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El engaño sobre las armas nucleares de Irán

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Opinión

Farhang Jahanpour*

Oxford, Gran Bretaña. Desde el inicio del programa nuclear de Irán, sus líderes han asegurado que sólo desean emplear de forma pacífica la energía nuclear, a la que el país tiene derecho como miembro del Tratado de No Proliferación (TNP).

Así sucedió durante el reinado de Mohammad Reza Pahlevi (1941-1979), quien comenzó el programa nuclear de Irán, y continúa en el gobierno de la actual República Islámica.

Poco después de que Irán, Estados Unidos y otros cinco países firmaran un acuerdo nuclear el 14 de julio de este año, el Departamento de Defensa estadunidense liberó varios documentos, entre ellos un telegrama de Reza Pahlevi fechado el 24 de junio de 1974.

“Estoy dispuesto a […] declarar nuestra zona –una zona geográfica cuyas fronteras podrían delimitarse claramente– no nuclear. Porque, sinceramente, creo que esta carrera de armamentos nucleares es ridícula. ¿Qué podría hacerse con ellos? ¿Usarlos contra las grandes potencias? Nunca se tendría la paridad”, comentaba el monarca.

“¿Usarlos para matarse unos a otros? Un país que procurara este medio para atacar no esperaría mucho tiempo antes de ser aplastado por otro país que también estaría en la vanguardia”, continuaba el telegrama.

Reza insistió en reiteradas ocasiones que no deseaba tener armas nucleares. Al mismo tiempo, subrayó que Irán no debía ser tratado como un ciudadano de segunda clase en la región.

Las armas nucleares pueden tener un efecto disuasorio sólo si el país que las posee tiene la capacidad de responder de la misma manera y sobrevivir a los ataques iniciales. Sólo pueden servir como elemento de disuasión en el contexto de la destrucción mutua asegurada entre las superpotencias.

Aun así es una propuesta tonta, ya que funciona hasta que falla, y si falla una vez, deliberadamente o por accidente, sería el fin de la civilización tal como la conocemos.

Pakistán es una potencia nuclear desde hace décadas. Sin embargo, poco después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos, el subsecretario de Estado de ese país, Richard Armitage, amenazó al presidente pakistaní, Pervez Musharraf, con bombardear su país hasta retornarlo a la edad de piedra si no cooperaba contra el movimiento islamista Talibán.

Musharraf no tuvo más remedio que aceptar.

Israel también tiene armas nucleares desde hace tiempo, pero eso no impidió sucesivas guerras contra sus vecinos más débiles, que no las poseen.

Israel se engaña peligrosamente si cree que la posesión de armas nucleares garantiza su seguridad, en lugar de resolver sus diferencias con sus vecinos árabes y llegar a un acuerdo justo con millones de palestinos desposeídos y sin Estado.

El único uso de las armas nucleares es el del suicidio.

Ésta es una lección que incluso los líderes iraníes posteriores a la revolución islámica han aprendido. En las últimas décadas, Teherán ofreció muchas veces a Occidente resolver el problema nuclear, pero fue rechazado.

El gobierno de Mohammad Jatamí (1997-2005) ofreció en 2003 un “gran acuerdo” a la administración estadunidense de George W Bush (2001-2009), que incluía límites estrictos al enriquecimiento de uranio, pero Washington ignoró la oferta y, en su lugar, incluyó a Irán en la lista de países integrantes del “eje del mal”.

El actual presidente de Irán, Hasán Rouhaní, fue el principal negociador nuclear del país entre 2003 y 2005. Llegó a un acuerdo con la Troika europea –Alemania, Francia y Gran Bretaña– para un programa de enriquecimiento muy limitado, e incluso suspendió el enriquecimiento durante 2 años para mejorar la confianza mutua. Pero Bush rechazó la propuesta.

En una carta publicada por la revista estadunidense Time el 9 de mayo de 2006, Rouhaní escribió: “Un Irán con armas nucleares desestabiliza a la región, impulsa una carrera armamentista […] y derrocha los escasos recursos de la región. Teniendo en cuenta el arsenal nuclear de Estados Unidos y su política de asegurar una ventaja estratégica para Israel, la bomba atómica iraní no le otorgará seguridad a Irán”.

“Tres años de sólida inspección de las instalaciones nucleares y no nucleares iraníes por inspectores del OIEA [Organismo Internacional de Energía Atómica] llevaron a [su director Mohamed] El Baradi a concluir […] que no hay indicios de desvío alguno de materiales y actividades hacia la fabricación de una bomba nuclear”, aseguró.

En la misma carta, Rouhaní dijo que Irán ratificaría un Protocolo Adicional del TNP y aceptaría un límite verificable por el OIEA sobre el enriquecimiento de uranio. El mandatario subrayó que la intención iraní de producir combustible nuclear radica en razones económicas e históricas a largo plazo.

El líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei, habló sobre las armas nucleares en su discurso inaugural de la 16 Cumbre de Países No Alineados, celebrada en Teherán el 30 de agosto de 2012.

“Las armas nucleares ni garantizan la seguridad, ni consolidan el poder político, sino que son una amenaza para la seguridad y el poder político. Los acontecimientos que tuvieron lugar en la década de 1990 mostraron que la posesión de estas armas ni siquiera pudo salvaguardar a un régimen como el de la antigua Unión Soviética. Y hoy vemos algunos países que están expuestos a oleadas de mortal inseguridad, aunque poseen bombas atómicas”, declaró.

Irán cree que “el uso de armas nucleares, químicas y similares es un gran e imperdonable pecado. Propusimos la idea de un ‘Oriente Medio sin armas nucleares’ y estamos comprometidos con ella. Eso no significa renunciar a nuestro derecho al uso pacífico de la energía nuclear y la producción de combustible nuclear. Con base en las leyes internacionales, el uso pacífico de la energía nuclear es un derecho de todos los países”, sostuvo.

Jamenei llegó a emitir una fatwa, o pronunciamiento legal, que prohíbe la producción, el almacenamiento y el uso de las armas nucleares y otras armas de destrucción masiva.

Incluso el expresidente Mahmud Ahmadineyad (2005-2013), cuyo estilo virulento lo convirtió en persona no grata para Occidente, llegó a decir que “el periodo y la época del uso de las armas nucleares ya terminó”.

“Las bombas nucleares ya no son útiles; y aquellos que están acumulando armas nucleares están políticamente atrasados y son retrasados mentales”, expresó.

Si Irán quisiera fabricar una bomba nuclear no tendría miedo en decirlo, según Ahmadineyad, que cuestionó la utilidad que tendría una sola bomba iraní en contra de las centenares de armas nucleares de Israel y las miles de las potencias occidentales.

De las declaraciones de los líderes iraníes y los 12 años de inspecciones de las instalaciones nucleares iraníes por el OIEA queda claro que, y contrariamente a lo que afirma la propaganda incesante sobre las “ambiciones nucleares” de Teherán, no hay ninguna prueba de que Irán haya intentado alguna vez fabricar armas nucleares. (Tradución de Álvaro Queiruga)

 

Farhang Jahanpour*

*Profesor en el Departamento de Educación Continua de la Universidad de Oxford, Reino Unido

[BLOQUE: OPINIÓN] [SECCIÓN: ARTÍCULO]

 

 

Contralínea 456 / del 28 de Septiembre al 04 de Octubre 2015

 

 

 

 

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