La madrugada del 19 de noviembre, Ucrania empleó misiles de largo alcance, proporcionados por el gobierno de Estados Unidos, en contra del territorio ruso. Esto ha abierto una escalada peligrosa de proporciones globales, a tal punto que países, como Suecia y Finlandia, han iniciado una labor de profunda información a sus habitantes.
En estos comunicados, alertan a los ciudadanos sobre las repercusiones que podría tener un conflicto armado, donde asoma el uso de armas nucleares, lo que daría pie al inicio de la apocalíptica Tercera Guerra Mundial.
Los llamados Sistema Táctico de Misiles del Ejército (ATACMS por sus siglas en inglés), entregados por el Pentágono al gobierno de Volodymir Zelensky, alentaron que Francia y Gran Bretaña no sólo apoyaran la idea, sino también han suministrado al presidente ucraniano armamento de potencial letal. Los nuevos misiles tienen un alcance de 300 kilómetros, lo cual habla del poder de ataque contra el territorio ruso.
La primera versión de los misiles entregados en 2023 sólo tenía un alcance de 165 kilómetros. Ahora, el sofisticado armamento tiene la ventaja de poder ser lanzado desde plataformas, como el sistema móvil HIMARS o la Plataforma M270 de lanzamiento múltiple; además, su alcance mayor podría significar un verdadero peligro a instalaciones estratégicas de las fuerzas rusas, como los aeródromos y sitios logísticos.
El conflicto iniciado en febrero del 2022 ha terminado por involucrar a otras naciones, pues se ha denunciado que al menos unas 12 mil tropas norcoreanas se han acantonado como apoyo a Rusia en la región de Kursk. Cabe mencionar que, el pasado 19, este conflicto cumplió 1 mil días de cruentas batallas.
A la fuerza letal de los ATACMS y la autorización de Estados Unidos para dispararlos hacia territorio ruso, habrá que sumar el empleo de los misiles crucero. Estos últimos fueron proporcionados por el gobierno británico. También, están los SCALP-EG, los cuales fueron otorgados por Francia. La presencia de estas armas abre una temible perspectiva al conflicto, pues su uso estaba restringido sólo a la defensa del territorio ucraniano.
Si en Kiev se decide enfilar estos armamentos contra los soldados norcoreanos, el tema podrá involucrar a esa nación. En estas condiciones, el panorama internacional sería más incierto durante las próximas semanas y meses.
De parte de Estados Unidos, hay analistas que interpretan el uso de los misiles como una medida radical del gobierno de Joe Biden para forzar al presidente ruso, Vladimir Putin, a un acuerdo definitivo de paz antes de que Donald Trump asuma el cargo en enero. Sin embargo, hay otras opiniones que sostienen la versión del legado de una bomba de tiempo internacional al nuevo mandatario.
Diversos legisladores, miembros de la cancillería y del gobierno ruso argumentan que el proporcionar los nuevos misiles a Ucrania representa una abierta intromisión del gobierno estadunidense, porque, para operar su lanzamiento, se requiere de personal capacitado, con el cual sólo cuentan el ejército estadunidense y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Esto supone que elementos de estos países son quienes están disparando.
El ambiente se está tensando. Desde septiembre pasado, Vladimir Putin advirtió que permitir el uso de este arsenal por parte de los países de la OTAN, Estados Unidos y el bloque europeo es una declaración de guerra contra su país.
El vicepresidente primero de la Comisión de Asuntos Internacionales de la Cámara Alta Rusa, Vladimir Dzhabarov, declaró que Occidente ha decidido escalar el conflicto a tal nivel que podría terminar con Ucrania en completas ruinas. “Se trata de un paso hacia el inicio de la Tercera Guerra Mundial”, sentenció. Asimismo, el portavoz del Kremlim, Dimitri Peskov, calificó esta autorización estadunidense como “echar más leña al fuego”.
Llama la atención el silencio, con el cual el gobierno de Estados Unidos dio luz verde a Kiev para el empleo de sus misiles, pues fueron medios, como the New York Times, los que difundieron la versión que se confirmaría horas más tarde.
Otra legisladora rusa, María Butina, dijo tener la esperanza de que “Trump supera esta decisión” de Biden, “porque se está seriamente arriesgando el principio de una Tercera Guerra Mundial”. Y en buena parte le asiste la razón.
Sin embargo, es inobjetable que para Estados Unidos y su economía es bélica. Esto es sostenido por el hecho de que, en octubre pasado, ya se contemplaba una inyección por otros 800 millones de dólares en armamento a Ucrania.
En tanto los tambores de una guerra global comienzan a sonar, Estados como Suecia y Finlandia ya están informando y alistando a sus poblaciones sobre los efectos que un conflicto de mayores proporciones, incluso nucleares, podría traer a sus fronteras, sobre todo, al tener en cuenta los antecedentes de la Segunda Guerra Mundial.
La situación es arriesgada, en particular para este último país, pues comparte unos mil 800 kilómetros de frontera con Rusia. Y, de hecho, ambas naciones decidieron romper su neutralidad y sumarse a los países de la OTAN.
Desde el 18 de noviembre, el gobierno sueco inició la distribución de 5 millones de folletos a igual número de familias, bajo el título: Si llega la Crisis o la Guerra, invitándolos a prepararse ante la posibilidad de un conflicto que impacte en sus fronteras.
El documento ilustrado en 32 páginas describe las probables amenazas, a las cuales puede enfrentarse la nación nórdica, pero también catástrofes naturales, ataques cibernéticos e incluso ataques terroristas.
En Finlandia, la orientación a los ciudadanos se está dando a través de las redes sociales, pues no hay que olvidar que las temperaturas invernales pueden descender a menos 20 grados bajo cero. Por lo tanto, una interrupción en el suministro eléctrico traería graves consecuencias de supervivencia.
Nadie puede negar que la humanidad está a las puertas de una probable confrontación entre las dos principales potencias nucleares, en un escenario incluso más delicado y catastrófico que la crisis de los misiles de Cuba en 1962, porque hoy hay un conflicto armado declarado, donde son muchos los intereses en juego en la convulsionada geopolítica mundial.
Martín Esparza*
*Secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas
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