es el neoliberalismo en la educación. Este movimiento no se articula cada que se conocen las escandalosas cifras de rechazados y sí, en cambio, ha funcionado desde hace seis años, aglutinando otros movimientos similares en todo el país y ha establecido un plan de lucha a largo plazo que va más allá de obtener algunos lugares por vías alternas al examen único. Anualmente ha obligado al gobierno a colocar miles de aspirantes en distintas instituciones (este año alrededor de 3 mil) principalmente por un mecanismo mediante el cual los estudiantes entran becados a instituciones privadas y tras el primer año, y manteniendo un promedio de 8, obtienen un lugar en universidades públicas.
En menor medida, el Maes ha logrado la aceptación directa de algunos jóvenes.
Evidentemente se necesita más que ese esfuerzo para garantizar la educación superior, que cada año deja fuera a más de 200 mil jóvenes. Es aquí donde se requiere el compromiso de la sociedad para obligar a nuestros gobernantes a garantizar la cobertura educativa, pues ellos solos no saben qué hacer o no quieren hacerlo.
Calderón abandona los Pinos dejando una veintena de universidades estatales con déficit presupuestal y con serios problemas en el pago de nómina a sus profesores. Pero eso sí, vanagloriándose de haber establecido el Programa Nacional de Financiamiento a la Educación Superior, mediante el cual se otorgan créditos que deben ser pagados a 15 años, hipotecando el futuro de miles de estudiantes, beneficiando a la banca y a universidades privadas con las cuotas que se deben pagar, en un claro retroceso de la educación pública. Siete millones de jóvenes sin estudiar y estudiantes endeudados son los logros del sexenio. Si los panistas siguieron las políticas educativas impulsadas por los priístas y con ello agravaron la crisis educativa en el nivel superior, ¿qué debemos esperar con el regreso del Partido Revolucionario Institucional y más aún cuando Enrique Peña Nieto tiene en los estudiantes a su principal detractor? El panorama no es nada halagador.
*Maestro en ciencias; arqueólogo subacuático; diseñador gráfico; integrante del taller Madre Crónica
Fuente: Contralínea 302 / Septiembre de 2012