Entre los homicidios a cuenta de la inseguridad está el de Miroslava Breach, ocurrido hace más de 2 años en un municipio de Chihuahua. De lunes a viernes, ella ejercía su periodismo en el periódico El Norte, de Ciudad Juárez, informando de hechos, como lo hizo la última vez que sacó al aire el tráfico ilegal de juarenses. Desde entonces, los funcionarios de allá y de acá nada hicieron. Su asesinato se suma a los 88 periodistas que han sido privados de la vida en los últimos 4 sexenios; es decir, de Fox a López Obrador, pasando por Calderón y Peña. La inseguridad tiene su cresta en la violencia homicida. El sonorense Alfonso Durazo y la Guardia Nacional están rebasados con su “Mesa de la seguridad para la Construcción de la Paz”, por lo que el catálogo de miles de delitos incluye la privación de la vida como el más relevante.
El tal Alfonso Durazo, que está más ocupado en preparar su candidatura al gobierno de Sonora, porque la actual gobernadora está por concluir su período, fue puesto por López Obrador en la Secretaría de Seguridad sin tener ni experiencia ni conocimientos al respecto. Actualmente con su cara de camello, por las ojeras que tiene, con su pronunciación de locutor solamente se dedica a dar entrevistas incluso delante del presidente de la República, en las que no hay más que mentiras sobre que se ha reducido la inseguridad. El caso es que en sus narices no paran los secuestros, desapariciones, feminicidios y asesinatos de periodistas en el contexto, pues, de una creciente violencia por toda la geografía mexicana. Es una inseguridad sangrienta que tiene a los mexicanos al borde de hacerse justicia por propia mano, ya que los delincuentes se multiplican como un cáncer por todo el cuerpo nacional.
Y lo que está en medio de los homicidios de periodistas, es la libertad de expresión, de informar e investigar que, incluso, en las mañaneras comparecencias de López Obrador, son objeto de burlas y despectivas descalificaciones por criticar y asumir su papel de contrapoder. Esto da rienda suelta a mayor violencia contra los periodistas que cumplen con su deber de dar a conocer hechos y de criticar; porque son esas las tareas de la prensa escrita, radiofónica y audiovisual. Miroslava Breach fue privada de su vida por haber comentado lo que sucede en Chihuahua. La asesinaron los matones al servicio de funcionarios y delincuentes. La eliminaron para que otra voz más fuera silenciada; y como casi siempre, se promete una investigación para dar con los responsables.
El terrorismo sangriento que priva en nuestro país ha ido en aumento y no sabemos si la Guardia Nacional –que es la militarización– resolverá el trágico problema porque los delincuentes y sus sicarios están armados hasta los dientes. En tanto, a los mexicanos que no tenemos guardaespaldas y sobrevivimos en el marco de la violencia, solamente nos queda encomendarnos a los dioses y cuidarnos de día y de noche desamparados como estamos. Porque los gobernantes de ahora, como los de ayer, en los últimos, pues, 4 sexenios, nos han dejado… ¿intencionalmente?, contra la pared para que nadie escape y la espada criminal, angustiados ante tanto muerto perpetrado por los sicarios, e incluso por los encargados de la seguridad nacional. Por lo que ya estamos muertos en vida por los hechos que diariamente conocemos a través de los medios de comunicación.
En ese terrorismo generalizado, se encuentran los crímenes ejecutados sobre quienes están dedicados al periodismo. Así que no paran las protestas para, al menos, saber quién o quiénes mandaron eliminar a Miroslava Breach. Igual que los 88 periodistas de la lista más los miles de cadáveres que en fosas clandestinas encontraron sus propios familiares. Hay un gran miedo colectivo por esos hechos consecuencia de la total falta de seguridad policiaca e incapacidad de los funcionarios responsables, que no cuentan con políticas para garantizar la vigilancia. Sólo promesas… de las que está empedrado el camino al infierno sangriento que sufrimos las víctimas.
Este homicidio es uno más de los que han estado sucediendo contra los periodistas, a los que silenciaron para que no sepamos lo que está pasando en nuestro país, con crímenes y toda clase de delitos que todos los días nos tienen atrapados en un drama nacional. La seguridad es prioritaria y se busca resolver con la Guardia Nacional. Empero, los mexicanos somos las víctimas. Ayer del priísmo y el panismo. Hoy del populismo. Quienes cortados por la misma tijera, nada hacen por detener la violencia imparable e impune. En Chihuahua siguen las demandas de justicia, a más de 2 años del homicidio de la también corresponsal de La Jornada, en cuya edición del sábado 23 de marzo se publicó esa exigencia.
Álvaro Cepeda Neri
[OPINIÓN] [DEFENSOR DEL PERIODISTA]
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